11 películas imprescindibles para entender la evolución del cine mudo
Hace ya siete años, el cine mudo volvió a la palestra gracias a The Artist (Michael Hazanavicius, 2011), no obstante, como buen producto de consumo rápido no sirvió para rescatar el cine silente y dar a conocer las antiguas joyas que iniciaron el camino del medio artístico más relevante de nuestro tiempo.
Con esta breve lista no pretendo seleccionar mis favoritas o las más importantes de la historia del cine mudo a mi juicio, más bien busco realizar un recorrido que muestre la evolución del cine desde sus inicios hasta la aparición del cine hablado a través de películas no tan conocidas –de ahí la ausencia de Charles Chaplin, Buster Keaton, Sergei Eisenstein, Fritz Lang, Theodor Dreyer o Abel Gance o de algunas corrientes, como las vanguardias.
1. El regador regado (Louis Lumière, 1895)
A los hermanos Lumiere les debemos la aparición del cinematógrafo públicamente en Europa, aunque Edison estaba trabajando en una misma dirección en sus talleres. Siempre serán recordados cortos como Leaving the Lumière Factory (La salida de los obreros de la fábrica Lumière, 1895) o The Arrival of a Train (Llegada del tren a la estación de La Ciotat, 1895). Cortometrajes que reflejan una realidad, un documento histórico que mostraba la capacidad de capturar momentos de la vida.
Sin embargo, The Sprinkler Sprinkled (El regador regado, 1895) amplía ese registro documentalista, en él dos personajes interactúan en una broma con una manguera, el mero retrato documental se impregna de ficción, de teatralización y comedia. Louis Lumière creó el primer vídeo de bromas pesadas que posteriormente sería explotado hasta la saciedad en la televisión y YouTube.
2. La luna a un metro o El sueño del astrónomo (George Méliès, 1898)
Al igual que con los hermanos Lumière, Méliès será recordado eternamente por Trip to the Moon (Viaje a la luna, 1902), no obstante, el filme que les presento es un antecedente directo de ese viaje a la luna. La personal obsesión de Méliès es representada en el corto enlazando con el previo A nightmare (1896) donde una serie de personajes enturbian el sueño de un hombre y en el que también aparece la luna.
The moon at One Meter (La luna a un metro o El sueño del astrónomo, 1898) nos introduce en el mundo onírico de un científico fascinado por el astro, el cual se presenta en su habitación para incordiarle de mil maneras junto a otros personajes. Los trucajes ofrecen la posibilidad de reflejar cómo en los sueños los elementos que nos rodean aparecen y desaparecen sin que podamos comprender por qué. De este modo, la luna se acercará al balcón de Méliès en esta ocasión pero, años después, el astrónomo que soñaba con ella intentará conquistarla.
3. The kiss in the tunnel (George Albert Smith, 1902)
George Albert Smith fue uno de los miembros de la Escuela de Brighton junto a James Williamson, Robert W. Paul y William Friese-Greene. Con sus obras consiguieron darle más matices al lenguaje cinematográfico aún en ciernes. Al ver este corto se entiende la aportación de sus trabajos.
El filme empieza haciendo referencia al corto de los Lumière The arrival of a Train, para continuar con un travelling dirigido desde otro tren que se introduce en un túnel, invirtiendo la referencia. El corte provocado por la oscuridad sitúa la acción dentro de un vagón donde una pareja se besa, como ya mostró la Edison Co. en The kiss (William Heise, 1896). La importancia de este corte hacia la oscuridad recae en el uso simbólico que se hace de la ella como espacio para lo privado y lo erótico, es decir, algo censurable. Tras la escena íntima, la cámara vuelve a situarse sobre los raíles conduciéndose hacia la luz, una idea de progreso desde las dos películas iniciáticas del cine: The Arrival of a train y The kiss. El documento y el entretenimiento.
4. Vida de un bombero americano (Edwin S. Porter, 1903)
Edwin S. Porter trabajaba en la Edison Co. durante la guerra de patentes desencadenada en los Estados Unidos de fin de siglo XIX. The Great Train Robbery (Asalto y robo al tren, 1903) es su película más famosa donde hace gala de novedosas técnicas y distintos tipos de planos para elaborar una historia. Además de su celebrado plano final, el primer plano subjetivo de la historia del cine con el que rompe la cuarta pared.
Del mismo año es Life of an American fireman (Vida de un bombero americano, 1903), con la que se aprecia la indagadora habilidad de Porter para desarrollar el lenguaje cinematográfico. Con cada plano experimenta un concepto: superposición e imagen imaginada, simetría y movimiento, profundidad de campo, panorámicas e incluso se permite romper la continuidad narrativa para mostrarnos el rescate de la casa en llamas desde fuera tras haberlo mostrado desde dentro.
5. El hotel eléctrico (Segundo de Chomón, 1908)
Segundo de Chomón fue uno de los pioneros españoles en el mundo del cine, aunque gran parte de su obra se desarrolló en Francia. La invención del paso de manivela, más conocido como stop-motion, permitió la animación de objetos y, por tanto, una técnica que marcaría un antes y un después en el cine. El hotel eléctrico es uno de sus máximos exponentes.
La película cuenta cómo una pareja llega a un hotel muy peculiar, ya que se rige por la ley del mínimo esfuerzo humano. Sin necesidad de un botones las maletas suben a la habitación, allí todo funciona de manera “eléctrica”, es decir, el equipaje se desempaca por sí solo, los zapatos se limpian y atan solos, el afeitado y la peluquería se realizan automáticamente, etc. Pero cuidado, el sistema puede sobrecargarse con consecuencias inesperadas.
6. Lirios rotos o La culpa ajena (D. W. Griffith, 1919)
Escritor, actor de teatro y, sobre todo, propulsor del cine como arte e industria. Fundó junto a Charles Chaplin, Douglas Fairbanks y Mary Pickford la compañía United Artists. Como cineasta su obra es el resultado de la sistematización del un lenguaje cinematográfico con fines narrativos.
La violencia, la intolerancia, el racismo, el amor y la moral, es decir, los temas recurrentes de Griffith son sintetizados con un mismo discurso visual en torno al montaje paralelo y el primer plano como unidad de expresión emocional máxima. Sin ser tan ambiciosa como The Birth of a Nation (El nacimiento de una nación, 1915) o Intolerance (Intolerancia, 1916), Broken Blossoms or The yellow man and the girl (Lirios rotos o La culpa ajena, 1919) recoge lo mejor de Griffith para narrar la trágica historia de un amor prohibido rodeado de violencia, marginalidad y el conflicto de pares antagónicos tan habituales en la obra de Griffith.
7. El hombre mosca (Fred C. Neymeyer, Sam Taylor, 1923)
Harold Lloyd colgado de las agujas de un reloj de un rascacielos puede considerarse una de las imágenes más icónicas del cine mudo. Safety Last! (El hombre mosca, 1923) es el contenedor de tal imagen, pero más allá del icono, es una obra que destaca por cómo todos los elementos (escenografía y personajes) encuadrados son utilizados siempre para una función cómica, a lo que se le añade de la magistral capacidad corporal de Lloyd para el slapstick.
También destaca una aguda reflexión sobre cómo el individuo sobrevive en el mundo moderno, a la ciudad, al capitalismo y al frenetismo mecánico del trabajo en una escalada llena de obstáculos que no permite ni conservar los zapatos pese a alcanzar la (engañosa) cima.
8. Ménilmontant (Dimitri Kirsanoff, 1926)
Su director, Dimitri Kirsanoff, nacido en la Rusia Imperial, emigró a Francia en los años veinte introduciéndose en el movimiento impresionista francés. De ahí que se aprecie una fusión entre el impresionismo y el montaje soviético, es decir, entre la búsqueda de una imagen poética que sublime las emociones de los personajes y el ritmo que se le proporcionaba a la narración a través del uso de diferentes tipos de planos y movimientos.
De este eclecticismo estilístico se sirve Kirsanoff para contar la historia de dos huérfanas de vidas aciagas en un suburbio de París, donde sus dilemas morales y amorosos están enlazados con la fatalidad de la realidad en la que viven.
9. El viento (Victor Sjöström, 1927)
El paso al cine norteamericano del sueco Victor Sjötröm (al igual que otros europeos como Josef von Sternberg, F. W. Murnau, Ernest Lubitsch o Erich von Stroheim) dio como resultado una de sus obras más importantes y, por lotanto, del cine mudo.
La historia de The wind (El viento, 1927) es la de una extranjera donde la tierra prometida a la que esperaba llegar se convierte en un espacio hostil, remarcado por el escenario del desierto de Mojave y su incesante viento. Lilian Gish protagoniza esta película y su rostro es el emblema de toda una época del cine . Atentos a cómo un único y ligero movimiento de cámara puede expresar y decir tanto de una película.
10. El hombre de la cámara (Dziga Vertov, 1929)
Con Man with a camera (El hombre de la cámara, 1929)Dziga Vertov realizó la obra cumbre del Cine-Ojo con lo que intentaba que el lenguaje cinematográfico tomara una dimensión propia y se alejara del teatro y la literatura. Al inicio de la película asegura que no hay escenario, ni intertítulos, ni teatro, solo experiencia visual a través del lenguaje cinematográfico. Por lo tanto el montaje toma un papel fundamental, ya que a través de él la realidad fragmentada filmada por la cámara se unía para construir una objetividad total.
En esta ocasión, Vertov y su esposa y editora, Yelizaveta Svílova, utilizan imágenes tomadas en Kiev, Odesa, Moscu y Járkiv para mostrar la realidad y desarrollo de la Unión Soviética a través de la industrialización y el socialismo.
11. Estrellas dichosas (Frank Borzage,1929)
En la primera edición de los Óscar, la Academia decidió otorgar el premio de mejor director ex aequo a Frank Borzage y Lewis Milestone. De esta forma, The Seventh Heaven (El séptimo cielo, 1927) pasaría a la historia junto a su director. Dicha película conforma una trilogía, junto a Street Angel (El Ángel de la calle, 1928) y Lucky Star (Estrellas dichosas, 1929), protagonizada por Janet Gaynor y Charles Farrel. La elección de esta última se debe a que es la menos conocida de las tres pero tan importante como el resto.
Lucky Star relata la historia de una adolescente que trabaja bajo el yugo de su madre y un joven que tiene que alistarse en el ejército para luchar en la I Guerra Mundial. A su vuelta habrá perdido la movilidad de sus piernas, pero el amor crece entre ambos en una relación que parte de lo paterno-filial para acabar imponiendo el melodrama como fuerza capaz de obrar milagros.