Ayotzinapa el paso de la tortuga: el aspecto social del cine
En corazón mismo de lo que fue la antigua Nueva Galicia, el centro fundacional de la ciudad de Guadalajara, y a espaldas del Teatro Degollado, el recinto cultural de mayor tradición en occidente, se llevó a cabo la inauguración del Festival Ambulante, que en su gira itinerante estacionó una semana en Jalisco con lo mejor del cine documental. Sin mucha ceremonia ni gala, algo que asola a muchos festivales de cine, el evento inició con unas breves palabras de Enrique García Meza, director del Ayotzinapa el paso de la tortuga quien agradeció a los asistentes por su interés, así como a Ambulante por proyectar la película y a los padres de los normalistas desaparecidos en Iguala en Septiembre de 2014, quienes estaban entre el público.
Aprovechando el escenario y la fecha, tanto el comité de Ambulante, como el director y los padres de familia de los estudiantes normalistas, condenaron la desaparición reciente de tres estudiantes de cine del Centro de Estudios de Artes Visuales (CAAV), Javier Salomón Aceves Gastélum, de 25 años; Daniel Díaz, de 20 años, y Marco Ávalos, también de 20, un duro golpe a una sociedad que combate y desprecia las desapariciones que al día de hoy suman en el país más de 60,000 víctimas, de las cuales casi 5,000 son en la ciudad de Guadalajara. La película, coproducida por Guillermo del Toro y TV UNAM, recibió el Premio del Público y el Premio Guerrero de la Prensa en la reciente edición del Festival Internacional de Cine de Guadalajara.
Cine para informar al pueblo
La elección del lugar podría antojarse difícil, y sin duda la experiencia de ver la película en una sala con buena acústica como fue en el FICG fue diferente, pero uno de los aciertos de Ambulante es llevar esta función al centro de la ciudad, pues sin duda la película ha sido realizada para ser vista por el pueblo. Históricamente no había mejor lugar para la exhibición que la Plaza Fundadores, especialmente cuando la intención del filme es recordar a toda la población uno de los más espantosos crímenes de estado y el mayor ejemplo de la impunidad que impera en el país.
Si bien en un principio se temía por el audio, ya que el espacio era demasiado abierto y las bocinas no muy grandes, no hubo mayor problema. Para cuando inició la película, el lugar estaba lleno y los parloteos y algarabía que dominaba el espacio cesaron. Fue hermoso ver que los asientos insuficientes no fueron pretexto. La gente observaba de pie o sentada en el suelo y muchas personas que circulaban por el lugar se detuvieron ante la película pese a ser ya de noche.
Llamada a la empatía
Enrique García habló poco. Quiso dejar que su película hablara por él, pero aprovechó la oportunidad para llamar a la unidad y a pelear contra la indolencia, ese mal que nos aqueja como sociedad y que hace posibles atropellos que nadie se atreve a denunciar. Señaló que en otras naciones se hubiera derrocado al poder por menos y que la lucha es contra la indiferencia, el llamado por la empatía y la unidad. En ese sentido, Ayotzinapa el paso de la tortuga cumple el cometido.
Hay razones para aplaudir al director por regalarnos una película tan seria, respaldada en investigaciones y que se anima a llegar al centro histórico del conflicto entre la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa y el gobierno. Con una calidad visual pocas veces vista no en un documentales, sino en películas mexicana, el filme fue bien recibido por los cientos de personas que se reunieron la noche del jueves en comunidad por el interés de conocer la historia tras los 43 desaparecidos. La población en general demuestra ser más consciente y menos indiferente que antes. Bien por Guadalajara que en menos de un mes tuvo dos festivales de cine de alcance internacional, ambos presentando esta película como eje central de su programación.
Tras las huellas de la tragedia
Contraponiendo el contexto de agresividad y tensión existente entre la población estudiantil y las fuerzas policiales, con la relación armónica entre el hombre que vive en el medio rural y la naturaleza, da inicio una película que con preciosismo estético y agudeza crítica, resume la historia de las escuelas normales rurales volviendo hasta su origen mismo en la revolución mexicana. El intento del gobierno federal por disolver las últimas de estas escuelas se entiende como un intento por desaparecer las últimas raíces del movimiento revolucionario que hace cerca de 100 años convulsionó al país.
Otro acierto de la película es contarte todo el trasfondo de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa, mostrando que está conformada por estudiantes conscientes que desean ser maestros para crear un entorno mejor para los que menos poseen. Cuando la fuerza estatal atenta contra los futuros maestros del país, está atacando a la educación y cultura. Desde un principio se presenta la información ordenada y bien contextualizada; jamás se esconde la importancia que el eje político tiene para los alumnos de una escuela que ha tenido encuentros de tensión con el gobierno a lo largo de la historia. Así sabemos que las desapariciones llevan tiempo, gracias a esos 43 que hicieron saber al mundo la verdad del país.
Imposible no indignarse, no sentir la rabia y la frustración también expresada por el documental. Los cientos de personas que se reunieron a ver la película debieron sentir también ese escalofrío, ese dolor que atenazaba las mentes y corazones de quienes atestiguaban una masacre perpetrada por fuerzas armadas contra jóvenes que no tenían arma alguna; la desesperanza y tristeza de ser testigos de las mentiras y las inconsistencias de la investigación oficial. Con la voz de los sobrevivientes, de familiares, compañeros, amigos y profesores, Ayotzinapa el paso de la tortuga es parada obligada para todos los que deseamos construir un futuro libre de los errores del pasado.
El futuro de la tortuga
Lo más importante ahora es saber qué le depara al documental este año con lo difícil que es conseguir un espacio en la distribución nacional de cine. El reto más importante será proyectar el documental en toda la república antes de las elecciones, para lograr el propósito de la película: luchar contra el olvido en un año electoral que será decisivo para el futuro cercano de la nación. Por fortuna TV UNAM ha asegurado incluirla con frecuencia dentro de su programación y el hecho de que Guillermo del Toro se involucrara en la producción nos da esperanza de que la cinta genere interés suficiente para lograr la tarea y que Ayotzinapa el paso de la tortuga recorra, aún a pasitos, el país completo porque esta es una de esas películas que todos deberían ver y un ejemplo del trabajo periodístico que necesitamos.