Boogie Nights, los héroes del porno

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Era 1996 y el joven P. T. Anderson estaba al borde de la depresión debido a los problemas de distribución de su primer largometraje, Hard Eight (1996). Para distraerse retomó una vieja historia de la que había dirigido un corto titulado The Dirk Diggler Story (1988), con la diferencia de que esta vez el pasatiempos dio como fruto un guion para una película de ocho horas sobre la industria del porno. Anderson se presentó en las oficinas de New Line Cinema con el manuscrito y empezó una nueva odisea para llevar a la pantalla Boogie Nights (1997). Una historia sobre una familia construida dentro del cine en el Valle de San Francisco, lugar de nacimiento del cineasta y cumbre del porno en los años 70.

Finalmente, de esas ocho horas vieron la luz poco más de dos horas y media. Lo que en principio era una historia sobre múltiples personajes, se redujo para darle más protagonismo solo a algunos. De ellos Dirk Diggler (Mark Walhberg) se alza indiscutiblemente como estrella, sin embargo, tan relevantes como este son Jack Horner (Burt Reynolds), el padre; Ambers Waves (Jullianne Moore), la madre; Reed Rothchild (John C. Reilly), el hermano; Rollergirl (Heather Graham), la hermana; Buck Swope (Don Cheadle), el primo con ideas absurdas; o Little Bill (William H. Macy), ese familiar que está siempre ahí pero todos ningunean.

Juego de estructuras

Boogie nights

Fuente: imdb.com

Como anotaba en el anterior artículo sobre P. T. Anderson, el californiano suele orbitar en torno a determinados temas que ahondan en la psicología de sus personajes, así como le permiten introducir variaciones que rememoran a sus trabajos anteriores. La culpa, el perdón, el castigo, la familia, el amor, etc. son algunos de estos grandes temas que están presentes desde sus primeros filmes. Anderson siente predilección por mezclar argumentos y estructuras, descomponerlos y recomponerlos para construir nuevas versiones o deformaciones de las estructuras clásicas. Boogie Nights puede ser abordada desde diferentes perspectivas. En esta ocasión, me centraré en cómo Anderson representa el ascenso y caída a través de una suerte de viaje del héroe, una de las estructuras de escritura más conocidas por su vertiente de aventuras, pero no solo se limita a este género.

Ascenso

En primer lugar, Boogie Nights es el primer acercamiento de P. T. Anderson a la estructura coral, pero con un eje vertebrador en la figura de Dirk Diggler. He aquí nuestro héroe. A partir de ahora seguiremos la estructura del viaje del héroe como se puede apreciar en esta imagen.

Diggler es en primer lugar conocido como Eddie Adams, su nombre real, un chico cualquiera que trabaja de camarero en un club y vive con sus padres (su mundo ordinario). Eddie conoce a Jack Horne (el mentor), un director de cine porno, que le propone trabajar con él (la llamada), pero Eddie rechaza su propuesta (rechazo de la aventura). Tras una discusión con su madre, Eddie acude a Jack (cruza el umbral). Empieza su aventura en el mundo del porno y las pruebas (películas), conoce una nueva vida y llega el éxito. En cierto sentido, hay un salto de etapas. Diggler obtiene recompensas materiales, superficiales al superar las pruebas iniciales.

A su vez, el filme se divide en dos partes harto diferenciadas: ascenso y descenso. La primera parte del filme es la celebración de la vida, el goce de un mundo nuevo, el éxito y la frivolidad –un estado de ánimo imprimido en los planos secuencia–. La llegada de los años ochenta supone un punto de inflexión en el relato. La celebración del año nuevo (1980), supone el anticipo del descenso: Little Bill se suicida tras matar a su mujer y a su amante, Diggler esnifa su primera raya de cocaína y aparece el gran enemigo, una nueva forma de entender el mundo de los personajes; el vídeo.

Descenso

Boogie nights

Fuente: imdb.com

Con esta cesura, Anderson invierte el viaje del héroe. Las pruebas se saldarán con fracasos, el vídeo triunfa pero Jack no, Diggler es sustituido por otro actor más joven y cada vez es más adicto, a Buck no le conceden un préstamo para cumplir su sueño y Ambers será apartada de su hijo definitivamente. El mundo del porno les aparta de conseguir metas mundanas. Esta marginalidad acaba por implosionar a la familia, Diggler se enfrenta a Jack y la familia se rompe.

Diggler cruza un nuevo umbral, se embarca en otros proyectos junto a Reed, que fracasan estrepitosamente hasta verse obligado a prostituirse. Dirk toca fondo al mismo tiempo que Jack que, en cuyo experimento del formato vídeo con Rollergirl, acaba dando una paliza a un joven elegido al azar para protagonizar la escena sexual. Del mismo modo, Dirk es apaleado por un grupo de homófobos tras su regreso a la prostitución. El enemigo les ha vencido y la familia ha quedado destruida.

Boogie Nights

Fuente: imdb.com

Esta dinámica está muy ligada a la escritura de P. T. Anderson, el precio por tener lo que deseas inmediatamente es mayor si no lo atesoras. Lo que enlaza con su forma de entender la culpa, el castigo y el perdón. Estas categorías son internas a los personajes y se resuelven en ellos, no son lecciones morales de un demiurgo, sino que pertenecen al ámbito individual del personaje.

Finalmente, el viaje concluye cuando Dirk, Reed y Todd deciden dar un último golpe a un traficante vendiéndole bicarbonato por cocaína. La prueba final sale mal, Dirk reacciona (resucita) y decide dejar ese mundo. Vuelve a casa pero, si lo lógico en el patrón del héroe sería volver al mundo ordinario, en Boogie Nights el mundo ordinario ha sido suplantado por el nuevo mundo conocido por Diggler. Regresa a casa de Jack, con la familia que le hizo sentirse alguien. La familia vuelve a estar unida y preparada para seguir rodando, cerrándose así el círculo de superposiciones estructurales y argumentales.

Performatividad: realidad y ficción

Boogie Nights

Un rasgo del cine de P. T. Anderson es la máscara que los personajes portan para ocultar alguna característica o hecho del pasado. Esto vuelve a incidir sobre la culpa y el perdón de sus personajes. En Hard Eight, por ejemplo, Sidney se hace pasar por un buen samaritano que oculta un asesinato, intenta redimirse de alguna forma; o, en There will be blood (2007), Daniel Plainview se hace pasar por el padre biológico de su hijo. Los personajes ocultan por sus propias motivaciones, viven un teatro donde ejecutan sus interacciones sociales, como apunta Ervin Goffman.

En Boogie Nights se potencia debido a su carácter metacinematográfico, remarcado en la escena donde graban la primera película de Dirk Diggler, que de nuevo actúa como secuencia de apertura y cierre en la última.[1] La cámara mira hacia dentro de sí misma, dejando claro el juego performativo e ilusión fílmica. Pero también los propios personajes lo enuncian. Reed es un fanfarrón enamorado de la magia, Eddie Adams se cambia el nombre a Dirk Diggler, Ambers finge ser una madre ejemplar ante la juez, Buck se viste con atuendos llamativos o, en otro sentido, Jack acepta el vídeo pese a traicionar sus principios.

Es en parte, una inmersión en la esencia del cine. Como dice Brian De Palma, «[El espectador] se enamora de una ilusión que ha creado el director (…) es preferible no conocer nunca a los actores a los que se admira, pues nunca estarán a la altura de las esperanzas que se pone en ellos».[2] En Boogie Nights los actores interpretan a un personaje-actor que a la vez interpreta otros personajes que mantienen un diálogo con el personaje-actor, es decir, se establece una relación entre los tres niveles de representación clásicos: simbólico, imaginario y real. De ahí la importancia del último plano –homenaje a Raging Bull (Toro Salvaje, Martin Scorsese, 1980)– donde Diggler ensaya sus líneas de la película que va a filmar, ya que al mismo tiempo resume  su propia experiencia y se identifica con la vida del actor real (los coqueteos de Mark Wahlberg con la delincuencia en su juventud). Para finalizar, muestra por primera vez su pene ante el espejo que le/nos devuelve su imagen confirmando su Ego.


[1] En esta secuencia Dirk interpreta a un chico que va a pasar una entrevista para filmar su primera película porno, lo que está haciendo realmente. En la última secuencia, Dirk se enfrenta a sí mismo en el espejo ensayando unas líneas de guion que reflejan lo que ha sido el relato para todos los personajes.

[2] Blumenfeld, S.; Vachaud, L. (Eds.): Brian De Palma por Brian De Palma, Alba Editorial, Barcelona, 2003, p.103