Rise of Skywalker: misterios resueltos, el lado oscuro y ¿la conclusión?
Mediados de los noventa. El formato VHS seguía como novedad para ver películas en casa.
Recuerdo que cuando salíamos en familia a comprar despensa era obligada una visita a la sección de “videos” antes de pasar por las cajas para adquirir un par de películas.
Además, había ocasiones en las que mi papá salía solo al «super» y regresaba a casa con por lo menos cuatro cintas, que poco a poco fueron engrosando una sustancial colección de joyas cinematográficas.
En una ocasión, llegó muy contento por haber conseguido un paquete que traía «todas las de La guerra de las galaxias». Yo, un niño de siete años, evidentemente fui persuadido por el título.
De inmediato, puse en la videocasetera el Episodio IV (A new hope), luego de recibir una breve explicación de por qué era la cuarta y la primera parte a la vez.
El momento llegó; apareció la pantalla negra con la leyenda “hace mucho tiempo, en una galaxia muy lejana…”, seguida del magnífico estruendo de la orquesta dirigida por el maestro John Williams. Luego, vi un manto lleno de estrellas y el legendario logotipo de la saga que se alejaba poco a poco hasta quedar perdido en el espacio. Finalmente, la sinopsis en las letras inclinadas que surgían de la parte inferior de la pantalla.
En ese punto, yo estaba leyendo muy concentrado cada enunciado, ya que los subtítulos desaparecían rápido. Me sentía agradecido de vivir durante la época del VHS que nos obligaba a ver películas en su idioma original.
En fin, así fue como me volví fanático de Star Wars, ya que después de quedar fascinado con la película citada, inmediatamente vi las secuelas: The empire strikes back (Episodio V) y Return of the Jedi (Episodio VI).
Como muchos, siempre tuve la curiosidad de cómo había sido la desventura de Anakin Skywalker para transformarse en Darth Vader, segundo al mando del imperio galáctico, con todo el poder del lado oscuro bajo su impenetrable armadura, pero con profundos temores, remordimientos y, por cursi que se lea, crisis existenciales.
Fue entonces que llegaron a principios de siglo los Episodios I, II y III (paralelo a varias series animadas) para explicar precisamente los orígenes del villano y de los personajes centrales de la saga.
Y después vinieron los spin-offs y una nueva trilogía, ya bajo el dominio de la “compañía del ratón”: los Episodios VII (The force awakens), VIII (The last Jedi) y, finalmente, apenas el mes pasado, Rise of Skywalker (Episodio IX). Este viene con la promesa de dar fin a la que quizá sea la más robusta de las sagas de aventura, fantasía y ciencia ficción.
El reto no es menor, sobre todo cuando episodios anteriores fueron ovacionados en las salas de cine bajo una encomienda similar a la del Episodio IX: terminar una etapa de la saga.
Es riesgoso lo que a continuación escribo porque puede ser que no sigan leyendo, pero sería irresponsable no anticipar que el cierre del Episodio IX dista mucho de considerarse “épico” o digno de aplausos. Dejemos la argumentación correspondiente para más adelante, y como diría aquella redundante y asertiva frase, comencemos por el principio.
Como sus predecesoras, Rise of Skywalker sigue el misterioso vínculo entre Rey (Daisy Ridley) y Kylo Ren (Adam Driver) generado por la fuerza que es poderosa en ambos, mientras Poe Dameron (Oscar Isaac) y Finn (John Boyega) encabezan las más desafiantes misiones de la Resistencia para ganar la batalla contra la Primera Orden. Esta les ha dado una desagradable sorpresa: Darth Sidious vive (interpretado por el insuperable Ian McDiarmid) y está listo para tomar nuevamente su lugar como emperador de la galaxia, acompañado de un ejército leal a su causa y armado hasta los dientes para enfrentar a sus opositores, liderados por la generala Leia Organa (Carrie Fisher).
Lo bueno
Como película de acción y de ciencia ficción que ostenta un generoso presupuesto, cumple su obligación de, mínimo, ofrecer actuaciones de gran calidad, excelentes efectos especiales y una historia entretenida para toda la familia. Es decir, sería exagerado tener quejas sobre los aspectos técnicos. Cumplen y siguen el manual de estilo de las entregas anteriores.
El desarrollo de la trama continúa la tradición de sus predecesoras al mezclar acción, comedia, drama y romance durante batallas en el espacio exterior o dentro de estaciones espaciales, desiertos, mares, selvas, gigantescas metrópolis y ciudades perdidas.
Sumado a esto, en esta ocasión, el director J.J. Abrams, quien también escribió el guion en compañía de Chris Terrio (Batman v Superman) y estuvo al frente de los dos episodios anteriores, profundiza en la mitología del lado oscuro en un escenario idóneo. Un lúgubre rincón inexplorado de la galaxia donde se esconde un diabólicamente malformado Palpatine y varios caballeros oscuros a la espera de surgir de las cenizas.
Por otro lado, al fin se resuelve satisfactoriamente la incógnita sobre el origen de Rey, desechando todas las teorías y posibilidades que surgieron desde el Episodio VII. Quizá sea aventurado calificarlo como “giro de tuerca”, pero definitivamente fue inesperado.
Asimismo, permanece la apuesta por la nostalgia al incluir la participación de los héroes de antaño, que nuevamente representan las enseñanzas y los valores que busca inculcar una historia cuyo eje conductor es la lucha del bien contra el mal: honor, empatía, fe, lealtad, sabiduría y amor, por mencionar algunos.
También, resultó exitoso incluir a nuevos personajes como Zorii Bliss (Keri Russell) y Babu Frik (Shirley Henderson) como aliados de la Resistencia, también forajidos y víctimas de la opresión de la Primera Orden.
Lo malo
La fórmula ya se está desgastando. Sobre todo, por ese toque (cortesía de Disney) de suavizarlo todo para evitar disgustos por parte de la audiencia. No se arriesgaron a prescindir de los personajes más queridos, lo cual posiblemente hubiera fortalecido ese mensaje de “el fin de una era”.
Si bien contesta varias incógnitas, arroja otras tantas que evidentemente servirán para exprimir a la franquicia hasta que ya no haya posibilidad de renovarla o de lograr ese cierre épico que tanto se espera.
Además, resulta agotadora esa insistencia de Finn por rescatar a Rey de cualquier peligro. Es el único al que no le queda claro que no lo necesita.
En conclusión, es una película entretenida para disfrutar en la pantalla grande. Contiene aciertos y desaciertos por igual, pero lamentablemente no cuenta con lo necesario para estar entre las favoritas de los fanáticos, a pesar de ser considerada como la ópera espacial por excelencia y un ícono de la cultura pop que trascendió (y seguirá trascendiendo) generaciones.
Podría describirse como una película más de Star Wars que entretiene, pero no logra ese cierre poderoso que se esperaba. Por el contrario, podría considerarse como la más complaciente de la saga, frente a la dificultad de desapego a los elementos y a los personajes de la trilogía original.
El reto de lograr un final a la altura de la saga sigue pendiente.