El deseo oculto en La Región Salvaje

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El cine es puro deseo, por ello nos aproximamos a él, nos saciamos de este arte con imágenes y sensaciones que nos revelan los aspectos más recónditos de la humanidad.

En La Región Salvaje (2016), última película de Amat Escalante, ganadora del León de Plata por mejor dirección en la 73 edición del Festival de Cine de Venecia, el deseo es un ente extraterrestre, que habita una cabaña recóndita en un bosque de Guanajuato, una de las ciudades más conservadoras en nuestro país y de la cual es originario el director.

Resulta que el deseo por ser tan extraño en esta comunidad religiosa, el director se decidió por el cine de género y fantasía para exponer y reflexionar sobre este tema.

Si bien el director en esta historia se basó en una una nota de periodismo amarillo en la cual se leyó “lo ahogan por jotito” y en la novela de Stephen King, “It” (Eso), en donde toma la premisa de la presencia de un ente extraterrestre que revela los temores de sus protagonistas; en La Región Salvaje, el director, junto con el guionista Gibran Portela (La Jaula de Oro y Güeros), atinan en localizar en el espacio en donde se desarrolla la película, que este temor es un temor a la satisfacción sexual.

Ya en Heli (2013), película por la que también Amat ganó el premio de mejor director en Cannes, historia que también tienen lugar en Guanajuato, hay una referencia intertextual a La Región Salvaje. Beto, uno de sus personajes, el soldado ansioso por tener una vida sexual, en un dialogo con su novia, le cuenta el secreto de que los militares esconden un OVNI en la región. Intertextualidad que relaciona la violencia en Heli con la sexualidad oculta y reprimida de La Región Salvaje. El mismo Amat comenta que la represión sexual origina la violencia y otras perversiones que adolecemos en nuestro país.

En esta historia, Verónica, Alejandra y Ángel, (Simone Bucio, Ruth Ramos y Jesús Meza, trío en su primer largometraje), son unos jóvenes adultos que se enfrentan a un goce incompleto que los aproxima a la violencia, la hipocresía, al machismo, homofobia y homosexualidad. Porque como se sugiere en una escena, en donde un niño se intoxica comiendo chocolate: lo que más gusta enferma y asfixia.

Para todos el deseo es un misterio, no se controla y eso nos hace muy humanos, al punto que la humanidad trasciende a la religión y en el cine se sugiere y expone para darle forma a ese deseo. En una época en donde vuelve el puritanismo disfrazado en lucha de géneros. Amat en esta película representa al daimon mexicano (el asunto humano, la forma y proyección mítica que nos explica nuestra humanidad) como un ente oculto, ávido de deseo, amenazante y asesino, el cual -para regodeo de los cinéfilosù es un monstruo con rasgos similares a los extraterrestres cinematográficos (que le dan verosimilitud además de la buena factura de VFX) y que no nos queda a deber con esa bella orgía zoológica a mitad de la película.

La realización de la película ha costado 25 millones de pesos y ha sido una coproducción entre Mantarraya, Tres Tunas, Pimienta Films, Instituto Mexicano de Cinematografía, recibiendo los estímulos  de FIDECINE y EFICINE, The Match Factory, Snowglobe, Le Pactè, Adomeit Film y Copenhagen Film Found (México, Dinamarca, Francia, Alemania, Noruega, Suiza). La cinta está próxima a correr en salas en el mes de febrero de esté 2018, después de una travesía de negociaciones con Cinépolis Distribución, que pretendió estrenarla en julio del año pasado con solo 100 salas. Finalmente podremos ver los mexicanos está película después de su corrida comercial en Estados Unidos y Europa.