“Un perro andaluz”, la lucidez de lo irracional en una hermosa pesadilla
Fue un 19 de mayo de 1929 cuando por primera vez en Hollywood se llevó a cabo una ceremonia en la que se entregaba una estatuilla dorada a las películas más sobresalientes, por supuesto, unos cuantos años más tarde esta tradición llevaría por nombre los Oscar, un evento que para bien o para mal nos ha acostumbrado a mirar lo más impactante, bello, sólido y hasta lúcido y cuerdo del cine. Sin embargo, y casi de manera irónica, ese mismo año surgió una obra que carecía de toda lucidez y racionalidad, su nombre: Un perro andaluz (Un chien andalou); sus responsables: un tal Luis Buñuel y un joven Salvador Dalí.
Aunque carente de sentido y sin coherencia alguna, Un perro andaluz poco a poco se convirtió en una obra de culto, algo que resulta más que impresionante no sólo por el hecho de que este fue un trabajo que comenzó más como un experimento por parte de un Buñuel de 29 años y un Dalí de 25, que de un trabajo hecho con conciencia; y es que conciencia fue precisamente lo único que no podía haber aquí, ya que ambos artistas se pusieron como condición que cada una de las secuencias surgiera lo más directo que se pudiera de su subconsciente.
“Escribimos el guion en menos de una semana, precisamente en seis días, siguiendo una regla muy simple: no aceptar idea ni imagen que pudiera dar lugar a una explicación racional, psicológica o cultural”, dijo Buñuel alguna vez, cuando la prensa dijo no encontrar sentido a lo que veían.
El resultado, como todos sabemos, fue precisamente eso, un metraje totalmente irracional que psicológicamente podría parecer una tortura visual y que fácilmente sería considerado como una pesadilla en cualquier cultura. Después de todo, mirar animales putrefactos, una mano que pareciera más un hormiguero que un miembro humano y hasta ver un ojo rebanado por una navaja, son escenas que sólo habría sido posible imaginarlas en un mal sueño y no plasmadas en un fotograma.
Ahora bien, cuando nos referimos a que sólo pueden ser secuencias imaginadas en una pesadilla, es porque literalmente estas imágenes fueron forjadas mediante la visita de Morfeo a ambos artistas, ya que en una charla entre ambos, Dalí contó que “he soñado que no dejaban de brotar hormigas de mi mano”, mientras que Buñuel le dijo que él no dejaba de soñar con una luna atravesada por una nube, cual si fuera un ojo cercenado por una navaja. Así que decidieron llevar esto a la realidad.
Y aunque quizá suene un poco menos explícito el saber que no fue un ojo humano el que fue atravesado por una navaja en su película, tampoco es más tranquilizador el hecho de que haya sido el de una res que fue comprado en la carnicería más cercana, después de todo, la escena es por demás perturbadora sin importar a qué especie, humana o animal, haya pertenecido el glóbulo ocular.
Por fortuna es esta crudeza la que dota al cortometraje de un gran impacto, después de todo, Dalí y Buñuel tenían que exprimir hasta el último centavo de las 25 mil pesetas que la madre de este último les prestó para que los jóvenes artistas se expresaran como quisieran.
Y vaya que lo hicieron, pues no sólo Dalí tuvo la oportunidad de salir en el filme a manera de un cameo (específicamente en la escena cuando el protagonista arrastra dos pianos, un burro podrido y dos curas… ¿Adivinan quién puede ser uno de los sacerdotes?), sino que contaron con tal libertad en su proyecto que casi 30 años más tarde y a pesar de ser una obra originalmente muda, el mismo Buñuel se dio el lujo de agregarle la banda sonora, la cual se compone de un tango y fragmentos de la ópera de Wagner, Tristán e Isolda.
Y si se preguntaban si sólo Dalí había aparecido en la cinta, la respuesta es no, sino que Buñuel también lo hizo, así que la próxima vez que vean el metraje, pongan atención a la mano que corta el ojo de la pobre mujer.
Por supuesto que esta experiencia visual no estuvo falta de polémica, pues mientras fue avalada por el grupo surrealista de París, (Breton, Eluard, Tzara, Char, Magritte, Arp, etc.), curiosamente un integrante de esta sociedad dijo alguna vez que el acto más surrealista y simple consiste en tomar un revolver, salir a la calle y asesinar a gente al azar; una declaración totalmente polémica pero que hasta Buñuel aceptó que está implícita en esta cinta, pues fue él mismo quien dijo que Un perro andaluz no era más que un simple llamamiento al asesinato.
Fue por este tipo de cosas y, claro está, todas sus escenas sin sentido pero a la vez cautivadoras, que el corto fue catalogado como la primera película surrealista del cine.
Por cierto, una anécdota cuenta que durante el estreno de esta pesadilla de poco menos de media hora, Buñuel estaba tras el escenario armado con piedras, pues tenía pánico que el público (entre los que se encontraban celebridades de la talla de Cocteau y Picasso) se enardeciera tras lo que vería y se decidieran a lincharlos. Podría ser gracioso, quizá exagerado, pero pónganse en los zapatos de aquellos espectadores de 1929 y pregúntense ¿qué habría hecho yo en aquella época tras ver esas escenas tan perturbadoras? Así que mientras reflexionan, pueden hacerlo mirando una vez más Un perro andaluz.
Una última cosa, si lo que esperaban aquí era encontrar un análisis o una explicación del cortometraje en vez de un breve repaso sobre cómo es que éste surgió, lamentamos que no haya sido así, pero a fin de cuentas, Dalí y Buñuel siempre defendieron la idea de que el significado de esta obra no existe, sino que es el simple y vivo reflejo del subconsciente del espectador; así que… ¿Qué tan perturbada está su mente?
[ CORTOMETRAJE ]► Un Chien Andalou(Un perro andaluz)(1929) de Luis Buñuel► Escrita por Luis Buñuel y Salvador Dalí► Filme surrealista, fruto de la poderosa imaginación de dos jóvenes mentes -Buñuel tenía 29 años y Dalí 25- poseedoras de un talento tan singular como genial. ► "Un chien andalou" nació de la convergencia de uno de mis sueños con un sueño de Dalí.
Publiée par Cine O'culto sur Dimanche 20 mai 2018