«Psicosis», la saga completa de un enfermizo amor entre madre e hijo
El amor entre madre e hijo es quizá el lazo sentimental más fuerte, indestructible y tierno que existe, sin embargo, la historia nos ha demostrado que este tipo de relación también puede llegar a ser tan toxica que en ocasiones rayaría lo enfermizo. El ejemplo perfecto de ello es un hombre conocido como Edward Theodore Gein (1906-1984), quien a simple vista parecía ser alguien tranquilo e inofensivo pero que, en el fondo, era un sujeto totalmente trastornado e incapaz de diferenciar entre la realidad y la fantasía.
Para no indagar mucho en este tema simplemente mencionaremos a grandes rasgos lo más sobresaliente en la vida de Ed Gein, pues es aquello que está altamente relacionado con el legado de este hombre en el cine. La época a la que nos referimos es al año de 1957, cuando un par de agentes policíacos se adentraron en una casa en la que encontraron un horror como pocos.
Tras la desaparición de Bernice Worden, y luego de que las investigaciones apuntaran a Ed Gein como el principal sospechoso de ello, dos policías se decidieron por ir a interrogarlo a su casa, sin embargo, al momento de entrar allí lo que encontraron fue un auténtico chiquero rodeado de huesos humanos y alguno que otro órgano putrefacto. Eso no fue todo, pues cada rincón de la casa guardaba sorpresas tales como un cinturón de pezones, cráneos cortados a manera de servir como platos, cabezas humanas, muebles y paredes forradas con piel humana y, por supuesto, un traje con la forma de cuerpo de mujer (literalmente).
No obstante, la única habitación que se encontraba intacta era la de Augusta T. Lehrk, quien habría fallecido en 1945 y que no era otra sino la madre de Ed. Posteriormente, las investigaciones policíacas y psicológicas arrojaron que durante toda su infancia este hombre estuvo subordinado a los extremos mandatos de su mamá, lo que generó un terrible trauma que terminó por convertirlo en un asesino y ladrón de tumbas, quien únicamente buscaba coserse un vestido de mujer -hecho con la piel de otras mujeres- para luego vestirse con él e imaginar que, aunque sea por un momento, su madre había regresado a la vida a través de su cuerpo.
¿La historia suena conocida, cierto? Y no es para menos, pues los hechos que Gein cometió inspiraron grandes filmes como The Texas Chainsaw Massacre (La masacre de Texas, 1974) pero también a escritores como Robert Bloch, quien escribiría una novela que en 1960 sería llevada al cine a cargo de Alfred Hitchcock bajo el título de Psycho (Psicosis). En esta ocasión nos enfocaremos a recordar esta última saga.
Psycho (Piscosis, 1960)
Junto con Peeping Tom (El fotógrafo del pánico, 1960), Alfred Hitchcock creó con Psycho uno de los antecedentes del género slasher, pues en esta película ya se nos presenta una mezcla de asesinatos, trastornos mentales y, por supuesto, uno de los mejores psicópatas del cine.
En Psycho vemos la historia de Marion Crane (Janet Leigh), quien luego de robar una gran cantidad de dinero decide huir. Una vez lejos de la ciudad se instala en el Hotel Bates, un lugar alejado de todo rastro de civilización. Allí conoce a Norman (Anthony Perkins), el administrador del sitio. Lamentablemente, la madre de este hombre se siente amenazada por Marion al creer que “le robara” a su inocente hijo luego de seducirlo con “sus artimañas de mujer”, es por ello que decide matarla para que no destruya la paz de su familia. Luego de esto, la hermana de la joven asesinada comienza una serie de investigaciones que culminarán en la revelación de un horrible secreto.
Esta película dirigida por Hitchcock resulta ser la mejor estructurada de las cuatro, pues mediante su historia, pero sobre todo en los últimos minutos, logra crear un excelso perfil psicológico de los protagonistas. Además, no está de sobra mencionar que todos y cada uno de sus planos, así como el ritmo de la trama ayudan a crear un suspenso magistral, lo cual ocasiona que al momento de que el espectador conoce el verdadero y horrible secreto tras las paredes del Hotel Bates, sea uno de los más grandes finales en la historia del celoluide.
Psycho 2 (Psicosis 2: el regreso de Norman, 1983)
Más de 20 años tuvieron que pasar para que Norman Bates saliera del psiquiátrico al que fue ingresado tras los eventos ocurridos en la primera parte. Ahora, tras un largo tratamiento psicológico, este hombre parece haber superado todos sus traumas, por lo que está listo para reinsertarse en la sociedad y llevar su vida de antes. Por desgracia hay personas que no opinan lo mismo, así que se encargarán de hacerle la vida imposible a Norman; con lo que no cuentan es que la señora Bates no dejará que nadie toque a su pequeño niño.
Esta segunda parte dirigida por Richard Franklin y con un guion de Tom Holland representó el exitoso retorno de Norman Bates. Sin embargo y por obvias razones, la historia no necesariamente es idéntica a su antecesora, sino que esta vez se aleja del suspenso para inclinarse hacía el slasher, lo cual no quiere decir que sea mala, pues con un par de giros de tuerca se logra crear una cinta con la misma trama pero desarrollada desde otro punto de vista, donde al final se nos hace ver a Norman como la víctima y no como el verdugo.
Pyscho 3 (Psicosis 3, 1986)
Fue en 1986 cuando el actor Anthony Perkins llegó al Festival de Sitges con un gran anuncio, pues informó que de ser siempre el antagonista de las entregas anteriores esta vez no sólo sería Norman, sino que también estaría a cargo de la dirección de esta tercera entrega. Respecto a esto, el actor comentó en aquel entonces que “Puede que no tenga experiencia como director, que no conozca todos los trucos del oficio, pero estoy seguro que nadie sabe tanto de Norman Bates como yo”, asegurando que si decidió volver a protagonizar la segunda cinta de esta saga “fue para ganarme el derecho de dirigir una nueva continuación”.
Esta tercera parte resulta ser la más floja de las cuatro, pues entre la inexperiencia de Perkins como director y las grandes dosis de humor negro, sexo y gore que Charles Edward incluyó en el guion, dan como resultado que la película se aleje casi por completo de lo planteado en las anteriores. En esta ocasión, Norman regresa de nueva cuenta al hotel, donde conocerá a Maureen Coyle, una mujer psicológicamente inestable que le hará revivir los traumas que vimos en la primera parte.
Psycho 4: The Beginning (Psicosis 4: el comienzo, 1990)
Luego del tropiezo que significó la tercera parte, el reconocido director Mick Garris decidió tomar las riendas para darle una conclusión a esta saga. Fue así que en 1990 el mundo vio surgir el nacimiento de Norman Bates.
Psycho 4: The Beginning se enfoca especialmente en la infancia y adolescencia de Norman Bates, pues mediante la interpretación de Perkins como el viejo Norman y Henry Thomas como su versión adolescente, el filme se va intercalando para contarnos paso a paso el nacimiento de este psicópata mediante una llamada telefónica que el mismo protagonista realiza a un programa de radio para dejar al descubierto su vida.
Lamentablemente la culminación de esta saga es apenas mejor que su tercera parte, aunque hay quienes aseguran (quizá los más melancólicos) que Mick Garris supo darle un final digno a la franquicia. Esta cinta se estrenó directamente en televisión.