«Child’s Play», Chucky vuelve con un renovado, divertido y sangriento reboot
“No me gustó, se aleja totalmente de la historia original”, dicen algunos; “Es un asco, es igual que la cinta original, no tiene nada de innovador”, comentan otros; “Es bastante bueno, toma elementos del clásico pero cuenta una trama diferente y crea su propio camino”, indican los menos. Son algunas de las opiniones a las que se enfrentan los reboots, como el injustamente vapuleado Child´s Play (Chucky, el múñeco diabólico) un proyecto que por fortuna no es, ni de cerca, el fracaso que se esperaba y que incluso termina por ser bastante entretenido.
Andy Blarclay es un adolescente introvertido y solitario que debe adaptarse a su nuevo hogar, algo que resulta difícil tomando en cuenta su poca capacidad para hacer amigos. Por ello su madre Karen (Aubrey Plaza) decide comprarle a Buddi, un muñeco robótico programado para ser el mejor amigo del niño, aunque lo que nadie espera es que el pequeño robot tenga como objetivo asesinar a todo aquel que se interponga entre él y Andy.
Como su nombre lo indica, un reboot se encarga de tomar algunos elementos característicos de un filme conocido para reiniciarlo y no para rehacerlo (remake), lo cual le permite tomarse varias libertades en su trama pero sin olvidarse de sus puntos principales (un claro ejemplo es Suspiria), y en ese aspecto la nueva Child’s Play entendió muy bien lo que tenía que hacer, ya que si bien se aleja de los aspectos sobrenaturales no se olvida del gore, la comedia ni mucho menos de contar con un muñeco asesino como principal villano.
¿El principal cambio? Esta vez la malignidad y el sadismo de Chucky no se debe a una posesión vudú ni mucho menos al deseo de volver a ser humano, sino a un fallo en el sistema del muñeco robótico que lo convierte en una despiadada máquina –literalmente- de matar. Sin embargo, lejos de ser un error esto se convierte en el mayor acierto de la película, pues le da un nuevo dinamismo e innovación que la saga necesitaba.
Con esto nos referimos a que si bien este reboot no pertenece a la saga original, sí le regresa a la franquicia un poco de la seriedad que la misma perdió tras Child’s Play 3, pues vuelve a ser un tanto más seria sin dejar de lado el nivel de sangre y de comedia que caracterizaron a las primeras entregas.
Es por ello que esta nueva es lo suficientemente entretenida como para decir que es aceptable, pues a pesar de que el motivo por el cual Chucky se vuelve malévolo es absurdo, es uno de los pocos fallos que tiene la cinta, ya que una vez que se nos explica esto la trama se torna 100% como una historia clásica de muñecos malditos.
Asimismo, aunque el nuevo aspecto físico de Chucky llega a lo burlesco, por fortuna esto se va olvidando poco a poco conforme avanza la trama, y lo que es más, hasta podría ser un punto a favor, pues si su nuevo rostro es de por sí grotesco (lo que hace que uno se pregunte qué padre en su sano juicio le compraría un juguete así a su hijo), a lo largo de la historia sus gesticulaciones y frases provocan que transmita cierto temor o al menos un tanto de incomodidad.
Esto último, sumado a que ahora se trata de un robot y no del alma de un asesino, dotan al nuevo Chucky de un carácter totalmente diferente al original Charles Lee Ray, pero sumamente funcional, pues continúa siendo un villano obsesionado con su dueño, sólo que por razones diferentes a las de poseer su cuerpo y alma.
Además, la manera en que vemos cómo este nuevo muñeco pasa de ser un objeto con la inocencia de un niño pequeño (incluso parecido a un cachorro) para verlo convertirse en un ser perverso y sádico psicópata, resulta ser una grata sorpresa para una película de la que no se esperaba nada bueno.
Por otro lado la sangre y la comedia son dos características muy bien acopladas a la trama, ya que si bien la cantidad de sangre y violencia que se muestran aquí están bastante alejadas de los ingeniosos asesinatos a cargo del original Chucky, el nuevo muñeco tampoco carece de ingenio, sino que valiéndose de la tecnología demuestra que él también es capaz de llevar a cabo matanzas sin haber tenido experiencia previa como un asesino serial.
En cuanto a la comedia, esta Child’s Play no contiene ni una pizca de sarcasmo ni de referencias sexuales como las que tenían las cintas pasadas, lo que ayuda a que veamos un villano más serio pero igualmente despiadado. Sin embargo sí se puede apreciar otro tipo de comedia ingeniosa y hasta involuntaria, como lo es el uso y burla de la actual “inclusión racial”, ya que a manera de chiste o no, no deja de ser gracioso el ver diversos modelos (y razas) de Chucky con tal de “tener a todos contentos”, aunque esto cause enojo entre algunos clientes/padres.
También es grato el homenaje a la desentonada pero graciosa Masacre de Texas 2 (1986), que más que una referencia termina por convertirse en un elemento importante durante el desarrollo de la trama. Esto, aunado a unos cuantos y sencillos chistes más, le dan un equilibrio interesante a la nueva Child’s Play entre lo sangriento –pero no exagerado- y lo cómico –pero no penoso-.
Y aunque la mayor parte del reboot es interesante, éste cuenta con un gran (por no decir enorme) fallo al término de la cinta, y ese es el final de la misma, pues el desenlace llega a sentirse bastante apresurado y sencillo, casi forzado con tal de darle un cierre a la historia, por lo cual los momentos finales carecen de cierto clímax que pudo ser más intrigante y sangriento. Lástima.
En resumen, Child’s Play resulta ser un reboot (de nueva cuenta, no un remake) bastante digno que sin la necesidad de apegarse al 100% a la historia original, retoma la mayor parte de los elementos más característicos de la misma para abrirse paso en un nuevo camino sangriento, divertido y por momentos aterrador. Además, aunque sus minutos finales llegan a ser insatisfactorios, por fortuna son más los momentos en los que se muestra como un producto bastante entretenido.