“Drive” (2011): el silencioso y tortuoso camino de un héroe redimido

Fuente: Taste of cinema
Ha pasado ya una década desde que aquel silencioso conductor pudo sentirse como un verdadero ser humano. Se dice que las acciones valen más que las palabras, y en el cine, aún más. Transmitir emociones tan básicas de manera tan abrumadora, sin necesidad de diálogos, requiere una maestría pocas veces alcanzada.
Nicolas Winding Refn lo logró de forma brutal con Drive, volviéndola inolvidable desde el primer visionado. El mundo que construye es enigmático; durante el día, el cálido sol actúa como fachada para el protagonista y su aparente vida tranquila. Es en ese entorno donde él intenta escapar de una rutina ficticia, que por la noche se transforma bajo los incandescentes neones y las sombras profundas del mundo criminal.
Drive puede tener una narrativa sencilla y pocos diálogos, lo cual podría no parecer sorprendente. Sin embargo, sus imágenes cuentan con precisión el viaje interior de un hombre que pone constantemente a prueba su propia moral. Para ello, se tiene a un imponente Ryan Gosling, quien, con el temple de los grandes protagonistas del film noir clásico, logra expresar una transformación valerosa solo con gestos y miradas.

Claro que el camino no será sencillo. En el trayecto, somos testigos de trepidantes persecuciones y una violencia cruda. Gracias a una puesta en escena estilizada y un montaje preciso, estas secuencias han quedado inmortalizadas entre lo mejor del cine contemporáneo. Y sin embargo, son solo una parte del conjunto sensorial que compone una obra cinematográfica de esta magnitud.
Desde mi punto de vista, Drive no debe verse con prejuicios sobre lo que ciertas escenas o imágenes aparentan mostrar. Películas como esta son únicas en su tipo, y quizá no resulten fáciles de procesar en un primer encuentro. Pero en una revisión más profunda, su relato —la búsqueda del conductor, su anhelo de conexión— es algo con lo que cualquiera puede identificarse. Solo hace falta acompañarlo en ese asiento de copiloto y ser testigos de una de las mejores películas de la última década.