“After Life”, la experiencia del luto según Ricky Gervais

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Lo suyo son las series. Reconocido por la obra The Office (2001-2003) que luego tendría una versión estadounidense debido a su genialidad, y por otras como Extras (2005-2007), el británico Ricky Gervais ha cultivado una carrera prolífica, mas no exenta de polémica. 

No tiene precisamente las puertas abiertas de Hollywood como otros artistas, en parte debiéndose por su estilo burlesco, humillante y crítico frente a los defectos propios y ajenos, uno que fue demostrado en las veces que presentó en los Globos de Oro. Sin embargo, eso no parece ser un impedimento para que Netflix estrechara la mano con él en un contrato que, hasta ahora, se fructífero y apunta a ser por un largo período.

Para el servicio de streaming no existen límites para que juegue a sus anchas con la creatividad que ha enseñado con el paso de los años. Y no todo han sido éxitos. Su caída estrepitosa en la cinta protagonizada junto a Eric Bana, Special Correspondents (2016), parece haber concretado que los largometrajes no son su fuerte. Lo contrario ocurre con las sitcom y tramas divididas en episodios, tal como demostró la bien recibida Derek (2012-2014).

Fuente: Netflix
Fuente: Netflix

Gervais tiene múltiples títulos en su repertorio, una carrera repleta de talento y controversia que le ha conferido dos Emmys y cuatro BAFTA en el bolsillo, un carácter forjado por su ateísmo y un matiz apasionado por la defensa de los derechos animales.

Siempre ese ha caracterizado por su inconformismo, por no encajar con el resto, por hacer un análisis crudo de cómo somos y de cómo nos mostramos ante el resto. Y esto también está presente en After Life: Más allá de mi mujer (2019), en una reinvención de su estampa a una melancólica y agridulce.

Una propuesta que cuenta con un total de seis capítulos en que el artista hará un mix entre la lucha posterior a perder a un ser querido y la búsqueda de un propósito para vivir.

Fuente: ASFF
Fuente: ASFF

En el relato nos presenta a un hombre hastiado de la vida tras la muerte de su esposa. Perdido, hiriente, grosero, depresivo y en constante negación de hacer las paces con lo que le rodea. Un sujeto que decide que puede decir y actuar como se le antoje porque nada es lo suficientemente importante como para que se tome las molestias de lo contrario.

La narrativa, aunque podría dar para una comedia hilarante y con potentes recursos, opta por filtrarse con una elegancia impropia de su autor (exceptuando, claro, algunas bromas redundantes). Gervais aquí evita el arte de lo patético, de lo morboso y de utilizar la muerte como un gancho para experimentar las situaciones más descabelladas o lastimeras.

La tragedia va más de la mano de las historias ridículas que debe cubrir para su periódico —una táctica parad debatir sobre el periodismo actual —, y personajes secundarios que nos dan un alivio humorístico frente al hilo conductor central. Un universo con el que no es demasiado complejo sentirse identificado.

Fuente: GQ
Fuente: GQ

Algo que logra con creces —a pesar de los vaivenes de su carácter —, es que empaticemos con su lucha por no precisamente salir adelante, pero sí por sobrellevar las cosas. Aunque le hace la vida difícil a su cuñado, colegas y hasta a la enfermera que cuida a su padre con alzheimer, también nos entrega gestos que nos hacen comprender que no se trata sólo de un idiota egoísta sin pelos en la lengua, sino que de un ser humano tan herido que su primera reacción es alejar a todos los que pueden y quieren ayudarle.

Con escenas en que el protagonista ve una y otra vez el video que su difunta esposa le dejó tras partir, también se mezclan sus vivencias con un grupo diversos de personas que le harán tomar perspectiva de lo ocurrido o que, de forma colateral, lo hundirán más.

Así conoceremos a una señora que perdió a su esposo y que le ofrece consejo cuando coinciden en visitar el cementerio, a un drogadicto con el que comparte más de lo que cree, a la nueva empleada hindú que lo tolera más que nadie, a una prostituta que le ayuda con los quehaceres de la casa, y a todo un elenco que nos permitirá explorar su día a día.

Fuente: TV Guide
Fuente: TV Guide

¿Vale la pena seguir vivo? Es la premisa que sirve de guía de la serie. Y, en lo que triunfa —sin ser un exponente que invita a una reflexión excesiva —, es en no caer en el cliché risueño de que “todo estará bien” o que la sucesión de vivencias lleve a una conclusión jocosa que provoque que el resto del guión sea un pretexto. 

Tal vez Gervais no entregó su típica queja aguda, el cinismo que tanto se adora y aborrece. Aun así, nos ofrece otra faceta de lo que puede hacer. Una invitación fresca (más no superflua) de cuando pasa lo que sabemos que ocurrirá en algún punto, pero que jamás tendremos asimilado en su totalidad.


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