El Cadáver podría iniciar una nueva era de terror sobrenatural

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Un lúgubre recinto en el que se encuentra alguien en sufrimiento, cubierto en llanto al borde de la locura por atestiguar horrorizado el bestial comportamiento de una muchachita con el cuerpo retorcido, amarrada a la fuerza, mientras valerosos sacerdotes o espiritistas combaten su fuerza bruta, insultos, blasfemias, maldiciones, golpes y pataleos; es algo que se ha visto en múltiples ocasiones durante el clímax de cualquier película de posesiones satánicas, temática que se ha exprimido hasta dejarla en crisis. Con ganancias en taquilla, pero de contenidos pobres y repetitivos. Sin embargo, El Cadáver (The possession of Hannah Grace), recién estrenada en México y dirigida por el holandés Diederik van Rooijen, toma esta fotografía como prólogo para dar un giro a la estructura típica del terror sobrenatural.

Aquí no hay un proceso degenerativo en el cuerpo y alma de la víctima, sino que arranca la historia cuando la posesión satánica de Hannah (Kirby Johnson) se encuentra en su punto más álgido, tan así que no tiene oportunidad de sobrevivir el fallido exorcismo.

Pasan tres meses del trágico deceso de Hannah y conocemos a Megan (Shay Mitchell), una ex policía que se encuentra en uno de los peores momentos de su vida. Ha tocado fondo al perder su trabajo, a su pareja y hasta (por momentos) la cordura. Su única salvación es un trabajo de noche que la aleje de las tentaciones de la vida nocturna, por lo que toma una única oportunidad laboral: recepcionista en una Morgue.

Una noche recibe el cuerpo de Hannah, mutilado, quemado y golpeado, con una tétrica mirada semejante a la de las esculturas de Santos y mártires en iglesias, sin vida pero vigilantes a cada movimiento de quien les mire fijamente. Es aquí donde despierta el interés por ver qué sigue y cuál es el objetivo del demonio.

A diferencia de otras películas de su tipo, en las que se desarrolla una exhaustiva investigación del fenómeno paranormal, entre devotos y escépticos, El Cadáver va al grano: todo gira en torno a las fechorías del ser maligno que habita en el maltrecho cuerpo de Hannah, cuyo aspecto le da una apariencia como de bruja o criatura primitiva, totalmente incivilizada y fuera de sí. Aquí el diseño de sonido es un elemento clave al dar un toque repulsivo a cada escena violenta del filme, sin necesidad de ser explícita o valerse del gore para generar impacto visual.

Sin embargo, un poco de crítica social, política o hacia el clero no le hubiera hecho mal. Por ejemplo, aunque no muy exitosa, Estima (1999) critica la opacidad de la iglesia y  sus secretos para mantener el poder. Por su parte, El último exorcismo (2010) y Ouija: el origen del mal (2016) critican a quienes se aprovechan del miedo al diablo para sacar dinero, a través de supuestos exorcismos o sesiones espiritistas. También, El Cadáver no prescinde de los clichés de películas de terror, pero no son demasiados y se vale de otras estrategias para generar tensión.

Esta sencilla historia llega oportunamente cuando el terror sobrenatural se ha llenado de películas con innecesarios esfuerzos por no dejar cabos sueltos y dar una explicación (sustentada o inverosímil) a cada acontecimiento de la trama. En pocas palabras, la cinta está llena de aciertos que desafortunadamente vienen acompañados de unos cuantos desaciertos, pero esa rara combinación la convierten en una propuesta interesante entre un montón de películas que repiten sin éxito la misma fórmula una y otra vez.