Carmen y Lola, dos gitanas enamoradas

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Carmen y Lola son dos jóvenes gitanas que residen en las afueras de Madrid. Ambas provienen de familias tradicionales, por lo que su plan de vida ha sido previamente enmarcado por sus padres. A Carmen, por ejemplo, ya se le ha encontrado un futuro marido y espera comprometerse pronto con él. Lola, que ha sido catalogada como una chica «rara» por la gente, se empeña en estudiar y evitar a toda costa el matrimonio.

Un día coinciden en el mercado y la chispa que se da en ese primer roce de manos se va encendiendo poco a poco. La Lola que graffitea pájaros de colores y se adentra en sus pasiones lésbicas, se contrasta con la frescura de Carmen, que es una de esas típicas -o estereotípicas- gitanas que al parecer no aspira más que a una familia. Cuando a escondidas las dos comparten un cigarro – cosa que se transforma en una primera transgresión – la complicidad y el amor empiezan a fluir muy naturalmente.

Carmen y Lola es una ficción inspirada en la realidad. Es la misma realidad la que se adopta cuando la directora debutante, Arantxa Echevarría, procura que las intérpretes protagónicas (Rosy Rodríguez y Zaira Romero respectivamente) sean realmente gitanas y no actrices profesionales. Su inexperticia, lejos de entorpecer la historia la aligera, la hace creíble, verosímil, la vuelve cotidiana. Se complementan con la especial participación de Moreno Borja, otro novato, como el padre de Lola a quien llaman Paco y la premiada Carolina Yuste que da vida a Paqui, la guía de la joven.

Con sorpresa, la obra llegó al Festival de Cannes, ganó Goyas (mejor director/a novel y mejor actriz de reparto) y sigue rodando en festivales de cine internacionales. Más allá de ser una historia de amor al estilo Romeo y Julieta, que lo es, plantea y replantea temas que aún en 2019 y en occidente son disruptivos.

Las escenas en mercados populares, en fiestas de compromiso avasallantes y llenas de brillos, en ritos, en templos de religión, en casas machistas llenas de tradición, hacen que el panorama roce en el estereotipo de una comunidad catalogada muchas veces como marginada y retrógrada. Sin embargo, trasciende y se vuelve el reflejo de una cultura.

Gitanas desde una paya

Es, claro, desde la óptica de una paya – como el pueblo gitano se refiere a quienes no pertenecen a la comunidad -. Echevarría, de origen vasco, ha dicho que se inspiró en una noticia de 2009 en la que se decía que dos gitanas se habían casado. La foto que acompañaba el texto, cuenta, eran ellas de espaldas, solas, anónimas.

Entender lo que significa para una lesbiana gitana enfrentar la realidad sobre su sexualidad ante su familia y su comunidad, darle la vuelta y mostrar cómo podrían lucir esas que se habían enlazado en matrimonio hacía cinco años, hacerlo desde un film femenino (la mayoría del staff está conformado por mujeres) fue el reto de esta primera película de ficción de la cineasta.

El film estuvo envuelto en polémica una vez que la Asociación de Gitanas Feministas por la Diversidad aseguró que la directora no había puesto mucho cuidado en el entorno de producción y que eso incidió en el refuerzo de los «estereotipos negativos» que se tienen sobre la comunidad. La tacharon incluso de racista. Echevarría contestó a través de un comunicado en el que recalcó que es una película «hecha desde el amor» y negó las acusaciones