Malcolm and Marie: Entre egos, reclamos y culpas.
Cuando nos atacó el coronavirus y tuvimos que encerrarnos a causa de esta pandemia, algunos intrépidos cineastas se las arreglaron para poder filmar a escondidas y con recursos limitados, algunos con resultados desastrosos y otros, como Malcolm and Marie, con un sobresaliente film que podría competir con cualquier producción pre pandemia.
La cinta dirigida por Sam Levinson (mismo director de Euphoria), nos presenta a Malcolm, un cineasta que acaba de estrenar su nueva película y a su novia Marie, una actriz que tuvo un pasado de adicción a las drogas. Apenas llegan a casa, él demuestra su emoción, está feliz de haber visto su creación en pantalla grande, por fin estrenada y de recordar los elogios que le dieron. Pero ella no está contenta, por el contrario, algo le molesta y él no sabe qué es. No la ve, y tal vez nunca la vio. Luego de tanta insistencia, ella por fin se abre, él se ha olvidado agradecerle a ella en su discurso, a su novia, a su compañera, a quien fue la inspiración de su historia.
La guerra de los egos
Ella está resentida, y al parecer ese sentimiento lo tiene acumulado desde mucho tiempo. Y es así como la pareja comienza a hacer un repaso de su relación, entre pequeños monólogos y discusiones, mientras se pelean y se vuelven a amistar, mientras se seducen y se vuelven a rechazar. Uno lanza un dardo, y el otro responde, con esa intensidad que me recuerda a las películas de John Cassavetes. Se vuelve una lucha de egos, una competencia de quién hizo menos daño, quién la cagó más. Saltan los reclamos, las culpas, los cuestionamientos. Uno podría preguntarse si en verdad se aman, o por qué están juntos. Él es un narcisista, cruel y sin tino, un terrorista emocional, como ella lo llama, y ella se cansó de ser invisible.
Los diálogos parecen haber sido escritos para que nuestros protagonistas se luzcan, y es así, John David Washington y Zendaya hacen gala de un ejercicio dramático increíble, como si fuera un teatro filmado. Imposible no pensar en Secretos de un matrimonio de Ingmar Bergman, o algo más cercano, Historia de un matrimonio de Noah Baumbach. Coincidentemente en esa cinta, Adam Driver fue un director de teatro y Scarlett Johansson, su esposa actriz.
La condescendencia de la crítica de cine.
Malcolm aprovecha también para expresar su incomodidad por la crítica, y por esa condescendencia de los críticos blancos hacia películas de afroamericanos. ¿Halagan su trabajo solo porque es negro? ¿Hace falta mencionar su color en la crítica? ¿Diría lo mismo si fuera blanco? ¿Acaso eso también no es un tipo de racismo?. Irónicamente, el guion fue escrito por alguien blanco.
Malcolm and Marie es una interesante puesta en escena, dos personajes, un solo escenario, casi casi en tiempo real, pero quizás falla precisamente en esa teatralidad de los diálogos, esa acción y reacción, que no te deja tener claro “el fin” de la película, ese bucle de discusiones resulta finalmente un poco repetitivo que te da ganas de gritar ¡YA TENGAN SEXO DE UNA VEZ! O ¡YA TERMINEN DE UNA VEZ! Pero quizás es lo que Levinson quiso lograr, que el espectador sienta la tensión, y esa fragilidad de la pareja, y con estos dos actorazos, cumplió su cometido.