«Snowflake», una sangrienta e hilarante metaficción
Imagina que cierto día, cualquier día, por accidente te das cuenta que el rumbo de tu vida no depende de ti, que el libre albedrío es sólo una ilusión y que todas tus acciones, incluso tus pensamientos, están a cargo de un solo hombre que decide qué hacer con tu vida. ¿Dios? ¡Por supuesto que no!, no nos referimos a él, sino a alguien más disparatado: un simple y aficionado guionista que se ha encargado de plasmar en papel todo lo que has vivido, lo que estás viviendo y lo qué vivirás; es más, imagina que el hecho de que en este preciso momento te encuentres leyendo estas líneas, que tus ojos estén posados justo en esta oración, forma parte de ese guion. Algo así es Snowflake (Schneeflöckchen, 2017), la divertida y envolvente metaficción alemana de los directores Adolfo Kolmerer y William James, la cual se presentó durante el Festival Macabro de este año.
Tan (Erkan Acar) y Javid (Reza Brojerdi) son dos hermanos asesinos que eliminan a todo aquel que se interponga en su camino para encontrar al hombre que mató a sus padres cuando ambos eran niños; a su vez, Eliana (Xenia Assenza) es una mujer cuyo único deseó es acabar con la vida de estos hermanos luego de que los dos mataran a los padres de ella, por lo cual contratará desde caníbales hasta matones a sueldo con tal de erradicarlos; por supuesto, mientras la mujer tendrá la ayuda de un guardaespaldas cuyo padre es el mismo Dios, los hermanos recibirán el apoyo de un ángel. Sin embargo, todo este embrollo podría tratarse únicamente de la historia de un dentista que en su tiempo libre escribe guiones.
Lo sabemos, la historia suena tan enredada como disparatada, y saben qué…lo es. Snowflake es una película de ciencia ficción totalmente divertida pero a la vez una cinta policíaca llena de suspenso en sus últimos momentos. Sin embargo, esta rara mezcla funciona gracias al uso de la metaficción con la que está contada, es decir, contiene una historia dentro de otra historia.
Lo anterior queda claro desde los primeros minutos, cuando los dos hermanos van en busca de información que los lleve con el hombre que asesinó a sus padres. Esto los conducirá con Arend (Alexander Schubert) un dentista que tiene como pasatiempo escribir historias para cine; aunque lo verdaderamente extraño comenzará cuando el odontólogo les explique que, sin conocerlos, todo está ocurriendo exactamente como lo ha escrito en uno de sus guiones.
A partir de aquí (y luego de robarse dicho guion), casi la mitad de la película se transforma en una gran comedia en la que los hermanos hacen hasta lo imposible por actuar de forma totalmente contraria a como el guion dice que lo harán. Obviamente todos sus intentos de esto fallan al volver a leer las páginas y darse cuenta que, efectivamente, han hecho, dicho y pensado cada uno de sus actos y frases exactamente como están descritos en papel. Todo ello conduce a una serie de hilarantes situaciones llenas de chuscas secuencias y conversaciones paradójicas y sin sentido que fácilmente consiguen que el espectador suelte al menos un par de carcajadas.
Paralelo a esto se nos cuenta la vida de Eliana, una mujer sedienta de venganza que sólo quiere encontrar a los dos hermanos para hacerles pagar el que hayan asesinado a su familia. Para ello contará con la ayuda de su guardaespaldas y el padre de éste, de quien cabe mencionar, es un viejo loco que se cree Dios, aunque diversos actos y diálogos que suceden en torno a este último personaje hacen que el espectador se pregunte si el anciano sólo está senil o si, caso contrario, en verdad se trata del salvador del mundo…aunque si es así, hay que decir que entonces a Dios padre todo poderoso le encanta usar armas, el sarcasmo y las malas palabras.
Para conseguir esto, Eiliana contratará los servicios de trastornados pero carismáticos y divertidos personajes que nos harán ver que el asesinato es mejor cuando se mata de risa. Para ejemplo de ello basta saber que los hermanos deberán enfrentar desde locos antropófagos, hasta burocráticos matones y, por qué no, incluso a un hombre cuyo súper poder es controlar la electricidad…algo así como un Kick Ass.
Sin embargo, aunque hasta aquí todo parece diversión y nada más, la segunda mitad del filme se olvida de los elementos cómicos para convertirse en un thriller por demás interesante en el que el suspenso se mantiene a flor de piel, pues diversos giros de tuerca en su trama provocan que se vayan atando cabos y revelando oscuros secretos. Todo ello contribuye a que esta película, que en un principio parecía algo totalmente disparatado, poco a poco se transforme en una historia bastante sensata y cuerda…por más que cueste creerlo.
En resumen, Snowflake es una película bastante sólida y divertida que no sólo toca el tema de la venganza, sino que lo hace de una forma tan graciosa y bien pensada que fácilmente logra que el espectador pase de la risa a la intriga. En pocas palabras, es una especie de “Cuando Más extraño que la ficción (2006) conoció a El show de Truman (1988)”.