El Mago, un tremendo retrato de la marginalidad en Ciudad de México
En una metrópoli gigantesca hay lugar de sobra para una buena calidad de vida. Sin embargo, distintos factores han generado espacios urbanos cada vez más conflictivos en la capital mexicana. Uno de ellos, los alrededores del Centro Histórico.
Indigencia, prostitución, drogas, alcoholismo y otros problemas similares abundan en los arrabales donde no es fácil la supervivencia, tanto literal como metafóricamente. En este bajo mundo se desarrolla la historia de El Mago (2004), una cautivadora película mexicana que es excelente opción para quien busca disfrutar de cine inteligente.
La cinta narra la historia de Tadeo (Erando González), un mago callejero que al enterarse de una enfermedad terminal que lo corroe, decide reencontrarse con personas de su pasado para hacer las paces y enmendar viejos errores. Desde el inicio atrapa al espectador por no mostrar clichés, estereotipos o sobreactuaciones para dar autenticidad a los personajes y escenarios.
Los protagonistas sacan lo mejor de sí: perdón, lealtad, solidaridad y empatía pese al entorno de miseria, en el que Jaime Aparicio, al frente de la cámara plasma brillantemente la nostalgia de aquel universo de las vecindades, los oficios callejeros y los tugurios, alguna vez vistos en películas triunfadoras como Los Caifanes (1967), Mecánica nacional (1972), Fe, esperanza y caridad (1974), El lugar sin límites (1978), El mil usos (1981) o El callejón de los milagros (1995), con esa atmósfera lúgubre en escenarios repletos de conmovedores dramas, violencia, humor negro y un poderoso espíritu de denuncia social.
Con un presupuesto de poco más de cinco millones de pesos, resultado del programa de óperas primas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y del Instituto Mexicano de Cinematografía (Imcine); así como un rodaje que tuvo lugar en las colonias Santa María la Ribera, Doctores y Obrera; además del regreso de Julissa a la pantalla grande, la cinta logró el reconocimiento internacional al recibir el Zenith de Oro a la Mejor Ópera Prima en el Festival de Cine de Montreal 2004 y llevarse en 2005 el premio a la Mejor Película, Mejor Actor (Erando González) y Mejor Actriz (Maya Zapata), en el Festival de Cine de Guadalajara.
Lo anterior reafirma la calidad de El Mago, una película que pone en alto el nombre de la cinematografía mexicana ante los ojos del mundo, sobre todo del cine independiente hecho en México.