“Los inocentes”: un clásico obligado de fantasmas en el cine de terror
Los fantasmas, las apariciones o cualquier situación que tenga un poco de sobrenatural casi por naturaleza son temas de interés para el ser humano, pues en el fondo, el sentir miedo es un placer sadomasoquista que no pocos gustan de experimentar. En el cine de terror, una de las mejores películas en torno a estos temas es Los inocentes (The Innocents, 1961), del director Jack Clayton.
La película nos presenta la historia de una institutriz que ha sido enviada a una enorme casa con la misión de cuidar a dos inocentes niños. Todo parece ir bien hasta que la mujer descubre que en aquella mansión habitan fantasmas que buscan influir de forma perversa en los infantes.
Basada en la novela Otra vuelta de tuerca, de Henry James, Los inocentes es una de las mejores películas de terror en la historia del género, pues gracias a su historia impactante, sus escenarios escalofriantes y alguna que otra macabra secuencia, logra erizar la piel de cualquiera.
No obstante, tenemos que advertir que el miedo que provoca no se debe a escenas explícitas o a grandes sustos, sino todo lo contrario, ya que la forma tan sutil en la que la trama presenta los fenómenos sobrenaturales es lo que la hace tan escalofriante.
Con esto queremos decir que aquí no verán a los clásicos fantasmas japoneses de cabellera larga y de rostro pálido ni mucho menos a las monstruosas y demoníacas apariciones al estilo de El conjuro.
No, Los inocentes, en cambio, se centra en apariciones más realistas y familiares, como aquellas presencias que solo se perciben a través del rabillo del ojo o como la extraña sensación de saber que hay alguien (o algo) acechando en las sombras. En pocas palabras, es un filme que se enfoca más en crear la atmósfera perfecta para pasar miedo que en buscar sustos de sobresalto o mostrar criaturas aterradoras.
Gracias a dicha atmósfera, la cinta resulta toda una maravilla, sobre todo porque no necesita de muchos espectros para hacernos saber que dentro de la gran mansión se oculta un gran mal. Además, también es por esto que se puede apreciar mejor la locura y la perversidad en la que van cayendo los protagonistas, motivo que ciertamente dota a la película de un mayor suspenso y miedo.
Si a esto sumamos que los principales elementos que crean terror son los niños protagonistas, entonces se le da a la historia ―como el nombre de la novela lo dice― otra vuelta de tuerca. La razón es porque acostumbrados a como estamos a que la perversidad provenga de hombres o de mujeres adultos, el golpe es más fuerte al ver que criaturas inocentes e infantiles también pueden ser receptáculo de la malignidad.
Este último punto es la mayor fortaleza del filme, sobre todo porque mientras en un inicio se ve a estos niños ser tiernas personitas, poco a poco su comportamiento se torna más maligno e inmoral conforme dejan influirse por los fantasmas de la mansión. Además, el ver la manera en la que su institutriz desciende a la paranoia por culpa de ellos es la cereza del pastel en esta historia espectral.
En resumen, Los inocentes es una gran obra que nos enseña que el miedo y la perversidad no conocen límites ni barreras, pero tampoco reglas, ya que nos dice que la malignidad puede brotar de aquello que se supone que debería ser puro por naturaleza.