“Spider Baby”, la locura y la perversión a través del linaje
El canibalismo, la endogamia, el asesinato y el incesto son temas tabús que solo pueden imaginarse dentro de las sociedades más primitivas, aunque actos de este tipo todavía llegan a cometerse en la edad moderna. Para ejemplo de esto basta con ver Spider Baby (1967), del director Jack Hill, una cinta de culto que, entre su elenco, cuenta con el recién fallecido Sid Haig y con el mítico Lon Chaney Jr.
Bruno (Chaney) es el viejo mayordomo de una antigua familia que vive alejada de la gente civilizada de su pueblo. A su cuidado están tres jóvenes adolescentes: Elizabeth, Virginia y Ralph Merrye, todos ellos hermanos que a cierta edad desarrollan tendencias asesinas y caníbales.
Jack Hill nos presenta esta película que si bien contiene diversas secuencias cómicas, la ambientación y el contexto en el que ocurren solo vuelven la trama mucho más siniestra de lo que ya es. Además, si a esto agregamos la insana personalidad que Sid Haig, Beverly Washburn, Jill Banner y Lon Chaney Jr. imprimen a sus personajes, entonces es fácil compartir y entender su locura.
Todos ellos dan vida a los integrantes de una misma familia, quienes gracias a prácticas horribles y grotescas ―pero naturales en la parte animal del hombre― han desarrollado extrañas filiaciones y trastornos que derivan en lo criminal.
Por supuesto, antes de ver a esta familia cometer todo tipo de atrocidades, primero necesitamos ver el detonante, el mismo que encontramos en otro grupo de personas externas a los Merrye, quienes aprovechándose de la situación mental de estos últimos, harán lo posible por quedarse con sus pertenencias.
Es a partir del momento en el que estos dos grupo se conocen que Spider Baby pasa de lo gracioso a lo macabro paulatinamente, ya que si bien contiene algunas secuencias que son capaces de sacar una sonrisa al espectador, también provocan incomodidad y perplejidad.
No obstante, cabe decir que las partes cómicas no son propiamente inofensivas, sino que entran más en el terreno del humor negro. Así, si bien Chaney Jr. y Jill Banner dan vida a un hombre maduro y a una mujer (casi una niña) que a primera vista pecan de tiernos e inocentes, también son seres retorcidos.
Este tipo de situaciones son las que generan que Spider Baby se perciba como una gran comedia de terror desde sus primeros momentos. Por otro lado, y como dijimos antes, el contexto familiar que rodea a los personajes principales no deja de ser un tanto escandaloso por ciertos tabúes o situaciones que, sin tocarse a fondo, dejan entrever cierta perversión entre ellos.
También es importante destacar que no estamos hablando de una película explícita o visualmente cruda, pues ciertamente no contiene escenas impactantes, polémicas o sangrientas. Al contrario, Spider Baby carece de ellas, por lo que volvemos a recalcar que su controversia se debe más al tabú de la época que al contenido como tal.
Aun así sabe jugar muy bien con el terror y con lo gracioso, dos elementos que equilibra de gran manera para dar paso a una trama sólida pero con un ritmo ligero que es aterrador en sus últimos momentos.