Prisioneros: Hugh Jackman y Jake Gyllenhaal en un thriller enigmático

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Prisioners (Prisioneros, 2013) es la primera película que Denis Villeneuve filmó en inglés. En ella unió los talentos actorales de Hugh Jackman y Jake Gyllenhaal para estremecer a la audiencia con una historia sobre el secuestro de dos niñas y los esfuerzos de sus familias y la policía por encontrarlas. Con el complemento de casting de Viola Davis, Maria Bello, Terrence Howard, Melissa Leo y Paul Dano. Y pese a su larga duración, el filme, que fue comparado con películas como Seven (1995), de David Fincher, y El silencio de los inocentes (1991), de Jonathan Demme, por su nivel de violencia, recibió buena acogida por crítica y público. Con el paso de los años se ha colocado como número 213 en la lista de 250 Top Rated Movies de IMDb, listado para nada objetivo, pero que ayuda a entender un poco el gusto promedio de las audiencias.

La película fue candidata al Óscar en la categoría de Mejor Fotografía, la onceava nominación en la carrera de Roger Deakins, quien finalmente levantó la estatuilla con Blade Runner 2049. En Prisioneros, Denis Villeneuve comenzaría una relación de trabajo con el diseñador de producción Patrice Vermette y el compositor islandés Jóhann Jóhannsson, que se repetiría en los siguientes trabajos del cineasta canadiense: Enemy (2013), Sicario (2015) y Arrival (2016). Jóhannsson, nominado al Óscar a Mejor Banda Sonora por La teoría del todo (2014) y Sicario, además ganador del Globo de Oro en la misma categoría por Arrival, se encargaría de la banda sonora de Blade Runner 2049 (2017), pero Villeneuve se decantó por la presencia de Hans Zimmer.

Fuente: pinteres.es

El cambio como marca de estilo

Desde la tragedia a la ciencia ficción, pasando por el thriller, el terror psicológico y el cine policíaco, el genio de Villeneuve se hace pantente en cada género abordado y película dirigida. Tras haber visto toda su obra, sin duda tendría que elegir la renovación como constante principal de su trabajo. Así, aunque encontramos su firma notoria en cada película, todas ellas filmadas para destacar del promedio, las historias son muy distintas entre sí. La proclama de no repetirse empuja a Villeneuve a apropiarse de los elementos de cualquier género para entregarnos piezas únicas que pueden englobarse en lo que algunos llaman cine de autor.

En este caso en particular, Prisoners es un guión original para cine principalmente del género thriller que siguió en tiempo a Incendies (2010), adaptación de una tragedia libanesa que destruía el orden temporal, y precedió a Enemy, basado en una novela, obra inquietante que se sumerge en el terror psicológico. Todas estas historias, arriesgadas en su planteamiento y formato, serían fácilmente un fracaso en manos menos talentosas que las de Denis Villeneuve, quien parece tener la intuición precisa para saber hasta donde llevar sus mundos.

Fuente: tvmovie.de

La fractura de la familia

El secuestro de dos niñas pequeñas detona grietas en la institución americana por excelencia: la familia. Raptadas en su propio barrio a pleno día (la irrupción del terror en la plena seguridad del hogar), el crimen debilita a una familia que en un principio pinta como perfecta, llevando a un hombre decente a realizar atrocidades que parecen incompatibles con su personalidad: si su hija fue víctima de un monstruo, él se dispone a convertirse en uno para salvarla. La resolución encontrada por Dover para actuar por un demente, misma que se justifica en sospechas sin pruebas, disuelve eso que llamamos sentido común. La racionalización de lo irracional, o sea la tortura, desbarata los valores más tradicionales inculcados en cualquier familia católica.  

Dover (Hugh Jackman), el padre de una de las niñas secuestradas, es un hombre religioso que tiene el hábito de rezar y agradecer a Dios por todo. Irónicamente, este sujeto se pondrá del lado del Diablo gracias a sus acciones, que provocan giros en la trama. Estos quiebres argumentales derivados de las decisiones de Dover, se entrecruzan con las acciones que en paralelo realiza el Detective Loki (Jake Gyllenhaal). Así, lo que en un principio parecía una historia de venganza (que sí lo es), se convierte también en una reflexión sobre temas de relevancia social como el vigilantismo, la ambiguedad entre la teoría y la práctica legale, al igual que como el difuso límite entre el bien y el mal; línea de arena que se mueve con las olas y que es imposible definir sino desde una postura personal. 

Fuente: letterboxd.com

Personajes que evolucionan

Prisioneros no sería la gran película que es sin la peculiar combinación de Hugh Jackman y Jake Gyllenhall en los papeles principales. Ambos habían demostrado ya su valía como grandes actores al ser nominados a los Premios Óscar por su trabajo en Secreto en la montaña (2005) y Los Miserables (2012), respectivamente. Sus fuertes personalidades resaltan en un juego de contrapuntos entre dos estereotipos: el del “padre cegado por la ira” y el del “detective de mente fría que ha resuelto todos sus crímenes”, etiquetas de las que se desmarcarán con el turbulento avance de la historia.

El padre cegado por la ira trata de resolver las cosas por su cuenta (como corresponde a su rol) y ataca mediante la intuición, con una frase escuchada entre susurros como única evidencia; mientras que el detective, que duda de las sospechas de Dover, atribuyendo la frase escuchada a su estado de shock, seguirá los protocolos policiales como corresponde (en un principio).

Villeneuve nos hará creer, primero: que Jackman ha perdido la razón, pues su comportamiento errático luce como un intento desesperado de aferrarse a cualquier esperanza, y que Gyllenhaal capturó al sujeto verdadero culpable. Pero, mientras que el padre agraviado está cada vez más seguro de sus actos y no duda de sus decisiones, convencido de que no está en un error; el detective descubre que su sospechoso no era el culpable y crece su desesperación, conforme pasan los días se esfuma la calma y su frustración por no poder atar las pistas lo llevan a descargar su violencia de forma física.

Si Jackman lo hace muy bien, Gyllenhaal se luce al dar vida a uno de los detectives más memorables de los últimos años: no recuerdo haber visto a alguien imitar un tic con tanta verosimilitud. Aunque de forma involuntaria, las acciones de ambos trabajan en conjunto para resolver un enigma que se deshace en otros más pequeños, unificados todos ellos con la maestría del quehacer artístico de Villeneuve.

Fuente: septiemezone.com

Laberintos, serpientes: crisis religiosa

Prisioneros tiene mucho que decir sobre la justificación de la tortura, lo que no puede evitar leerse como un cuestionamiento al sistema penal y sus procedimientos, pero también sobre la religión tanto desde su posición de confort y de maldición, un argumento que justifica la mediocridad, pero que también produce monstruos insatisfechos que llevan la fe hasta extremos condenables.

Si bien el detective Loki tarda en resolver el caso, en su investigación destapa algunos secretos como el de un sacerdote asesino; casos antiguos de secuestros, así como de tortura: todos atados por la presencia de los laberintos y las serpientes, elementos que se refuerzan en el guión por la incursión intertextual del falso libro “Finding the invisible man”, un texto supuestamente firmado por un ex agente de FBI.

Prisioneros absorbe la atención del espectador y crea un estado de tensión que aumenta cada vez más. El alivio y el terror asomarán de nuestro cuerpo cuando suspiremos o tomemos aire ante las revelaciones. Será inevitable la sensación de estar cautivo; podemos tener la certeza de ser prisioneros, como los personajes de la pantalla, pero tan sólo por algo más de dos horas, de una película imposible de dejar pasar.