«Cruella»: El nacimiento de una villana

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¿Alguna vez te preguntaste qué volvió malo a un villano? Hace poco vimos a Joker de Todd Phillips donde nos mostraba eso. A veces es la sociedad, a veces el maltrato de una madrastra, o el bullying en la escuela. Y esto es lo que Craig Gillespie intenta contarnos en Cruella, precuela de la adaptación animada de Disney (luego live action con Glenn Close), basada en la novela infantil de la escritora inglesa Dodie Smith.


Cruella nos cuenta el origen de la malvada villana de 101 Dálmatas, su dura infancia cuando aún se llamaba Estella, y su estrategia para llegar a la cima y volverse la poderosa y perversa Cruella DeVill (Emma Stone). Es interesante ver cómo se crea una nueva historia, partiendo de algo ya hecho, que sea tan original que se justifique su existencia y alejándose lo suficiente para que no sea “una secuela más” pero con las referencias necesarias para que se puedan conectar.

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Los villanos, ¿nacen o se hacen?


Para esto, se inspira en viejas historias infantiles o cuentos de hadas. Vemos la presencia del Oliver Twist de Charles Dickens, o La Cenicienta. Una huérfana que termina en la calle, que conoce nuevos amigos con los que forma una pandilla, y que al crecer se dedica a limpiar casas (tienda, en este caso) para los ricos. Y que, por azar del destino, se vuelve dueña de un Imperio de la moda. Se siente la influencia de comics, la Gatúbela de Michelle Pfeiffer, la oscuridad de Batman (y esas ostentosas entradas, como si estuviéramos en Ciudad Gótica), y sí, hasta algo del Joker de Phoenix.


Toda esta odisea no sería creíble sin la estupenda actuación de Emma Stone que, en uno de sus mejores papeles, interpreta a una bella y amable Estella y luego a una cruel y orgullosa Cruella. Nos deja claro que su Oscar no fue suerte. Y con la firme dirección de Craig Gillespie (quien había hecho algo similar en I, TONYA), construye un personaje vil y calculador. En este momento podríamos hablar de la romantización de la violencia y el cómo tomamos cariño a los criminales. Esto podría ser un truco fácil del director para identificarte con “los malos”, pero esto daría pie a un largo debate y no es la finalidad. Tampoco podemos ser injustos con el resto del reparto, la contraparte de Cruella, la Baronesa, que Emma Thompson interpreta con una solvente actuación, y el siempre correcto Mark Strong, han sido lo mejor del cast.

Cruella viste a la moda.


Lo que sí es necesario mencionar es cómo los guionistas consiguen unir esta precuela con la historia original, la frontera final que separa ambas historias. Aquí logran darle continuidad (aunque sea en la escena post créditos), pero no pudieron hacer lo mismo con la metamorfosis de Estella a Cruella, volviéndose un poco forzado y apurado.
También es imposible no mencionar la esplendorosa puesta en escena, acompañada del extravagante vestuario diseñado por Jenny Beavan, inspirado en el estilo de Vivienne Westwood (¡Ya denle el Oscar de una vez!), y todo esto al ritmo de una increíble banda sonora, compuesta de temas de los 60 y 70, cada uno mejor que el anterior, como los estupendos covers de Ike & Tina Turner de Come Together y Whole Lotta Love. Pero que, al tener tantas canciones buenas, en la segunda parte de la película no supieron elegir la escena perfecta para tan perfecta canción.

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En resumen, Cruella nos regala una de las mejores adaptaciones live action de Disney. Con la cuota de humor y ternura precisa para seguir siendo una película infantil (imposible no conmoverse con el perro-rata), pero con la oscuridad necesaria para pertenecer a una lista de películas para todo público.