Mother!, la reseña perversa
“¡Madre mía! ¿Qué diablos acabo de ver?”, la reacción típica en el resto de los asistentes a la misma función de cine que yo. Esperaba un poco más de criterio artístico o, por lo menos, interpretación reflexiva por parte de una audiencia en una sala VIP. Y así fue que mi sospecha se confirmó: la nueva cinta de Darren Aronofsky sólo se exhibió en este tipo de salas para lucrar con el snobismo tan característico de la clase media de mi país.
Considero que no es suficiente ir a calentar la butaca por unas horas. Vale la pena ver la película y tomarse un café o una cerveza para discutirla después o mínimo pensarla y pensarla de nuevo mientras se regresa a casa en el automóvil a través de la ciudad que hemos construido para nosotros.
Más allá del mensaje del director
Mother! establece una clara crítica profunda y controversial a nuestra sociedad. Es mágicamente perverso que esto se haga sin mencionar explícitamente a un solo personaje o suceso histórico específico, sino de una manera secante que perfora y cuestiona las costumbres de la sociedad humana a través del tiempo, sobre todo aquellas que rodean nuestra necesidad por explicar nuestra existencia y propósito. “El poeta nos ha dicho que debemos compartir”. ¿Compartir o apañar lo más que podamos de lo que nos rodea?
La cinta merece ser vista dos o tres veces para experimentar lo más cercano a la catarsis estética que se pueda y para intentar dar sentido a cada uno de los detalles narrativos y visuales de la propuesta. Más allá del polvo amarillo en frasco medicinal y el horrible sapo. ¡Allá donde se nos explique porqué rayos seguimos sentándonos en el lavabo a pesar de que se nos ha dicho que no está propiamente fijado aún!
Sobre lo siniestro y el bebé devorado
En las primeras horas de la cinta, Aronofsky nos regala la belleza inexplicable de lo siniestro, lo feo de situación. Poco a poco la casa se va llenando de huéspedes inesperados y la tensión crece con cada uno de ellos. Algo está mal, pero no podemos decir con claridad de qué se trata. Ansiosos por conocer qué sucederá después, comemos palomitas, pasivos y expectantes, como en los primeros años en los que notábamos que el medio ambiente estaba cambiando, las estaciones climáticas ya no eran lo mismo y la Tierra parecía mandarnos un mensaje sutil. ¡Bueno hubiera sido que nos mandara al carajo desde un principio! Y así nos evitamos todo esto.
Después el bebé es devorado en un acto de canibalismo solemne, una brutal propuesta que desdibuja los límites entre lo santo y lo profano. Un combo máximo entre lo perverso y lo abyecto, lo sádico y lo decadente. De la misma manera en que aquellas imágenes religiosas del martirio de algunos llamados santos, cubiertos en sangre y dolor resultan bellas para los creyentes. ¿Podemos entonces justificar las acciones de los seguidores del poeta y decir que al menos accedieron a lo divino? ¿o sólo se llenaron las manos de sangre inocente?
Con esta escena llena de tensión visual y narrativa, Aronofsky apunta, dispara y coloca la bala crítica justo entre los ojos de la Iglesia y la religión. Duro contra el fanatismo y el resultado de la obsesión humana.
¿Qué hay detrás de la llaga y la gran explosión?
Cerca del final y después de la gran explosión, la metáfora visual más científica de toda la película por sus lazos con el Big Bang, una versión monstruosamente chamuscada del personaje de la Madre Naturaleza, accede a que el poeta eviscere lo que queda de su seco corazón para que éste pueda intentar todo una vez más. No es la primera propuesta escatológica de la película, pues Adán vomita en el excusado y una llaga entre los tablones guarda casi tanto misterio e importancia como si se tratara de un personaje más.
Sin embargo, Aronofsky otorga un claro énfasis fotográfico de plano detalle a la extracción del órgano vital para conferirle un significado casi poético. De esta manera, se da a entender que la húmeda llaga en los tablones, que se presenta a lo largo de toda la cinta, no es sólo una referencia a la vagina, como símbolo remanente de la feminidad de la Madre Naturaleza y como fuente de toda vida humana, sino también como una clara referencia que anuncia aquella herida que el personaje interpretado por Javier Bardem ha de perforar en el pecho de Jennifer Lawrence.
Existen más una decena de lecciones en Mother!, esta reseña es sólo una cucharada de aquellas con un toque de perversión. No está de más decir que no hay duda de que el espectador curioso y morboso no pudo evitar buscar mother ending explained en Google o YouTube cuando llegó a la comodidad de su casa.