¿Qué significa que una película sea ‘de culto’? Una reflexión abierta
Todos hemos escuchado alguna vez el término de ‘película de culto’, quizá sin entenderlo plenamente. Desde los directores de grandes festivales, hasta periodistas y redactores de medios como este, en toda la cadena cultural del arte cinematográfico se utiliza el término, aunque sus contextos difieran considerablemente, y también los objetos de su designio.
De ahí que todos nos preguntemos de cuándo en cuándo: ¿qué significa que una película sea de culto? O más allá: ¿qué necesita una película para que se considere de culto? Pues bien, una película de culto es aquella que, por sí misma, se ha ganado una base considerable de seguidores; un ‘cult following’, como dicen en inglés.
Pero entonces, ¿un blockbuster de superhéroes puede ser una película de culto? Muchos dirían que no, pues una de las condiciones para que una película llegue a ser de culto, es que esa base considerable de seguidores haya sido acumulada por la propia película, y con el paso del tiempo.
Ese carácter de atemporalidad es precisamente el ingrediente que hipnotiza a sus seguidores. Un blockbuster desarrolla su público por un aparato de marketing previo al lanzamiento de la película; aparato que está ausente en la mayoría de aquellos que llegan a ser ‘de culto’.
Otro elemento, quizá el más importante, es la transgresión. Transgresor es un adjetivo que designa todo aquello que viola una ley, un precepto, una costumbre; en este sentido, un film transgresor es aquél que va en contra, que afrenta, que desafía las convenciones morales, culturales, estéticas, históricas, desde donde es dada.
Esta triada conforma un cuarto y último elemento: la marginalidad. Un film transgresor generalmente se produce, se filma y se exhibe fuera de los estándares que rigen a la industria; sin un aparato de marketing detrás.
De ahí que los films de culto hayan sido rechazados, o simplemente ignorados al momento de su estreno. En realidad, la definición de los ‘de culto’ es difícil pues sus cualidades son a priori y a posteriori, y tienen que ver, no con la calidad de la película en sí misma, sino con una respuesta social: un film de culto nunca lo es por sí mismo: la gente lo hace de culto, a través de sus lecturas, sus rituales, su amor.
Dadas estas condiciones, los films de culto son generalmente de poco presupuesto, que es el elemento más comúnmente asociado al término; vulgarmente, un film de esta categoría es uno viejo, feo y barato, pero cuyo contenido es tan inteligente, tan innovador, tan transgresor, que rompe la barrera temporal y habla de forma directa y contundente al lector. Éste, como una forma de pagar a la película sus contribuciones, ignoradas en su momento, vuelca su amor por la película rodeándola de mitos, de rituales, de lecturas.
Cuando una película inaugura una religión, como lo hizo The Big Lebowski (1998) de los hermanos Cohen, con el ‘dudeísmo’, podemos estar seguros de que es una de culto. Los foros de cosplay, y otras exhibiciones en donde los fanáticos demuestran su amor por filmes, series o ánimes, son también importantes a la hora de reconocer qué producto ha llegado a ese status.
Sin embargo, y precisamente por ser la cualidad ‘de culto’ algo a posteriori, es muy difícil definir en términos concretos qué es; y puede haber casos en donde se le considere ‘de culto’ a filmes como Alien (1979) de Ridley Scott, por ejemplo, que cumplen con el elemento de tener fanáticos obsesivos alrededor, una nutrida comunidad de sabios y entusiastas, y múltiples lecturas. Pero no cumple con los demás elementos: ser transgresora y marginal.
Bien el lector podría argüir que Alien ni siquiera es de bajo presupuesto, y que por el contrario es una franquicia que ha generado millones de dólares: “no es de culto, es cultura popular”.
Precisamente críticos de cine como Ernest Mathijs han dicho que los films de culto son “accidentales”, en el sentido que: “ayudan a entender la ambigüedad y el poder de las multitudes; de la incompletud”, dice en el Simposio Crítico al respecto, compilado por la revista Cineaste (puedes encontrar una versión archivada aquí).
Y agrega: “muchas de las discusiones dan por sentado que sólo hay dos categorías: buenas o malas; exitosas o fracasadas, innovadoras o retrógradas; en realidad, los films de culto pueden tener ambas cualidades: ser tan malas, que son buenas; fracasos iniciales que se vuelven éxitos con el tiempo; la innovación puede ser muy retro, pues el cine, y todo el arte, así como la cultura popular y el entretenimiento, están en un flujo constante”.
De tal forma que no hay una versión final de lo que es o no es una película de culto; Mathijs dice algo muy interesante: “la existencia de este fenómeno puede ser muy útil a la hora de querer entender la multidimensionalidad de la vida contemporánea; y del reto que significa la construcción de la historia y de la cultura”.
Algo en lo que podemos estar de acuerdo todos es que filmes como Donnie Darko (2001), The Rocky Horror Picture Show (1975), Stranger Than Paradise (1984), The night of the living dead (1968), Eraserhead (1977), Akira (1988), El Topo (1970), Vase de noces (1974) forman parte de la lista universal de filmes; pero también forman parte de otra lista: una subalterna, que conforma la lista de nuestras pasiones; y que narra a contracorriente la historia de nuestras sociedades.
¿Cuáles considera el lector como películas de culto indispensables?