“Oculus”, un miedo irracional a los espejos malditos
¿Cuántos de nosotros no hemos temido ver el reflejo de un espectro al mirarnos al espejo? Recurso muy cliché en el cine de terror (¿cierto?), ¡pero bastante efectivo! Más aún, pues seguro no somos pocos los que hemos pensado que detrás del vidrio se oculta otro mundo paralelo al nuestro. Por supuesto, hay quienes van más allá y aseguran que luego de mirar fijamente su reflejo por un tiempo considerable, éste comienza a tener movimientos propios. Si esto no ha sido suficiente para despertarte cierto temor, o al menos un poco de incertidumbre hacia estos cristales, quizá debas ver Oculus (2013), del director Mike Flanagan.
Tras haber estado recluido en una institución mental durante varios años, Tim (Brenton Thwaites/Garret Ryan) decide acompañar a su hermana Kaylie (Karen Gillan/ Annalise Basso) a la casa donde ambos pasaron su infancia. Sin embargo, esta pequeña excursión no es para rememorar viejos y buenos tiempos, sino para destruir de una vez por todas a un espejo maldito al que culpan por la muerte de sus padres.
Mike Flanagan, mismo director de Gerlad’s Game (El juego de Gerald, 2017) y de la serie de fantasmas del momento en Netflix, The Haunting of Hill House (La maldición de Hill House, 2018), presenta en esta película uno de sus trabajos que ya lo auguraban como una nueva promesa del cine de terror y el suspenso. Esto lo consigue al contar una historia que parte de una premisa bastante común: el miedo a los espejos; pero plasmada de una manera más que interesante y siniestra.
Para comenzar, la película está contada en dos tiempos pero simultáneamente, es decir, mientras una secuencia nos presenta la vida de Tim y Kaylie cuando eran niños, la siguiente nos los muestra como adultos, confrontando los traumas que vivieron en su infancia por culpa de un espejo que, sin decirnos el porqué ni explicándonos a profundidad el cómo, se encuentra poseído por una maldición que va más allá de lo fantasmal.
La trama, además, ocurre en un ambiente tanto sobrenatural como misterioso, pues mientras la parte de la historia donde ambos son niños está envuelta en una gran intriga, es durante su adultez que los hechos espectrales comienzan a ocurrir.
Esto le da un punto a favor a la película, ya que logra mantener hasta el final el verdadero secreto que ha arruinado la vida de Kaylie y su hermano. Flanagan consigue esto gracias a que en todas las secuencias en las que se nos muestra a Tim y a su hermana como niños, la trama se enfoca en presentar a sus padres como un matrimonio disfuncional; tan así, que el comportamiento del padre y la madre (Rory Cochrane y Katee Sackhoff) se va tornando cada vez más violento, incluso hasta llegar al grado de actuar más como bestias que como humanos.
Por otro lado, cuando vemos a los hermanos ser adultos, la película da vuelcos completamente sobrenaturales. Mientras que durante su infancia se nos explica que la desgracia que cayó sobre ellos pudo ser causa de errores humanos, cuando son mayores se nos deja en claro que lo que obligó a sus padres a cometer las atrocidades que hicieron fue un espejo con una maldición que data de siglos atrás.
Es precisamente este espejo el que agrega toda la intriga a la película, pues sin ser una cinta propiamente de fantasmas (aunque sí aparecen algunos), la sola presencia de este objeto dota de un aire sobrenatural a la trama. Esto se da gracias a que, más que un personaje, el espejo se convierte en un elemento que expide una fuerte presencia siniestra alrededor de los protagonistas.
De esta forma, el poder sobrenatural del espejo es uno bastante sencillo pero completamente mortal, pues ocasiona que toda aquella persona que viva en la misma casa donde éste se encuentra comience a tener alucinaciones que van desde el escuchar cosas, hasta el imaginarse cometiendo las peores atrocidades y mutilaciones corporales. Esta termina por ser la característica principal de Oculus, pues lo interesantes es el suspenso y la tensión que genera el no saber si lo que los protagonistas están viviendo es real o sólo parte de su imaginación, lo que dota al filme de una intriga bastante interesante.
Por otro lado, esto también se torna como un punto en contra de la cinta. Si bien hay escenas que pueden ser catalogadas incluso como gore, debido a la cantidad considerable de sangre que contienen, el abuso de este recurso termina por quitarle la sorpresa a ciertas secuencias, ya que después de un momento se logra intuir fácilmente qué es lo que ocurre dentro de la imaginación de los personajes, y qué es lo que ocurre en realidad.
Aun así, el final de la cinta termina por ser bastante sorpresivo gracias a la manera en que está contada la historia (presente y pasado), pues como bien dijimos antes, no es sino hasta el término de la trama que se descubre cuál y cómo fue la verdadera razón que atormentó a esta familia durante años. Asimismo, Flanagan consigue que nos preguntemos: ¿En verdad es irracional nuestro miedo a los espejos?