“Pet Sematary”, la resurrección de un clásico que se niega morir
Para algunos la muerte puede ser un lugar tranquilo, el último sitio al cual llegar una vez que se ha vivido para finalmente descansar en paz; para otros es sólo el término de un ciclo natural que no tiene nada de espiritual ni religioso, aunque también existen aquellos que la miran como el mayor enigma aún por resolver. De cualquier forma y sea cual sea la respuesta correcta, lo único seguro es una cosa: nunca es bueno regresar de ésta; tal y como lo demuestra la nueva versión de Pet Sematary (Cementerio de mascotas, 2019), de los directores Kevin Kölsch y Dennis Widmyer.
Louis (Jason Clarke) y Rachel Creed (Amy Seimetz) son un matrimonio recién llegado al pequeño pueblo de Derry, Maine, un sitio que prometía ser un nuevo inicio para ellos y, que en cambio, sólo les arrebató la vida de uno de sus hijos. Sin embargo el lugar también oculta un secreto en forma de un misterioso cementerio, un lugar maldito que al parecer tiene la capacidad de resucitar a los muertos; ahora la familia Creed deberá decidir entre dejar que la vida siga su curso o jugar a su favor con las leyes de la naturaleza.
Kevin Kölsch y Dennis Widmyer nos traen esta interesante pero a la vez inconsistente adaptación de la novela homónima de Stephen King, pues aunque resulta ser una historia bastante reconocida gracias a su primera versión fílmica de 1989 -dirigida por Mary Lambert- también se toma diversas libertades al cambiar elementos clave de la trama original que por momentos la dotan de gratas sorpresas, pero por otros, le arrebatan la esencia que hizo tan querida y terrorífica tanto a la novela como a la primera cinta.
A veces, vivo es mejor…
Pet Sematary no sólo es una de las mejores novelas de King, sino también una de las que más decentemente se han adaptado a la pantalla grande, por lo cual, crear un remake hubiera sido un enorme riesgo que habría llevado todas las de perder al tener la nostalgia en su contra a pesar de que hubiera sido una calca de éste; por ello, apostar por una nueva versión parece haber sido una decisión mejor, pues esto permitió que Kölsch y Widmyer dieran ciertos giros en la historia que de alguna forma la hacen sentir como un producto “fresco” en cuanto al cine de terror contemporáneo se refiere.
Entre estos giros está el haber agregado algunos cuantos (muy pocos, en realidad) jumpscares que tanto gustan al público que busca un miedo instantáneo, pues estos sustos de sobresalto ocurren en momentos precisos y sin llegar a la exageración. Asimismo la película cuenta con escenarios bastante sombríos y tenebrosos que ayudan a que el espectador se sumerja en una atmósfera lúgubre y fría.
Otra de las cosas por las cuales se agradece que Kölsch y Widmyer hayan resucitado esta historia, es la inclusión de elementos que no fueron tratados o lo suficientemente bien abordados en la versión de Lambert.
Ejemplo de esto es la mención del temible Wendigo, que si bien no aparece en pantalla, es un personaje sumamente importante en la novela, ya que gracias a él se explica parte de la mitología y las creencias que rodean al cementerio Micmac –además de incluirse en uno de los momentos más escalofriantes del libro-, por lo cual, es grato que en esta ocasión se le haya contemplado un poco más, aunque sea brevemente.
Otro elemento a tomar en cuenta es el nuevo Church, ya que aunque seguramente el público tiene bastante arraigada la figura del gato anterior, el nuevo minino presenta un salvajismo bastante digno, convirtiéndolo en uno de los elementos “sobrenaturales” más interesantes de esta cinta (y quizá de lo mejor de ella).
Por otro lado los cambios que los directores decidieron realizar a la historia ayudan a que la película no sea totalmente predecible, pues aunque son sumamente drásticos, respetan la idea principal de la trama, es decir, los peligros sobre jugar con la vida y la muerte. Sin embargo estas decisiones también resultan ser un arma de doble filo que si bien ayudan a darle un nuevo enfoque a la cinta, también disminuye en gran medida su nivel de terror.
A veces, muerto es mejor…
Como dijimos, si bien esta nueva versión cuenta con algunos giros interesantes, también tiene elementos que era mejor dejar sepultados, o al menos tratar de no revivirlos de una forma tan abrupta.
El primero de ellos y quizá el más lamentable es que en esta ocasión la presencia de Zelda (Alyssa Brooke Levine) brilla por su ausencia, lo cual es una ofensa tomando en cuenta que tanto en el libro como en la primera versión fílmica era uno de los personajes más aterradores (en parte por su aspecto andrógino al ser interpretado por un hombre), pues además de tener un trasfondo totalmente retorcido, triste y doloroso, también ayudaba a comprender mejor el miedo que Rachel tenía hacía el tema de la muerte, algo que queda prácticamente olvidado en esta nueva cinta.
Otro personaje que quedó relegado fue el de Victor Pascow (Obssa Ahmed), pues su presencia es bastante limitada a pesar de la importancia que este ser espectral tiene a manera de “ángel guardián” de la familia Creed. En cambio, en esta ocasión se muestra como un fantasma cuya aparición apenas influye en la trama y en las decisiones de los protagonistas, de quienes cabe decir, no cuentan con la suficiente empatía ni carisma como para que el público los acompañe en sus penas y temores.
Ahora, a estas alturas y tras haber visto el tráiler (por lo cual lo siguiente quizá ya no podría considerarse como un spoiler), es válido decir que el cambio más crítico en la historia es la muerte de Ellie (Jeté Laurence) en lugar de la de su hermano Gage (Lucas Lavoie), lo que genera que la película se sienta un tanto confusa.
Y es que a fin de cuentas la trama se tambalea principalmente por esto, pues Ellie no logra transmitir el mismo terror que Gage provocaba al ser una criatura inocente y tierna pero corrompida por el frío abrazo de la muerte. De igual forma, el dinamismo que Jeté Laurence le imprime a su papel es bueno, pero nada funcional a la historia, pues sumado a los cambios anteriores generan que efectivamente se esté mirando una nueva versión de Pet Sematary, pero que en esencia no se siente como una verdadera Pet Sematary.
Por otro lado, si algo se puede rescatar del final de la cinta es que al ser diferente a lo leído en el libro y a lo visto en la cinta de Lambert, da como resultado un desenlace un tanto inesperado que ayuda a que la historia no se muestre como una simple copia, sino que al menos intentó ser algo diferente, aunque por desgracia no lo haya conseguido del todo.
En resumen, esta nueva adaptaciónes un intento atrevido de contar una historia ya conocida, pues sus cambios en la trama la ayudan a separarse de la original, ya que aunque cuenta con varios guiños y referencias tanto al libro como a la cinta anterior, se arriesga a llevar los momentos clave hacia otro rumbo para relatar su propia versión; algo que quizá acepte el nuevo público, pero que seguramente aborrecerán los más fieles a la novela y la cinta de 1989.
Y es que al final, estos cambios son tan drásticos que fácilmente provocan que la trama pierda gran parte de su esencia, pues desgraciadamente se olvida de los puntos más aterradores que la hicieron tan reconocida.