Festival Internacional de Cine de Toronto: lo que vimos el quinto y sexto día
American Woman (Jake Scott)
Tras Welcome to the Rileys (2010), Jake Scott vuelve a los dramas familiares. Esta vez, narra la historia de una madre soltera cuya hija es secuestrada, viéndose obligada a criar a su nieto. La trama se extiende durante el transcurso de 10 años, tiempo en el que podemos ver las diferentes etapas por las que la madre va pasando. American Woman es una de esas obras comunes que son elevadas gracias a una actriz principal que dimensiona el relato.
Sienna Miller es la razón por la que American Woman funciona. Madre soltera desde los 16 años, al comienzo la vemos con un carácter fuerte, pero a la vez salvaje e irresponsable; a medida que los eventos van sucediendo, se transforma en una mujer capaz de cuidar a los que la rodean. Es una evolución hacia la madurez que detona a raíz del secuestro y se va moldeando con todas las hostias de la vida, sobre todo a causa de la incapacidad de cerrar el episodio de su hija (no saber qué le pasó) y, del mismo modo, a través de las experiencias negativas que tiene con varios hombres. Christina Hendricks también es fundamental en el rol de su hermana, una que vive en la calle de enfrente con su marido y cuida de la madre de ambas. La una y la otra mantienen un vínculo estrecho pero al mismo tiempo chocan sin parar; ella es una imagen que recuerda a la protagonista todas las malas decisiones que ha hecho a lo largo de su vida, todo aquello que ha perdido.
American Woman funciona como drama familiar gracias a las dinámicas que desarrolla dentro de esa esfera, así como una interpretación principal ágil que carga con todo el peso de la narración.
First Man (Damien Chazelle)
Con Whiplash (2014) y La La Land (2016), aparte de adjudicarse un sitio privilegiado en Hollywoood, Damien Chazelle nos hizo creer que el jazz sería el motor que movería su filmografía. En First Man, sin embargo, el cineasta demuestra ser capaz de narrar sobriamente uno de los acontecimientos estadounidenses más relevantes de la historia. Y a pesar de confiar en exceso en el contenido héroe que fue Neil Armstrong (aquí un Ryan Gosling desganado), el realismo y la tensión que el director logra durante las secuencias espaciales son suficientes para justificar todo el trabajo.
First Man comprende un periodo de 9 años, de 1961 a 1969, narrando cronológicamente cómo Neil Armstrong pasó de ser un recluta modesto de la NASA a comandante del Apollo 11. Hay un buen equilibrio entre vida personal y profesional, con un interés especial en contar cómo la segunda absorbe a la primera. Claire Foy es una Janet Armstrong poderosa, tanto que supone un personaje más interesante que el propio protagonista. Ryan Gosling juega a la inexpresividad de Drive (2011) o Blade Runner 2049 (2017), algo que no se sostiene demasiado bien debido al contexto grandilocuente que le envuelve. Damien Chazelle nos recuerda en cada escena la responsabilidad que carga a sus espaldas: su país le necesita en la carrera espacial, todo el mundo está observando. Ese énfasis en la trascendencia del contexto choca con el punto de vista único sobre un héroe inexpresivo y repetitivo que trata a sus hijos como si fueran periodistas. Es complicado seguirle durante 133 minutos sin aburrirse y preguntarse el porqué. Incluso el reencuentro final entre Neil y Janet carece de humanidad.
La película brilla, sin embargo, en las secuencias espaciales, adquiriendo muy inteligentemente un tono realista al situar la cámara en el interior. Se palpa la tensión, la claustrofobia y el terror que los astronautas debían pasar por encima de esa visión de grandeza poética predominante en el medio: el sentimiento de aleatoriedad, de no tener el control, de saber que cualquier factor diminuto puede iniciar una cadena de errores hasta desembocar en un final fatal es aquí real; los vehículos parecen desmontarse con cada nueva combustión; nuestra cabeza da vueltas cuando los pilotos pierden momentáneamente el control. Técnicamente, es una aproximación visceral al espacio como pocas veces hemos visto. Justin Hurwitz también pone su granito de arena a través de composiciones más sobrias a las que nos tiene acostumbrados, aunque algunas de ellas nos recuerden a las claves de La La Land.
First Man es una película con aciertos técnicos y escenas espaciales fascinantes, pero se nubla por tener demasiada confianza en un héroe americano tedioso, por llevarnos de la mano de alguien poco humano con el que es difícil simpatizar.
Roma (Alfonso Cuarón)
El último trabajo de Alfonso Cuarón, ganador en Venecia, es el caso contrario: una obra que rebosa humanidad. Contextualizada en los años 70 en el barrio de Roma (México), la narración sigue el día a día de Cleo (Yalitza Aparicio), una trabajadora doméstica que vive con una familia de clase media.
Roma es una de esas películas en las que aparentemente no sucede nada, pero poco a poco va creciendo con una fuerza fascinante, tratando con sutileza y espontaneidad temas trascendentes, encontrando imágenes poderosas en lo cotidiano. El universo está creado desde la memoria de Alfonso Cuarón, quien dedica la obra a su madre, y quizá es esa perspectiva tan autoral (dirige, escribe y filma) la razón por la cual cada plano y cada movimiento de cámara parecen estar observando la realidad, no creándola; cuesta creer que detrás de Roma haya un guion, una planificación. Una representación tan sincera y honesta es un logro increíble, y aquí Cuarón la domina plenamente, evocando algo tan complejo como la vida misma. Tanto, que los momentos que serían dramáticos en una película más convencional aquí se asumen como parte de un proceso natural.
Técnicamente, el trabajo de cámara es discreto, con una fotografía en blanco y negro que brilla en los planos generales: la ciudad, el paisaje, el mar. La función es tan simple como observar, ser lo más trasparente posible. Eso no impide, sin embargo, algunas filigranas formales que crean escenas poderosas, como un travelling lateral que sigue a Cleo desde la orilla hasta dentro del mar mientras trata de rescatar a dos de los hijos de la familia.
Al priorizar y poner delante de la cámara lo que suele estar en el fondo, Roma da la sensación de no tratar directamente ningún tema, y es posible que así sea. En esa meditación de la vida, sin embargo, encontramos un conjunto de reflexiones alrededor de la maternidad, la familia, el amor y, en general, las relaciones humanas. En su contexto, también nos envuelve la situación de México en los años 70: la diferencia de clases en la sociedad, el conflicto por las tierras entre nativos y “gringos”, el racismo entre ambos grupos, las revueltas estudiantiles reprimidas con violencia. La obra es una descripción detallada del país y de la sociedad en la que se crió el director.
Con Roma, Alfonso Cuarón ha concebido su película más personal, y seguramente su mejor trabajo. El cineasta limita los recursos más básicos que tiene el medio para dramatizar (o los abandona, como la música), con el objetivo de evitar cualquier barrera artificial entre la butaca y lo que sucede en pantalla, construyendo un puente directo entre la audiencia y su obra: durante 135 minutos, observamos algo tan sencillo y tan complejo como la vida.
The Sisters Brothers (Jacques Audiard)
La primera película de habla inglesa de Jacques Audiard es un western tragicómico que retrata las convenciones más clásicas del género (persecuciones, tiroteos, sangre, robos, duelos) con un tono tan divertido y entretenido como crudo y severo. La obra se sitúa en 1850 y se centra en Eli (John C. Reilly) y Charlie (Joaquin Phoenix), dos hermanos bandidos que intentan cumplir un contrato que el Comodoro les ha facilitado: encontrar a un hombre y darle caza.
El principal atractivo de la película es cómo evoluciona la jerarquía y la relación entre los dos hermanos. Charlie es el supuesto líder, pero pronto nos damos cuenta de que no utiliza la cabeza todo lo que debería, además de tener un problema serio con el alcohol; Eli, sin embargo, es más inteligente, y también más consciente de las barbaridades que ambos cargan a sus espaldas. Eli quiere, algún día, abandonar esa vida criminal, mientras Charlie no se puede imaginar salir de ella sin los pies por delante. John C. Reilly tiene aquí un papel perfecto para explotar su lado cómico y, a su vez, rodearlo de situaciones tensas y dramáticas. Las dinámicas que se crean entre ambos son interesante, y cómo poco a poco Eli va tomando decisiones y conduciendo más y más la narración funciona estupendamente. Jake Gyllenhaal y Riz Ahmed completan un reparto que rema en la misma dirección.
The Sisters Brothers es un western sólido que sintetiza todo lo que nos gusta del género y, al mismo tiempo, añade una dinámica buddy film que eleva la narración y saca lo mejor de un dúo de actores de primer nivel.