“Mother”, una oscura dedicatoria al amor maternal
El concepto de proteger lo que amamos incondicionalmente está relacionado, casi de forma innata, a la figura materna. Sin importar los horrores que la mujer experimente, calle o esconda para resguardar a su familia, su fortaleza —muchas veces disfrazada de vulnerabilidad —resulta un potente elemento dramático dentro de la industria cinematográfica.
Lejos de utilizar este recurso con afán sensacionalista o caricaturesco, el director surcoreano Bong Joon-ho nos presenta un relato de lucha desesperada que no cae en tragedias burdas o en impactarnos con acciones que no tengan un profundo trasfondo.
En Mother (Madeo, 2009) una introvertida madre, que provee de hierbas y acupuntura ilegal a los vecinos, hace lo posible por mantener a su hijo Do-joon, quien sufre una discapacidad mental. Con lo anterior y el desarrollo de los eventos, resulta difícil no empatizar con la protagonista y la sensación de que su círculo debe subsistir en un mundo en que no tiene cabida.
Sin embargo, su imperfecta burbuja de estabilidad se destruye cuando su hijo es acusado del brutal asesinato de una joven en un edificio abandonado. Aquel conflicto nos cautivará con una interrogante que nos mantendrá atentos durante todo el largometraje: ¿es la atribución del crimen errónea?
Cada secuencia de altibajos nos volverá más íntimos con la madre, interpretada por la veterana Kim Hye-ja, quien derriba todos los “peros” a la hora de demostrar la inocencia de su vástago, el cual no es capaz siquiera de brindarle un testimonio coherente y verosímil a la policía.
A través de las interacciones con aquella institución, Bong reitera su incompetencia ya apreciada en Memories of Murder (Salinui Chueok, 2003), donde existe la prisa de encontrar un culpable para cerrar el caso, sin realmente importar la evidencia o los métodos para demostrar el ilícito.
Con este escenario en contra, y un franqueza muy cruda, la cinta logra que gente real —común y corriente, identificable y que hemos visto en alguna ocasión —obtenga un atractivo mayor que cualquier personaje ficticio que nos ofrezca aventuras que no podremos vivir, fantasías inconmensurables o exageraciones de las ambiciones tradicionales de la sociedad.
La premisa parece simple. Es el engaño al que el director suele someternos dentro de su trabajo. Cuando la mujer entiende que las autoridades no estarán a su favor, emprende su propia búsqueda sobre lo que pasó. Rastrea a amistades de su hijo que tienen dudosas aficiones, visita el lugar donde se cometió el asesinato, indaga las conexiones de los implicados e intenta contactar con testigos que puedan esclarecer los acontecimientos de aquella noche en que su pariente llegó ebrio a casa.
Cada minuto de la película ofrece un cocktail único de Joon-ho que mezcla tragedia griega, cine negro, idiosincrasia coreana, un ácido humor y atisbos de Hitchcock. Un arco de suspenso en que detalles que parecen pequeños sofocan y donde grandes hitos nos distraerán para confundirnos con emociones incómodas. Situaciones que nos cuesta que una madre viva por la connotación digna que le atribuimos en su mayoría.
La tensión narrativa nos controla como espectadores. Los golpes de melodrama sofisticado, los giros de trama y el concepto de que algunas mujeres no saben de leyes, lástima o fronteras a la hora de subyugar sus propias vidas por sus hijos, nos conmueven en un thriller que se toma su tiempo. Lo anterior, sin necesariamente santificarlas bajo sus acciones.
Con Mother, el cineasta vuelve a sus raíces con pequeños personajes y pequeñas localidades que manifiestan enormes alcances. Contrario al éxito de su blockbuster The Host (Gwoemul, 2006), Bong regresa a una línea plenamente humana en que la comedia manipuladora se cuela cada vez que tiene oportunidad. En que la provocación nos asalta cuando los sucesos resultan infinitamente más banales de lo que esperábamos.
La producción, como es impronta de su autor, altera los géneros establecidos por la industria para construir una oda a la progenitora y también para confirmar su técnica para hacer de la ironía un arte.
Su nivel de minuciosidad atrapa inclusive al título de su obra, con el que aprovecha las diferencias fonéticas entre el inglés y el coreano: tanto “mother” como “murder” (asesinato) se escriben igual cuando son traducidas a caracteres del país asiático. En un juego al respecto, el filme se hunde entre el límite de ambas.