“La bruja de Blair”, a 20 años del marketing del miedo
Por mucho que se le ame o por mucho que se le odie, El proyecto de la bruja de Blair (The Blair Witch Project, 1999) fue y continúa siendo un fenómeno en el cine de terror, pues no sólo es la cinta que prácticamente inauguró el género del found footage (o al menos la que logró un mayor éxito comercial, pues la precursora sería Holocausto caníbal, en 1980), sino que su marketing fue tan bien elaborado que en verdad llevó a pensar a muchas personas que lo visto en la cinta fue real.
Claro, antes que nada hay que entender que aunque este filme de los directores Eduardo Sánchez y Daniel Myrick ya no causa el mismo impacto actualmente, para darle el crédito que se merece debemos situarnos en el contexto de su estreno, una época donde el internet no era el monstruo que conocemos hoy en día y un tiempo donde los productos virales –y los rumores- tampoco se esparcían de la misma manera ni con la misma rapidez, al igual que tampoco se desestimaban o se comprobaban tan fácil… pero vaya que sí se creían.
Ejemplo de ello es La bruja de Blair, una película cuya historia podrá no sorprender a algunos, mientras que a otros es capaz de helarles la sangre no sólo por su trama, sino por su forma de ser filmada, pues su estilo tan “sucio y natural”, extremadamente amateur, fue el toque que la hizo tan especial, llegando a causar un gran estrés y desesperación en quienes la miran debido a su realismo. Es por ello que a 20 años de su estreno te explicamos cómo fue la estrategia para que esta cinta fuera tan exitosa.
Heather Donahue, Michael C. Williams y Joshua Leonard son tres estudiantes de cine que deciden investigar la leyenda de una supuesta bruja en el pueblo de Maryland, por lo que optan por internarse en un bosque donde, con el pasar de los días y las noches, poco a poco perderán la cordura como resultado de tenebrosos eventos sobrenaturales.
La bruja de Blair es un terror psicológico que funciona, como dijimos antes, por la naturalidad de su historia y sus protagonistas, pues basándose en un argumento tan simple como una leyenda y valiéndose de un bajo presupuesto, fue capaz de jugar tanto con la mente de los espectadores como la de los protagonistas.
Gran parte de ello se debió a la “enorme” campaña publicitaria que la cinta tuvo antes, durante y después de su estreno, una mercadotecnia quizá nunca antes vista en el mundo del cine no tanto por su enormidad ni por el presupuesto de la misma, sino por su gran creatividad.
El miedo antes de Blair
Tanto Sánchez como Myrick lo tenían claro: querían hacer una cinta tan realista que no se supiera dónde comenzaba su ficción, en parte limitados por su bajo presupuesto y en parte por la idea que tenían de la historia. Por ello desde un inicio dejaron en claro a quienes fueron a hacer el casting que, en caso de ser elegidos, tenían que estar dispuestos a todo, desde pasar hambre hasta sufrir las inclemencias del clima, tan así, que les aseguraron a los aspirantes que muchos de ellos iban a desear abandonar el rodaje; algo que, por supuesto, no podrían hacer una vez que éste comenzara.
Fue así que una vez se hubo elegido a los tres protagonistas -quienes usaron sus nombres reales en la película-, un año antes de su estreno los directores se dieron a la tarea de lanzar una página web con el único objetivo de pedir ayuda a la sociedad para “localizarlos”, pues según dicho sitio los tres jóvenes se encontraban desaparecidos desde hacía ya varios meses. Para dar mayor credibilidad al portal, éste contaba con datos como fechas y lugares donde se les había visto por última vez.
Además, conforme se acercaba el lanzamiento en cines, durante varios días se repartieron volantes con la fotografía de Heather, Michael y Joshua bajo la leyenda “perdidos”, en los que se solicitaba a la gente llamar a las autoridades en caso de que supieran algo sobre el paradero de los jóvenes.
Por si fuera poco el sitio de IMDb también contribuyó con el engaño, pues en la información oficial de la película, en el status de los actores, únicamente se podía leer que éstos estaban desaparecidos (aunque según las malas lenguas, el verdadero status que mostraba era: muertos).
El miedo durante Blair
El ingenio de los directores y todos los demás involucrados no sólo estuvo presente antes de la cinta, sino principalmente durante el rodaje de ésta, todo con tal de que la trama se percibiera mucho más realista y terrorífica.
El punto clave era dar la mayor “libertad” a los actores, aunque esto también fuera un truco, pues en el fondo ya había un plan trazado para ellos sin que lo supieran. Por ello Heather, Michael y Joshua contaron con un guion de sólo 35 hojas en las que había pocos diálogos y una gran cantidad de información sobre la leyenda de la bruja de Blair; una leyenda que los directores inventaron y que les hicieron creer durante todo el rodaje que era real.
Esto provocó que la mayor parte de los diálogos fueran inventados, al grado de llegar a tener conflictos entre los personajes por ciertos altercados que esto generaba. Sin embargo los mayores problemas se daban cuando se perdían en el bosque, pues si bien se les entregó un plano y walkie-talkies, en tres ocasiones perdieron contacto directo con el equipo de grabación, por lo que muchas de las secuencias de la película donde se les ve extraviados son reales, al igual que el malhumor, el miedo y la tensión de los tres actores.
Aquí cabe recordar que uno de los requisitos en el casting fue estar dispuesto a pasar hambre y soportar el clima, lo cual tanto Heather y Michael, así como Joshua, comprendieron cuando cada día el quipo les enviaba menos comida, todo con tal de aumentar su desesperación.
Sin embargo esta desesperación no fue nada comparada con el miedo que los protagonistas sintieron, el cual, en ningún momento fue planeado ni actuado, sino 100% espontáneo y real.
Para conseguirlo los directores emplearon varias artimañas, siendo una de las más convincentes la escena donde Heather y sus compañeros se encuentran dentro de la tienda de campaña y comienzan a escuchar la risa de varios niños. Los actores no tenían ni idea de que esta secuencia estaría en la película, sino que fue una ocurrencia de Sánchez, quien grabo las voces y risas de sus pequeños vecinos para después reproducirlas en una grabadora a mitad de la noche y así asustar lo más posible a los protagonistas.
Asimismo, en el momento en que la tienda empieza a agitarse tampoco se les dijo a los actores que era planeado, sino que los directores llegaron a donde Joshua y los otros para empezar a sacudir la tienda sin haberles avisado nada antes.
Posteriormente en la escena donde Heather grita, totalmente histérica, “¿Qué diablos es eso?” en repetidas veces, el terror que transmite es verídico, pues la actriz en verdad había visto a la bruja de Blair; una bruja que no era más que un miembro del staff vestido con una sábana blanca y una máscara.
Claro, ni ella ni sus compañeros sabían que quien los esperaba afuera, en la oscuridad, sólo era un tipo disfrazado, por lo que para ellos este se trató del momento de mayor horror durante el rodaje.
El miedo después de Blair
Si bien el marketing hecho antes del estreno de la cinta, así como el duro rodaje fueron efectivos, la estrategia de mercadotecnia no paró allí, sino que continúo hasta varios días después de que se lanzó la película, todo con tal de seguir haciendo creer a la gente que los eventos presentados habían sido reales y los tres jóvenes en verdad se encontraban desaparecidos.
Para ello la productora tomó las medidas necesarias para mantener alejados de la prensa a los protagonistas, así se pudo correr el rumor de que verdaderamente estaban muertos. Sin embargo, fue tanta la credibilidad que esto generó que la mamá de Heather Donahue durante varios días recibió cartas de los fanáticos y personas de su localidad en las que le daban el pésame por la muerte de su hija.
Otra de las circunstancias más impactantes fue que a raíz de la mitología que comenzó a surgir tras la cinta, cientos (por no decir miles) de jóvenes empezaron a viajar a Maryland con la esperanza de experimentar hechos sobrenaturales, pues pensaron que la leyenda de la bruja de Blair había sido real.
Todo esto ocasionó que la cinta se convirtiera en una de las películas más redituables de la historia, pues el marketing que hubo alrededor de ella generó enormes ganancias. Basta con decir que contó con un presupuesto de 60 mil dólares, mientras que recaudó 248,6 millones de dólares, es decir, por cada dólar invertido ganó 10.931 dólares, mientras que los derechos fueron adquiridos por sólo 1 millón y sólo se gastaron 25 en su promoción y marketing.
Por otro lado los actores cobraron 1,000 dólares por cada día de rodaje (la filmación tardó ocho días y tuvo una postproducción de 8 meses), cobrando en total sólo 8 mil dólares de sueldo cada uno, aunque años después se supo que los tres recibieron una cantidad mucho mayor gracias al éxito que hubo tras el marketing del miedo de La bruja de Blair.