«Un beau soleil intérieur» de Claire Denis es una vuelta de tuerca a la comedia romántica
Conocí a Claire Denis gracias a Trouble every day, película del 2001 que se presentó en la Selección Oficial de Cannes. Igual que el público y los críticos del festival, me quedé boquiabierto. Por un lado, se trata de una historia de violencia animal, una fiesta sangrienta de los instintos; por el otro, tenemos el deseo como la motivación principal de los protagonistas, todo con el ambiente erótico creado por la directora francesa: jamás había visto algo tan desagradablemente precioso. Este año Denis vuelve a Cannes para inaugurar la Quincena de Realizadores con Un beau soleil intérieur, una comedia romántica bastante ligera, teniendo en cuenta el estilo al que nos ha acostumbrado.
Desbaratar un género común
Aunque el filme puede adscribirse al género de la comedia romántica, supone también la descomposición del mismo. El retrato de las relaciones amorosas, especialmente entre adultos de la mediana edad en el hipermodernismo actual, es sincero y lleno de intimidad. Hay elementos comunes del género, clichés que de ninguna manera son nuevos, pero que son trastocados con bastante sutileza. Ejemplo de ello es el uso del vestuario como elemento esencial para comunicar el estado de ánimo de Isabelle; un recurso que el género suele utilizar de manera muy marcada, volviéndolo parte fundamental de la trama, pero que Denis incorpora en grado sumamente simbólico.
Cátedra de actuación
Para que una película que deja tanto en manos del protagonista principal funcione, es muy importante la selección del actor. En el caso de Un beau soleil intérieur, Claire Denis y Christine Angot prácticamente escribieron el guión pensando en Juliette Binoche (Tres colores: Azul, El paciente inglés, Chocolat), quien puede perfectamente con el peso de un papel complejo y contradictorio, que puede ser tan odioso como adorable. La dupla de actriz y directora fructifica en una cátedra de actuación como pocas.
Estructura fragmentaria
Con un discurso fragmentario que se opone a la idea de “arco dramático” que compone a los éxitos cinematográficos y televisivos de la comedia romántica, construida por la consecución de viñetas, momentos o instantes, la película tiene un ritmo único que vuelve irrelevante el orden cronológico. El filme es una adaptación de Fragmentos de un discurso amoroso del semiólogo, filósofo y escritor Roland Barthes, a lo que obedece el estilo narrativo. En la búsqueda del amor, la protagonista se cruza con hombres de distintas edades y procedencias, pero los encuentros parecen destinados a la angustia y la inconformidad.
Soledad posmoderna
Al igual que el libro de ensayo de Barthes, Un beau soleil intérieur señala, por medio de la vida de Isabelle, que el discurso amoroso en nuestra sociedad individualista es de extrema soledad; si antes se decía que sólo los enamorados podían entenderse entre sí, hoy es posible afirmar que a veces ni siquiera el enamorado es capaz de descifrarse a sí mismo.
A la caza del amor
Isabelle es una artista divorciada y madre soltera que parece buscar el amor verdadero, pero que sólo encuentra relaciones decepcionantes. La historia deja de lado su quehacer como artista, o la relación que lleva con su hija, para centrarse en sus experiencias amorosas con el hombre. Esta dinámica, que nos regala escenas sensuales que concentran su poder en la hermosa filmación de los cuerpos en movimiento, adopta el punto de vista femenino con verosimilitud y sencillez, regalándonos una crítica contra el conservadurismo, el esnobismo y el machismo de excelente factura técnica; una obra ingeniosa acerca de los límites, cada vez más difusos, entre el amor y el sexo.