«El hombre invisible», desbordante de sobresaltos y de giros de tuerca
Este proyecto busca renovar al personaje clásico. Si bien cuenta con aciertos, no está exenta de errores recurrentes de películas del género.
The Invisible man, de H.G. Wells, ha inspirado infinidad de adaptaciones para los cómics, el cine, la radio y la televisión. Por este motivo, ya no es desconocido que trata sobre un hombre que busca superar los límites físicos y mentales del ser humano. En este caso, la invisibilidad.
Convertir un experimento innovador en uno desastroso, mientras el protagonista evoluciona de un ser humano con mente privilegiada a un supuesto genio incomprendido y, finalmente, a un loco dominado por el poder y por sus demonios internos, es el elemento intrigante del relato.
La nueva adaptación de El hombre invisible se centra en Cecilia Kass (Elizabeth Moss) y en su pareja, Adrian Griffin (Oliver Jackson-Cohen), un talentoso científico controlador y chantajista que aparentemente se suicida luego de que ella escapa de él. Cuando comienza a ser atormentada por una extraña presencia, Cecilia sospecha que Adrián no murió.
Esta premisa resulta un poco inoportuna para una película comercial durante una época de sensibilización sobre la violencia de género. No es de aplaudir que caiga en ese lugar común de las películas de terror.
Esto obedece a que, desafortunadamente, con el paso del tiempo la aclamada novela de Wells se ha reducido a películas de sobresaltos, enfocadas en una scream queen hostigada por un asesino.
Aún así, es una buena propuesta en materia de ciencia ficción y la actuación de Elizabeth Moss es admirable, entre otras cosas, porque su personaje no permite que la riqueza, atractivo e inteligencia de un hombre eclipsen su lado oscuro.
No hay quejas sobre los efectos especiales; ofrece algunos instantes de comedia, elementos dignos de un buen thriller y un intimidante sonido que sin duda se aprecia mejor desde una butaca de cine.
Por otro lado, no deja de lado fastidiosos clichés. Sin embargo, el guionista y el director Leigh Whannell –encargado de los libretos para las dos primeras entregas de Saw–, se hace notar gracias a la buena narrativa y, por supuesto, a los giros de tuerca que se han convertido en el sello del cineasta.
¿En concreto?
Esta cinta busca un nuevo comienzo del llamado Dark Universe –luego del fracaso de La momia (2017), protagonizada por Tom Cruise y Sofía Boutella–, un proyecto que consiste en desarrollar nuevas adaptaciones de Drácula, el hombre lobo y otros monstruos clásicos.
Con todo y sus desaciertos, definitivamente no es un fiasco. Blumhouse produjo una cinta de suspenso y de ciencia ficción aceptable que, en general, puede calificarse como entretenida.