“12 Angry Men”, los prejuicios entre la vida y la muerte

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Culpable o inocente; víctima o criminal. No importan las pruebas a favor o en contra, pues en este mundo donde la justicia sólo es para quien pueda comprarla, a veces lo único que hace falta para sentenciar a muerte o liberar a una persona son los prejuicios que se tengan en contra de ella. Ejemplo de ello es 12 Angry Men (12 hombres en pugna, 1957), la multigalardonada película del director Sidney Lumet que nos enseñó a mirar el crimen bajo dos miradas diferentes.

Un joven es acusado de haber matado a su padre, por lo cual podría ir a la silla eléctrica, todo depende de la decisión de un jurado de 12 hombres. Sin embargo y aunque todas las pruebas apuntan en contra del muchacho, la deliberación no será fácil, pues cada uno de los miembros del tribunal deberá enfrentarse a sus propios prejuicios e inseguridades antes de decidir si sentenciar a muerte al adolescente o dejarlo en libertad.

12 Angry Men. Fuente: The 405

Henry Fonda protagoniza esta película donde a pesar de que toda la trama ocurre prácticamente en un escenario (la sala de deliberación) y lo único que vemos es la discusión entre una docena  de sujetos, está llena de intriga, emoción y angustia gracias a los sentimientos que logra despertar en el espectador, los cuales van desde la impotencia, la frustración y hasta el odio.

Esto ocurre debido a que la trama poco a poco va instaurando la duda sobre si el sospechoso es culpable o no, lo cual se consigue mediante los argumentos de cada uno de los jurados. Sin embargo, lo interesante del caso es que aunque 11 de ellos están convencidos de la culpabilidad de la víctima, hay uno (Fonda) para quien las cosas no pueden ser tan simples, pues encuentra que aunque el muchacho sea el asesino, el destino de un hombre que afronta la muerte no puede decidirse sin antes discutirse por unos minutos y otorgarle el beneficio de la duda.

Sin embargo, lo que tendría que ser una simple charla en donde sólo se tendría que escribir la palabra “culpable” en una papeleta, termina por convertirse en una batalla de egos, prejuicios e inseguridades entre estos 12 hombres.

12 Angry Men. Fuente: Newsrep

Y es que no sólo cambiarán constantemente su opinión entre un veredicto “culpable” a “inocente” y viceversa, sino que presentarán nuevas y diversas pruebas que le darán al caso una nueva visión, haciendo ver al acusado algunas veces como una víctima de las circunstancias, pero en otras como un despiadado asesino.

Estos constantes cambios de parecer de los personajes son el elemento que hace tan interesante a la película, y no sólo por la intriga, la desesperación y el suspenso que inyectan a la trama, sino por la forma en que nos demuestran la personalidad y el carácter de cada uno de los jurados.

Así, podemos ver a hombres con una personalidad volátil y violenta, a quienes no les importa mandar a la silla eléctrica a un hombre probablemente inocente con tal de llegar temprano a casa o a un partido; otros sumamente sensibles y sin criterio propio, quienes se dejan convencer por las decisiones de los demás; algunos un poco más razonables, con la habilidad de sopesar y razonar las pistas mucho mejor que la policía y cualquier abogado; y hasta unos cuantos con un peligroso complejo justiciero.

12 Angry Men. Fuente: IMDb

Y aun así, todos ellos con prejuicios y sentimientos que en el fondo parecieran no tener como fin beneficiar o perjudicar al acusado, sino para buscar la propia tranquilidad de sus conciencias, su moral y su ética con tal de creerse “mejores hombres” ya sea sentenciado a muerte al acusado o dejándolo vivir, dependiendo sus conveniencias.

Por ello la cinta trata de mostrarnos el gran peso que recae sobre el tribunal, quienes literalmente deciden si su semejante vive o muere; aunque por otro lado también nos enseña los peligros que conlleva el que una decisión como esta recaiga en seres volátiles, vengativos e inseguros.

Esto queda claro cuando el personaje de Fonda convence poco a poco a varios de sus compañeros de las diversas fallas y omisiones que se presentaron en el juicio, implantando la semilla de la duda en sus mentes, demostrando que las cosas no son como ellos lo creían; aunque por otro lado todas las suposiciones que se hacen son sólo eso, meras suposiciones que demuestran la probable inocencia del que podría ser un asesino, pero que en el fondo sólo dependen de la creencia de estos  hombres.

12 Angry Men Fuente: Youtube

En el extremo contrario están los miembros del jurado convencidos de la culpabilidad del muchacho, aunque dicho convencimiento es aún más peligros que el de aquellos que lo creen inocente, pues a diferencia de los primeros que se dejan guiar por el remordimiento y la empatía, estos últimos lo hacen por el odio, los juicios de valor y sus problemas personales.

En pocas palabras, aquellos que lo creen culpable representan al sector de la sociedad que aún cree que la pobreza es sinónimo de maldad, delincuencia e ignorancia, al igual que la juventud lo seria de rebeldía, violencia y mentiras, por lo cual no dudarían en sentenciar a muerte a un joven de clase baja, pues a fin de cuentas, para ellos sólo es un criminal más o, en el mejor de los casos, un asesino en potencia a quien es mejor detener antes de que en verdad decida serlo.

De esta manera la trama se convierte en una serie de suposiciones de culpabilidad e inocencia entrelazadas por prejuicios positivos y negativos, lo cual y como dijimos desde un inicio, dota a la cinta de un gran contenido de suspenso, emoción, desesperación y suspicacia, pues gracias a esto se consigue introducir al espectador en la historia, haciendo que este mismo saque sus propias conclusiones respecto a la inocencia o culpabilidad del acusado.

12 Angry Men. Fuente: The Independent

En resumen, 12 Angry Men no sólo es un gran filme, sino un buen ejercicio en el que aquel que la mire se introduce en la cinta, pero además se incursiona en una serie de reflexiones que por una parte lo hacen cuestionarse la postura que tomaría frente a un caso así; pero por otro, también le hacen pensar en qué tipo de manos caería su destino si su vida o muerte dependiera de la elección de un grupo de desconocidos.