Phantom Thread: orden y caos en el amor

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Paul Thomas Anderson siempre ha estado interesado en el orden y el caos. El director siente una fascinación por esos personajes ambiciosos que viven en una estabilidad que pronto les engulle, o por aquellas mentes desordenadas que buscan sin éxito algo de equilibrio. Daniel Plainview en There Will Be Blood, Freddie Quell en The Master. En Phantom Thread se sigue indagando en ese proceso, pero desde otra perspectiva. Aquí, se analiza ese diminuto eje que altera y desencaja una máquina de relojería aparentemente perfecta. El detonante, esta vez, es ese concepto abstracto que no sabemos cómo definir: el amor.

En 1950, trabajando junto a su hermana Cyril (Lesley Manville), Reynolds Woodcock (Daniel Day-Lewis) se ha convertido en un modista londinense reconocido en las altas esferas, uno que diseña vestidos para la realeza, para las estrellas de cine o para cualquier mujer socialmente relevante. Uno que necesita, a la vez que desecha, musas que dan sentido a su trabajo. Cuando conoce a Alma (Vicky Krieps), una camarera que pronto se convierte en su nueva fuente de inspiración, el amor desordena una rutina y una estabilidad que le definen.

Fuente: lullavie.com

El relato nos inmiscuye desde un primer momento en el universo distinguido de Woodcock, uno completamente ajeno a la posguerra que está viviendo el país. Anderson construye un ecosistema finísimo y acristalado, lleno de calma, luz natural, grandes alfombras, telas delicadas, escaleras en espiral, colores claros. Hipnotiza, y al mismo tiempo define al personaje. Es un mundo que respira tanta elegancia que simplemente no puedes apartar la mirada. Tiene algo de exquisito que estimula, te absorbe.

Lo mismo sucede con Daniel-Day Lewis: Reynolds Woodcock es un personaje tan complejo, tan poliédrico, que fascina. Es un artista pasional que necesita un equilibrio y una rutina para crear. Un virtuoso que tiene que encontrar sentido a lo que hace, y cada vestido es para él una obra que le define y le exprime. De ser realmente el último trabajo del actor, es una despedida a la altura. Es muy interesante contemplar como Alma, una mujer más sencilla pero más fuerte y estable, tiene que adaptarse a esa esfera tan ceremoniosa. Vicky Krieps borda esa aparente sencillez que esconde un fondo oscuro profundo.

Mención aparte merece Jonny Greenwood. Las composiciones clásicas del teclista y guitarrista de Radiohead, con una predominancia de piano, cimientan la base de todo lo que Anderson construye. Se nota que llevan colaborando juntos desde There Will Be Blood (2007). Con Junun (2015), el director demostró que tiene un cariño y un respeto grande por el músico. Me atrevería a decir que ya se han consagrado como otro dúo ejemplar director-compositor, uno a la altura de Spielberg y John Williams o Hitchcock y Bernard Herrman, y aquí lo demuestran.

Fuente: youtube.com

Phantom Thread es una obra que teje el universo y el proceso creativo de un artista escrupuloso con una tela que no encaja. Es un revestimiento diferente, con otros colores, con otras texturas, pero ese nuevo tejido ha pasado a ser una parte fundamental de la prenda. En ese proceso, Anderson dibuja las líneas de algo tan abstracto y tan difícil de plasmar en pantalla como el amor: uno con claves de melodrama de época y notas de suspense; uno pausado y meditado; uno en el que se mueven hilos constantemente, en el que cada uno trata de llevar al otro a su terreno, en el que chocan dos realidades opuestas que al mismo tiempo se complementan; es uno tóxico, pero maravilloso. Aquí no vas a ver buenos o malos, solo dos personas que se quieren.

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