«Cryptozoo»: el refugio de la utopía

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“Las utopías nunca funcionan”, exclama uno de los personajes al principio de Cryptozoo (2021); una frase de la que el excéntrico John Hammond pudo haber aprendido una o dos cosas. La cinta animada —una extraña mezcla entre Parque Jurásico (Jurassic Park, 1993) y Sr. Link (Missing Link, 2019)— se vale de una de las preguntas que la ciencia ficción y la fantasía se han hecho: ¿qué pasa cuando el hombre quiere someter la naturaleza a su voluntad? A través de un estilo de animación poco convencional, y un sinfín de relatos mitológicos que conforman el panorama cultural global, este singular filme cuestiona el comportamiento humano ante lo que no entiende, aunque su desarrollo al final se decante por algo parecido a un blockbuster marca Disney —para adultos, por supuesto—.

Lauren (Lake Bell) es una investigadora e intrépida que, después de un encuentro con una criatura llamada baku —algo así como un minielefante japonés que se alimenta de los sueños de las personas—, ha jurado salvar a todos los críptidos (seres mitológicos que habitan el mundo) que pueda. Esta búsqueda, con la que pretende encontrar de nuevo al baku, es también una encomienda de Joan (Grace Zabriskie), una ambientalista que desea abrir un criptozoológico: un refugio en el que los críptidos puedan vivir seguros y en armonía. Pero la tarea no será sencilla, pues el ejército de EE. UU. les sigue los pasos de cerca para hacerse con el poder de estos seres.

Cryptozoo
Crédito: Fit Via Fi, Electro Chinoland, Washington Square Films, Low Spark Films, Cinereach, Magnolia Pictures

Ganadora en los festivales de Sundance y Berlín, Cryptozoo ha llamado la atención, sobre todo, por un estilo de animación inusual. Aunque este se basa principalmente en dibujos tradicionales —muy estilizados, eso sí—, su propuesta visual es muy parecida a la del stop motion. Esto resulta en algo vistoso y rara vez visto en el medio.

El director Dash Shaw (My Entire High School Sinking Into the Sea) y la animadora Jane Samborski producen una de las películas animadas más llamativas del último año. Las ideas con las que ambos cineastas se comprometen al inicio aluden a inquietudes de un mundo muy familiar que, si bien carece de los llamados críptidos, no duda en apartar a aquellos que son diferentes.

La introducción nos sitúa en la década de los 60, un momento de convulsión social y apertura: la pesadilla de cualquier gobierno conservador. La inesperada presencia de dos hippies, que se encuentran accidentalmente con el criptzoológico, advierte la muerte de la inocencia, así como el cuestionamiento que Parque Jurásico se hizo en un par de ocasiones —primero Michael Crichton y luego Steven Spielberg—: ¿es posible dominar la naturaleza por más que la intención sea buena? La utopía comienza ha resquebrajarse desde un prólogo protagonizado por estos personajes de la contracultura; lo que viene a continuación solo es la confirmación de que el sueño de una coexistencia pacífica —no solo entre humanos y animales— es imposible.

Cryptozoo
Crédito: Fit Via Fi, Electro Chinoland, Washington Square Films, Low Spark Films, Cinereach, Magnolia Pictures

Cryptozoo es una aventura —parecida a las de Indiana Jones y Lara Croft— con tintes psicodélicos que se añaden muy bien al contexto. Si bien lo que está en juego parece tener repercusiones globales, el conflicto realmente se centra en la visión del mundo de Lauren, una soñadora que cree que la unión entre críptidos y humanos es posible. Conforme avanza la cinta, la mujer ve sus ideas caerse a pedazos. La persecución por parte de los militares y la comprensión de que el fin no justifica los medios pronto ponen en duda sus ideales. Shaw y Samborski nos presentan un parque temático disfrazado de zoológico. Tanto Lauren como Joan defienden la creencia de que esta es la única manera de asegurar el bienestar de sus protegidos. El guion, por supuesto, se pregunta si las dos mujeres tienen la autoridad moral suficiente para tomar la decisión.

Por otro lado, un discurso progresista es perceptible a través de otros personajes. Phoebe (Angeliki Papoulia), por ejemplo, es una gorgona que todavía no asimila su cercanía a los humanos, a pesar de que está próxima a casarse. Además, en un inicio, su convencimiento de los planes de Joan no parece ser absoluto. Su temor a ser exhibida constantemente le impide entregarse a una vida ordinaria, como la que cualquiera que ha sufrido señalamientos hacia su origen desea. “La gente siempre teme lo que no entiende”, clama pensando en los peligros que conlleva la apertura del criptozoológico. Que “la inteligencia no tenga que ver con la apariencia” es algo que varios personajes —e igualmente en la vida real— no terminan de entender.

Cryptozoo
Crédito: Fit Via Fi, Electro Chinoland, Washington Square Films, Low Spark Films, Cinereach, Magnolia Pictures

Pero todas estas alusiones y connotaciones se topan con un cambio en la dinámica de Cryptozoo. Lo que empezaba como algo más introspectivo de pronto se convierte en una historia de acción; ahora, Lauren y sus aliados tendrán que vencer a sus perseguidores para salir victoriosos. Las explosiones, los asedios y los villanos unidimensionales sustituyen los conflictos internos, los cuestionamientos éticos y otros elementos que resultaban muy interesantes en la primera parte.

Aun cuando algunas de esas temáticas vuelven a ser recogidas hacia el final, queda una sensación de que Shaw se dejó llevar por el miedo a que su obra resultara poco amigable; hay que decir que no todos hallarán muy atractivo el estilo de animación que presenta. Es un tanto irónico que el acto en el que vemos al ejército invadir el zoológico —concebido como cualquier parque de Disney— guarde bastante en común con muchas cintas producidas por el todopoderoso estudio.

“Algunas cosas deben permanecer ocultas”, le dice una adivina con un posible vínculo con el baku a Lauren; consternada, esta contesta: “No, porque se pierden”. El intercambio, más una reflexión en conjunto que una confrontación, supone un dilema con distintas implicaciones. Con las instituciones persiguiendo —sutil o abiertamente— todo lo que sea diferente, Cryptozoo sugiere que la convivencia heterogénea permanecerá como una utopía. La contracultura y la diversidad podrían ser la llave para acercarnos, aunque sea un poco, a ese sueño; sin embargo, la destructiva naturaleza del hombre parece no tener rival.

Cryptozoo entretiene y maravilla buena parte del tiempo, especialmente si uno sigue series animadas para adultos como BoJack Horseman o cualquiera de Adult Swim. Pero su mayor valor reside en la labor técnica del equipo de Shaw —que también destaca por la música con tintes tribales de John Carroll Kirby— y en su apuesta por un concepto original sumamente estimulante.