A River Below: las paradojas éticas de salvar al delfín rosado
A River Below se estrenó mundialmente en Abril de 2017 en el Festival de Cine de Tribeca, se exhibió por primera vez en latinoamérica en julio del mismo año, en el Guanajuato International Film Festival, y está en Netflix desde este mes de marzo. Dirigido por Mark Grieco, graduado de la Escuela de Artes Tisch de Nueva York y becario del Sundance Institute, el documental (que hasta ahora ha contado con la aceptación de crítica y público) captura toda la complejidad del Amazonas con vistas panorámicas espectaculares que nos conducen por el turbio y enmarañado río, examinando las acciones de activistas ambientales que tratan de salvar al delfín rosado de la extinción en una época en la que la verdad es un término relativo.
Un encuentro inesperado
A menos que seas encargado de la programación o proyección de los filmes, cuando trabajas en la organización de un festival de cine sueles tener poco tiempo para ver precisamente eso, cine. Yo aprendí la lección después de mi primer festival en 2016, así que no me molesté por no poder estar el domingo 23 de Julio de 2017 en el Teatro Ángela Peralta a las 6 de la tarde para ver un documental llamado A River Below que había captado mi atención. Aunque pasarían dos días para que yo lo supiera, esa misma noche conocí al director del filme, Mark Grieco, afuera de un estacionamiento en San Miguel de Allende. El gringo que se acercó a pedirme un cigarro con un perfecto español y una sonrisa encantadora no traía gafete de invitado especial (caso contrario a mi obligadísimo gafete que decía “Comité”).
No lo reconocí esa noche en que charlamos fuera del sitio donde se exhibía la delirante muestra de «Locura de Medianoche». Hablamos de trabajo. Más bien él preguntó por el mío. Elogió el esfuerzo y los recursos que el festival dedicaba a un área que en muchos festivales es inexistente. Pero charlamos especialmente de la situación social de México y otros países de América Latina. Dijo que conocía poco del país, pero que le gustaba y que lamentaba la situación tan complicada que vivíamos. Me contó que aprendió español mientras vivió un tiempo en Colombia. No dijo su nombre, ni alardeó de haber pasado seis años “refundido” en las montañas de Colombia arriesgando su vida para filmar el documental Marmato (2014), con el que ganaría en los festivales internacionales de cine de Havana y Cartagena, además de ser nominado al Gran Premio del Jurado en Sundance.
Comentó que San Miguel de Allende le parecía muy extraño. Sí, era hermoso y tenía algo de mágico, pero estaba muy desconectado de la realidad que se vivía en muchos lugares del país. Dijo querer conocer el norte, pues le habían dicho que era muy distinto, pero que había escuchado muchas historias violentas y no se animaba aún. Le aseguré que hay varios nortes y varios Méxicos, que yo que era de Sinaloa podía afirmar que algo de cierto había en esas historias, pero que en ninguna parte de México, ni siquiera en San Miguel de Allende, se estaba a salvo de la muerte, que es quien gobierna el país. Reímos de la metáfora y nos despedimos. Después reconocí sus facciones en las del hombre barbudo de la foto del catálogo oficial, pero ya no hubo ocasión de charlar y tampoco tuve oportunidad de asistir a la proyección de su película en Guanajuato.
El poder del reconocimiento mediático
Además de la nostalgia anecdótica, recuento lo anterior porque entre los temas que toca A River Below se encuentra el de la receptividad con que las personas aceptan un mensaje cuando saben que quien les habla es alguien“famoso”. En el documental tenemos como protagonista a un presentador de televisión, y es esta condición de “estrella de la tv”, lo que permite que las acciones se desarrollen de la forma en que lo hacen. Contrario al actor famoso que encuentra todo su poder en la proyección de sus actos a una audiencia, está la figura del intelectual que construye sus ideas lejos de los focos y la atención: Mark Grieco me ha parecido el ejemplo perfecto.
Lo que en un principio parece un documental de interés ecológico que persigue la salvación del delfín rosado del amazonas, resulta ser una obra caleidoscópica en sus implicaciones temáticas. Sí, es un documental sobre salvar delfines rosados, pero también una reflexión sobre los límites imprecisos entre la verdad y la mentira, así como entre lo correcto y lo incorrecto; o sobre la acción y la palabra como formas contrarias de solucionar un conflicto.
La estrella de la tv a la que había hecho mención es el protagonista de A River Below, Richard Rasmussen, un biólogo y presentador de programas de NatGeo muy famoso en brasil por buscar la protección del medio ambiente. Rasmussen es el activista del acontecimiento, que combate por medio de la transgresión y sin tener siempre en cuenta la corrección política. Sin buscar la sublimidad estética, con una producción que no deja de ser buena; ni pretender la renovación vanguardista, experimentación que muchas veces no sale bien, A River Below funciona a la perfección gracias a la destreza de Grieco, que es capaz de conducir una historia con distintos puntos argumentales sin perderse, al tiempo que nos permite albergar la esperanza de encontrar soluciones que beneficien a todos en un conflicto que no tiene fácil arreglo.
La frontera etérea ente realidad y ficción
Lo más fascinante de A River Below es que pese a la subjetividad de su discurso, el director no se acerca a los problemas de forma unidireccional. Siempre contextualiza lo necesario para entender el origen de los acontecimientos, pero también de sus consecuencias. Debido a ello nos enteramos de que las medidas de protección emitidas para proteger a la especie en peligro de extinción se debieron a estrategias de cuestionable ética. Gracias a su popularidad, Rasmussen convence a los cazadores de delfín rosado, que utilizan la carne del mamífero para atraer al piracatinga ,un pez carroñero exótico que se vende muy caro, de dejarlo grabar una de sus jornadas nocturnas. La presentación del video filmado en televisión impacta a la población general y por vez primera se emiten leyes para prohibir la pesca de piracatinga y con ello proteger al delfín.
Pero a Grieco le interesa más presentarnos las posibles implicaciones negativas de una problemática que puede clasificarse bajo la frase napoleónica “El fin justifica los medios”, para dejar al espectador reflexionar y juzgar por sí mismo. Rasmussen había prometido a los pescadores que no haría público el video para no perjudicarlos (lo que tiene mucho sentido), sabiendo de antemano que para eso lo estaría grabado. El protagonista defiende sus acciones acusando a otros activistas de hipócritas, señalando la poca ayuda que han aportado al problema desde sus oficinas y sus computadoras. Dice que lo atacan porque ellos no tienen valor para actuar como él y hacerse cargo de las consecuencias. La presentación exhaustiva de las acciones y sus efectos hacen de A River Below un documental complejo y profundo; la capacidad para desarrollar estas cuestiones sin apartarse de la trama principal, la convierten en una película redonda.
¿Se puede salvar el mundo sin atentar contra el mundo?
Como era de esperarse, la prohibición de la pesca de piracatinga golpea con fuerza a los pescadores, quienes pierden su fuente de ingresos, poniendo en riesgo el bienestar de sus familias. Con el testimonio directos de los afectados, Grieco nos muestra que en nombre del bien suceden muchos males y que las acciones siempre tienen un lado anverso. Los pescadores afectados expresan su enojo con Rasmussen, a quien acusan de mentiroso y embaucador.
Cuando Grieco le cuenta al biólogo sobre las consecuencias de su acto, este se defiende primero pero acaba conmovido por lo que ha pasado y, sin retractarse por sus decisiones, acude a platicar con aquellos a quienes ha perjudicado. Es aquí donde me parece encontrar ese equilibrio y coherencia que parecen imposibles en este conflicto particular. Rasmussen es coherente porque no se arrepiente y afirma que lo haría de nuevo porque era lo que había que hacerse, pero acepta las consecuencias negativas de sus actos y busca la manera de repararlas.
La comparación común en el largometraje entre las calles y los cauces, así como entre la ciudad y el río, tiene su razón de ser en que Rasmussen y Grieco encuentran una relación análoga entre dos ecosistemas y sus habitantes, dos mundos que comulgan en la magia y a belleza con que el humano y el delfín se relacionan, porque, como dice Rasmussen “cada vida en el universo tiene el mismo valor.”