“Canción Sin Nombre”: La búsqueda incansable

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Canción Sin Nombre trata sobre la incansable búsqueda de Georgina. Esta mujer de origen indígena que, luego de dar a luz, es despojada de su hijo por una mafia. Junto a Pedro, un periodista también en busca de su identidad, es que intentarán encontrarle una resolución a este caso. Será en un país sumido en crisis y terrorismo que intentarán salir adelante en lo que podría parecer un caso sin solución aparente. 

Canción sin Nombre
Fuente: Fotografía archivo Beatriz Torres.

En su ópera prima, la directora Melina León presenta un trabajo que es muy claro en su forma y contenido el cual se basa en subvertir lo esperado. Primero, el estilo visual que maneja con una fotografía en blanco y negro, sirve para estar en mayor sintonía con el ambiente decadente y violento que el Perú vivía en esa época. La destacada dirección de fotografía de Inti Briones muestra un país apagado, opaco y con poca profundidad de campo evocando la pérdida que la misma protagonista va también sintiendo. 

Hay un amplio rango de planos optando más por los abiertos. Y es que la directora sabe que tanto ni ella ni nosotros podríamos ser capaces de sentir de cerca aquello que se está viendo, dándole la distancia adecuada. Puede que esto no sea el caso en todo los momentos, pero esa sensación observadora como por ejemplo una película como Roma tiene, no dura siempre. Los planos más cerrados los reserva para situaciones donde el conflicto es más interno, lo cual está bien, solo que quizá tenía para usarlo un poco más.

Aunque este mayor uso de los planos abiertos funciona también para algo más, debido a que tiene un buen trabajo de diseño de producción. Recrear al Perú en épocas que no sea la actual suele ser difícil a veces, sobre todo por la falta de presupuesto. Canción Sin Nombre no es que tenga tampoco un gran presupuesto, no siendo un obstáculo para hacer una labor muy detallada escogiendo locaciones y seleccionando utilería adecuada.

Canción sin Nombre
Fuente: Canción Sin Nombre Oficial

Lo interesante es también haber elegido contar una historia situada en un contexto así. El cine peruano siempre se a ligado a las tramas sobre el terrorismo, ya sea durante (La Boca del Lobo) o después (Magallanes). Lo que se presenta acá es un relato que más bien presenta uno de los muchos daños colaterales dejados por este trágico momento. 

Por supuesto que, a su vez, también sirve para reflejar problemáticas que aún prevalecen. Cosas como el ninguneo que se le tiene a ciertos peruanos por su origen o nivel social son un mal que todavía existe. Tanto Georgina como Pedro sienten esa alienación que su propio entorno les da y es por eso que los vemos unirse. 

Es justo por esto último que se retoma el tema de la subversión de expectativas. Sin entrar en muchos detalles de la trama, esta cinta despoja su historia de cualquier glamour o epicidad que un relato así tendría “tradicionalmente” hablando. Este tipo de películas que abordan búsquedas y más si de un ser querido se trata, suelen estar llenas de melodrama y “épicos” momentos para decorar el tono melancólico, que obvio no deja la esperanza. Sin embargo, la cineasta deja de lado esto porque sabe que la vida, esta vida, no es así.

Habría que mencionar el buen trabajo actoral. Pamela Mendoza es desgarradora como Georgina, siendo de un agrado instantáneo del espectador. Desde la distancia que se nos da, permite que se pueda compartir su sufrimiento que es más interiorizado. Tommy Párraga tampoco está mal como Pedro, nomás que, a diferencia de la protagonista no logra una mayor tridimensionalidad no cerrando completamente lo que pudo ser un personaje igual de interesante.

Por último, tampoco todo es perfecto. Si algunas cosas se le podría objetar sería principalmente su duración, o en todo el poco provecho que le saca. Puede que por momentos ya con lo atrayente que es su cinematografía se pueda gastar algo de tiempo contemplándola. Esto ya le termina jugando una mala pasada, sobre todo llegando a su desenlace porque el conflicto apresura en cerrarse.

En conclusión, Canción Sin Nombre entra a esa pequeña sección de películas peruanas de los últimos años muy destacables. Lo que busca esta cinta no es conmover, sino sirve como un llamado de atención a males del Perú que parece nunca tendrán solución. No cabe duda que Melina León busca abrirse paso como una autora a seguir.

Canción Sin Nombre está ahora disponible en Netflix