Del Toro y su marca de agua en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara

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Tras ser galardonado con el Óscar a mejor director y mejor película por Shape of Water (La Forma del Agua) (2017), Guillermo del Toro regresó a su natal Guadalajara, Jalisco donde ofreció tres conferencias magistrales dentro del marco de la trigésimo tercera edición del Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG).

El sábado 10 de marzo, en el Centro de Artes Escénica de la urbe tapatía, Del Toro desarrolló la primera de sus intervenciones en el festival titulada De Geometría a la Forma del Agua, donde charló sobre los detalles de la producción de su última película y algunos aspectos por los que atraviesa el cine mexicano contemporáneo.

Shape of Water: el desarrollo de una idea en colores.

José Revueltas escribió alguna vez que «el arte es una discriminación continua de elementos inútiles». Para el escritor duranguense, era esta duda la que resultaba ser más dolorosa para el artista al momento de elegir sus materiales: saber cuál es el camino engañoso y cuál es el que conduce a la meta.

Asimismo, la anterior concepción no se reduce sólo a los materiales, sino a las ideas. Cuando en 2012 Del Toro comenzó a diseñar Shape of Water la ideó como una película muda y en blanco y negro, ya que lo deseable al realizar un filme es emplear la menor cantidad de diálogos posibles. Con el paso del tiempo, el director llevó su idea a otras latitudes y codificó en ella las voces y los colores como parte de su lenguaje narrativo.

Para Del Toro, las discusiones contemporáneas sobre cine se han vuelto muy superficiales. «Se habla de qué trata, qué le pasa a quién. Rara vez se discute el cine en términos plásticos (…) La realidad es que el trazo, la composición de color, el por qué del componente emotivo del color, el componente emotivo de la luz, todo lo que debería discutirse de una película a fondo, no se discute», comentó.

El también director de El Laberinto del Fauno (2006) sostuvo que el color es algo de suma importancia en su trabajo, ya que de nada sirve tener una buena iluminación si el set no tiene los colores requeridos. Describió el color azulado que representa al pasado que cobija a Elisa (Sally Hawkins) protagonista de su última obra, con el mensaje de que probablemente fuera un ser acuático y no humano,  y añadió que las apariciones del rojo simbolizan al amor.

De igual forma, destacó que el color verdoso que predomina en el filme se refiere al futuro, donde todos los personajes se encuentran atrapados.

Del Toro argumentó que si bien la historia de Shape of Water puede parecer simple cuando no se ha visto la película, es precisamente en el cómo hacer las cosas que la magia del cine tiene su aparición. El haber modificado ciertos elementos de la realidad dota a la película de esa particularidad que la hace interesante frente al público.

Legado.

Del Toro, quien proviene de una generación en cuya brecha el cine mexicano enfrentó circunstancias adversas (crisis económica, poca producción e incluso, las amenazas de las autoridades por desaparecer la cinematografía nacional), indicó que la intención de él y de sus contemporáneos no sólo es crear cine, sino también promoverlo. «Hay una razón por la que estoy aquí (en Guadalajara) y es por los jóvenes», destacó.

En su lucha por dejar un legado, el jalisciense recalcó la importancia de fomentar la creación de «un capital histórico» en los jóvenes; es decir, motivarlos para crear proyectos que escapen de lo efímero y sobrevivan para apoyar a las futuras generaciones. Con este concepto, Del Toro no se limita únicamente a la práctica cinematográfica. El cineasta sugiere emplearlo en todos los factores de la vida.

Para el mexicano, trabajar en la adversidad dota de facultades al individuo para afrontar el mundo actual. En un oficio evolutivo, como lo es el del cineasta, también hay cupo para la involución. Invitó a los jóvenes a tener resistencia y no arrodillarse frente a las circunstancias, especialmente en un país tan complicado como lo es México. Así como construir oportunidades y alzar el vuelo hacia otras latitudes como lo hizo él. «La mitad de la realidad es tangible y la otra mitad es lo que decides construir con ella (…) Cuando ya pudiste hacer cine en México puedes hacer cine donde sea», sentenció.

Y es que Guillermo Del Toro no sólo es el rostro de un famoso cineasta que supo cómo jugar sus cartas en Hollywood. Su influencia va más allá de México. Guillermo Del Toro es un latino exitoso y el claro ejemplo de cómo más de 50 millones de migrantes latinoamericanos, residentes en Estados Unidos, buscan día a día su realización personal en una tierra que no los parió, pero que tampoco les es ajena.