“El alucinante viaje de Bill y Ted”, muerte, risas y viajes en el tiempo
En 1989 conocimos a Bill y Ted (Alex Winter y Keanu Reeves), dos adolescentes que nos enseñaron que para hacer un buen proyecto de historia no se tiene que leer sobre ella, ni mucho menos memorizarla, sino que la verdadera clave está en formar parte de la historia misma, y qué mejor para ello que realizar unos cuantos viajes en el tiempo. Sin embargo dos años más tarde, con la secuela titulada El alucinante viaje de Bill y Ted, estos jóvenes rockeros también nos dejaron en claro que la vida es muy corta como para preocuparse por la muerte, pues incluso se le puede retar a un duelo de Twister.
En El alucinante viaje de Bill y Ted (Bill & Ted’s Bogus Journey), se nos muestra el futuro ideal que ambos adolescentes crearon gracias a las enseñanzas que dejaron a la humanidad durante sus viajes en el tiempo. Sin embargo el malvado De Nomolos (Joss Ackland) enviará al pasado a dos androides idénticos a ellos con el objetivo de asesinarlos, aunque para sobrevivir, los verdaderos Bill y Ted contarán con la ayuda de unos cuantos amigos bastante peculiares y graciosos, incluida la misma Muerte.
Keanu Reeves y Alex Winter regresan en esta fantástica aventura interpretando una vez más al duo de “Los sementales salvajes”, sólo que en esta ocasión la historia no se enfoca (tanto) en los viajes en el tiempo, sino en una serie de situaciones que literalmente los llevarán en una odisea por el cielo, el infierno y la tierra.
Por ello es importante mencionar que aunque es una secuela de la cinta de 1989, su trama puede disfrutarse de manera independiente sin problema alguno, pues aunque cuenta con ciertos guiños y personajes que hacen alusión a la primera entrega, también está dotada de una comedia y una premisa propia que si bien por momentos cae en lo absurdo y simple, cumple su cometido de hacer reír (tal vez hasta la carcajada) al espectador.
Esto ocurre porque, al igual que la cinta pasada, vemos a Bill y a Ted hacer lo que mejor hacen: holgazanear y rockear; al menos hasta que terminan muertos a manos de sus “yo robóticos”, quienes tienen planeado quedarse con sus vidas. Es a partir de este suceso que la aventura comienza, pues veremos a este par de sementales salvajes hacer lo posible por regresar a la vida, aunque para ello deberán hacer frente a varias pruebas.
La primera de ellas es sobrevivir al infierno, lo que resulta una de las partes más interesantes de la cinta, pues a pesar de ser una comedia con una buena dosis de ciencia ficción, durante el tiempo en que Bill y Ted están en el inframundo la cinta adquiere muy mínimos pero funcionales tintes de terror, ya que si bien deben hacer frente a sus miedos más profundos, sorpresivamente la forma en que estos se presentan quedan fuera de lo cómico para entrar en lo tenebroso, después de todo, juegan con temores muy infantiles, pero que seguramente más de uno ha tenido en la vida real.
Ahora, no es sino hasta la segunda prueba cuando la película finalmente se llena de gracia y risas, pues es hasta que ambos adolescentes se encuentran con la Muerte –interpretada por un magnífico William Sadler– que la historia entra por completo en la comedia.
Y es que para estar un paso más cerca de revivir, Bill y Ted deben vencer a la Parca en una serie de graciosísimas pruebas que incluyen desde juegos de mesa hasta retos de habilidad física. Y por supuesto no mentimos al decir que sin duda alguna estas secuencias representan los momentos más cómicos de la cinta.
Esto se da gracias a la personalidad que Sadler logró imprimirle a su papel como la Muerte, pues aunque curiosamente su diseño está basado en la Muerte creada por Ingmar Bergman en El séptimo sello (1957), aquí no vemos a una parca fría e insípida, sino todo lo contrario, ya que es un tipo simpático, infantil, berrinchudo e inocente; características que lo convierten en el mejor elemento de la secuela debido a que todas las cosas que hace terminan por ponerlo en situaciones vergonzosas y graciosas.
Por desgracia lo anterior ocasiona que la película se sienta un poco floja al final, pues luego de que los dos héroes tienen su encuentro con la Muerte, en adelante la comedia no sólo depende casi por completo de este último personaje, sino que las mismas risas se ven un tanto limitadas por el hecho de que es más fácil que uno se ría de Sadler más que de Winter y Reeves.
Sin embargo la situación mejora con la participación de dos extraños alienígenas que, aunque un tanto grotescos –como si fueran una fusión entre E.T. y Alf–, también aportan varios momentos chuscos a la trama, además de ser parte esencial para que Bill y Ted resuelvan sus problemas.
Por otro lado el último reto de los protagonistas y en el cual deben enfrentar una vez más a sus robots malvados, podría sentirse un tanto apresurado después de todas las aventuras que vivieron, ya que uno se esperaría un desenlace más dinámico e incluso con cierta cantidad de acción, pero en cambio éste ocurre muy rápido, aunque por fortuna no carece de la gracia provista durante toda la trama.
En resumen, El alucinante viaje de Bill y Ted nos presenta una historia que, aunque con unos cuantos tropiezos en su ritmo, tiene el acierto de contar con una buena comedia que se vale de la ciencia ficción para mostrar una trama tan disparatada que por momentos cae en lo absurdo, pero que es gracias a la misma forma de ser tan absurda de sus protagonistas y a la sencillez de su trama que termina por ser bastante entrañable.
Pd: Recientemente tanto Alex Winter y Keanu Reeves han confirmado la tercera parte de este viaje, además, William Sadler también adelantó que regresará como la Muerte.