La monotonía de vivir se plasma brillantemente en Anomalisa
Es cotidiana la historia de comediantes, artistas y músicos que pese a sufrir de depresión, su mejor talento es hacer reír o detonar sentimientos de alegría en los demás, ya sea con una historia, un texto, una pintura o una canción.
Pero no es imperativo gozar de talento artístico para transmitir optimismo y buen humor a propios y extraños. Es típico también que existan motivadores “profesionales” sin estar motivados; lo cual construye la trama de Anomalisa (2015), un proyecto que nació como una obra de teatro en 2005, escrito por Charlie Kaufman bajo el seudónimo de Francis Fregoli.
Bajo el esquema conocido como crowdfunding, mecanismo colaborativo de financiación en el que inversores aportan cantidades reducidas de dinero con alto riesgo de no redituar, se desarrolló esta comedia animada para adultos.
Michael Stone (David Thewlis) es un hombre apático, en plena crisis de mediana edad, incapaz de consolidar relaciones interpersonales con éxito. Irónicamente es autor de libros sobre atención al cliente y superación personal.
Un día, cuando viaja a Cincinnati, Ohio, para promover su último libro en una convención en un hotel, conoce a Lisa (Jennifer Jason Leigh), admiradora de su trabajo y cuya peculiar voz y personalidad enamoran a Michael. Decide abandonar todo (familia incluida) para buscar la felicidad junto a Lisa, ya que debido a su nulo talento para socializar, percibe casi iguales a todos los que le rodean y con la misma voz (Tom Noonan).
La película toma una vida sencilla y le da un monstruoso retrato de cotidiana, rutinaria y detestable, lo cual inevitablemente genera cierto miedo a sentirse identificado. Aun así es una película entretenida, se disfruta cada instante gracias al emblemático humor negro de Kaufman, aderezado con brillantes diálogos que contienen mensajes “entre líneas”.
Como cualquier proyecto de Kaufman, no es nada simple e incita a la instrospección; a jugar un poco al filósofo y reflexionar y reflexionar; a que nuestra maquinaria cerebral trabaje, como lo ha hecho como guionista de Adaptation (2002), ¿Quieres ser John Malkovich? (1999), y como director debutante en Synecdoche, New York (2008).
Además, el fino detalle en cada elemento que conforma a los personajes, secuencias y escenarios animados, es tan realista que se torna tétrico, lo cual se logró por el Stop Motion realizado con maquetas de cuerpo completo para cada personaje, que fueron escaneadas y diseñadas digitalmente para crear todas las expresiones faciales. El resultado, 150 posiciones distintas de ojos y boca.
De acuerdo con el codirector Duke Johnson, los animadores tenían una meta diaria de dos segundos de animación por día: un total de 48 cuadros individuales. Tardaron tres años en animar los 118,089 cuadros que componen toda la película.
Recibió el Gran Premio del Jurado del Festival Internacional de Cine de Venecia 2015, después de proyectarse en el Festival de Cine de Telluride el cuatro de septiembre. Asimismo, fue nominada a mejor película animada en la 88 entrega de los Premios Óscar, así como a los Premios Annie y Globos de Oro en la misma categoría; además de Mejor Música y Mejor Animación de Los Angeles Film Critics Association. En total ha sido candidata a más de 50 nominaciones y tiene en su haber 18 premios.
En resumen, los directores logran desarrollar exitosamente el sello cinematográfico de Kaufman (la confusión, la reflexión y el pensamiento) a partir de una trama sencilla. Concretamente, un hombre promedio de mediana edad viviendo un affair durante un viaje de negocios, pero como se ha reiterado, es ese toque de Kaufman el que hace que todo lo ocurrido alrededor del eje conductor lo torne complejo y divertido. Anomalisa: cruda, desmotivadora, deprimente… ¡genial!