Todo el dinero del mundo: nueva proeza de Ridley Scott que deja indiferente
En 1973, el nieto favorito del hombre más rico del mundo, Jean Paul Getty (Christopher Plummer), fue secuestrado en Roma. Ignorando a la madre del joven en cautiverio, Gail (Michelle Williams), Jean Paul Getty decidió enviar a un agente privado a resolver la situación, Fletcher Chace (Mark Wahlberg). Todo, por no querer pagar los 17 millones de dólares que pedían sus raptores, una cantidad irrisoria para tal figura. Sin embargo, para Jean Paul Getty, entregar dicha suma de dinero significaría perder respeto e incentivar a más secuestros futuros. All the money in the world adapta ese hecho histórico en un thriller que enfrenta la ambición material con la miseria interior.
La película de Riddley Scott es, por encima de todo, un verdadero milagro. A un mes del estreno de la película, el director tuvo que reemplazar a Kevin Spacey por Christopher Plummer. No estamos hablando de un personaje secundario, sino del título de la cinta, del principal villano y del punto de reflexión sobre el que se apoya toda la tesis. No es solo sustituir a Spacey, es empezar de nuevo. Y contra todo pronóstico, Plummer es lo mejor del relato: uno estático, poco estimulante y con algunos mensajes demasiado acentuados. All the money in the world no es la nueva joya de Ridley Scott, pero sí su nueva proeza, una que ha logrado con 80 años.
Dejando de lado esa hazaña, All the money in the world deja indiferente. Es un buen thriller de secuestros con un estilo oscuro y personal, elevado por unas interpretaciones potentes (Plummer y Michelle), pero con una estructura irregular, poco sugestiva y, sobre todo, un mensaje machacón. Aquí se describe a ese 1%, a esa clase privilegiada sintetizada en el personaje de Plummer, y se enfrenta al amor de una madre que no puede comprender lo que está pasando. La ambición y el materialismo contra lo realmente valioso y lo humano. No es algo nuevo, pero es interesante cómo se trata adaptando un hecho real. El problema es el bombardeo, uno tan constante que al final se convierte en una moraleja que parece escrita en la pantalla. En ese aspecto, All the money in the world recuerda a Suburbicon (Suburbicón, 2017): una película con estilo propio que pierde emoción cuando el director coge el micro y se pone a hablar.
Porque All the money in the world es la nueva odisea de Ridley Scott, y quizá una que, teniendo en cuenta los factores externos, solo un director con tal dominio y experiencia podría haber sacado adelante. También una que se agradece y despunta tras trabajos como The Counselor (El Consejero, 2013), Exodus: Gods and Kings (Exodus: Dioses y reyes, 2014) o quizá Alien: Covenant (2017). Sin embargo, sigue siendo un thriller con falta de emoción, irregular y excesivamente moralizador; uno que quizá se recordará más por la superación de dificultades logísticas que por méritos del propio relato.