Total Recall: la configuración semiótica del héroe

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Estrenada un 1 de Junio de hace 28 años, Total Recall (conocida en España como Desafío total y en hispanoamérica como El vengador del futuro), es una producción de Carolco y TriStar Pictures, dirigida por Paul Verhoeven y protagonizada por Arnold Schwarzenegger (Douglas Quaid), Rachel Ticotin (Melina), Sharon Stone (Lori Quaid), Ronny Cox (Vilos Cohaagen). El guión de la película, que ha encontrado un espacio dentro del cine de culto y un desafortunado remake en 2012, está basado en el relato “Podemos recordarlo todo por usted perfectamente” de Philip K. Dick y fue adaptado por Ronald Shusett, Dan O’Bannon y Gary Goldman.

Verhoeven retrato un Marte aquejado por la miseria

Fuente: morestarsthanintheheavens.wordpress.com

Cine de acción y de autor

Más cercano al espectáculo de entretenimiento que al arte capaz de experimentación formal, el cine de acción y ciencia ficción no es estudiado en profundidad debido a la supuesta pobreza de su contenido general. El valor de Total Recall consiste en que, además de ser un blockbuster de acción, también es una película de autor: en su manufactura se evidencia el estilo de Verhoeven, que había triunfado pocos años antes con el film Robocop (1987). Total Recall ha influido en buena parte de las películas posteriores que versan sobre personajes que viven en mundos que no son reales o que podrían no ser reales: sólo hay que pensar en títulos como Doce monos (1995), Abre los ojos (1997), Matrix (1999), eXistenZ (1999) o Inceptión (2010).

En Total Recall, Verhoeven trata el tema del demiurgo maligno o de la imposibilidad de distinguir entre el sueño y la realidad, reflexión característica de la filosofía de Decartes. A pesar de retratar una sociedad esperpéntica y continuar con la tendencia gore del cine del género de los ochenta, la introducción de una paleta de colores que incluía tonos llamativos (destacando el rojo) significo una ruptura con los escenarios oscuros, siempre nublados y lluviosos comunes del cine de ciencia ficción.

Total Recall también puede destacarse por pertenecer al género de lo fantástico: la paradoja, planteada muy a lo Schrödinger, de no saber si se vive o si se sueña, le permite finalizar sin resolver la ambigüedad. También puede leérsele como una crítica al colonialismo: plantea la existencia de una corporación monopólica que oprime a Marte, el planeta-colonia, a fin de extraer de su subsuelo un energético, el turbinio.

Arnold Schwarzenegger como Douglas Quaid

Fuente: nerdsontherocks.com

La construcción del mundo

Imaginemos que un científico extrae nuestro cerebro y lo pone a flotar en una cubeta dentro de su laboratorio. La cubeta está llena de un líquido que permite al cerebro seguir funcionando y el científico lo conecta a una computadora que nos proveerá de las experiencias a cada momento. Supongamos que el científico es muy exitoso y nos hace creer que somos un hombre que salva el mundo. Si el científico logra su objetivo, nada en nuestra experiencia delataría nuestra verdadera naturaleza. Entonces ¿cómo saber que soy un cerebro en una cubeta y no un hombre que salva el mundo?

Caer en esta reflexión implica preguntarnos si percibimos verdaderamente un mundo o, por el contrario, el mundo es lo que percibimos. La duda acerca de si nuestra vida es ilusión o realidad, conlleva finalmente a un miedo existencial ontológico: el miedo a no ser. El drama habitado por el “demiurgo maligno” cartesiano es recurrente en la ciencia ficción, donde el personaje, testigo de la evaporación de toda evidencia sobre lo que es real, pierde su identidad (es víctima del robo de la mente) e irrumpe, así, en el vacío de la incompletud: el personaje se ve enfrentado a una psicosis moderna típica de la pesadilla Kafkiana.

En la película Total Recall (1990),  la ausencia de la memoria conduce a la persona dramática en su búsqueda, es decir, la reconstrucción de su identidad. La versión de Verhoeven, que inicia de forma similar al original para desprenderse al avanzar, toma la idea principal del relato de K. Dick: “es muy posible que tu vida entera sea falsa” para llevarla al extremo más agudo: vivimos una farsa histórica, epistemológica y metafísica, donde el «yo» carece de autoridad.

En el universo del filme, el sistema de represión posee tecnología capaz para programar la identidad o la voluntad de los individuos. Un dispositivo que es capaz de verter ideología, nostalgia o culpa en nuestras mentes con la misma facilidad con que se descarga un programa en una computadora. Al permitir la interacción «autopoiética» (si no te gusta tú realidad, nosotros te implantamos una mejor), se alcanza la normalización y nominalización de una confusa multiplicidad esquizofrénica.

Douglas Quaid, ¿obrero o agente secreto?

Fuente: gablescinema.com

Realidad o ilusión

En 2084, Douglas Quaid despierta de un sueño recurrente: aparece vestido con escafandra al lado de una mujer, paseando entre las montañas de Marte; de repente, su escafandra se rompe y la ausencia de atmósfera dilata terriblemente sus vasos sanguíneos, que están a punto de reventar cuando Quaid se levanta sudoroso del sueño. Ni su mujer ni sus posibilidades económicas le permiten realizar su sueño, por lo que acude a una empresa especializada en implantar falsos recuerdos en la mente humana para creer que ha viajado al planeta rojo.

De entre los distintos tipos de vacaciones que le ofrecen, el hombre elige viajar a Marte, en su imaginación, como agente secreto. Sin embargo, cuando van a implantar ese recuerdo en su cerebro, el sistema falla ya que ese recuerdo ficticio es una realidad: él ha estado con anterioridad en Marte como agente secreto. A partir de este momento, Quaid se ve obligado a retener dos sujetos opuestos en su mente y hacerlo simultáneamente: por un lado su vida mediocre como obrero y por otro su aventura como agente secreto en Marte. La imposibilidad de diferenciar entre la fantasía y la realidad lo conduce a tomar una decisión.

La confusión crece cuando las huellas que encuentra el personaje parecen indicar que Quaid está en realidad en el quirófano; su implante no está funcionando bien y se está perdiendo dentro de su propia fantasía. Si no vuelve a la realidad, el delirio psicótico en el que ha entrado será irreversible. Quaid tiene que decidir entre tomar una pastilla que lo despierte y resuelva el enigma de Schrödinger o continuar con la historia de espías: aquí, a diferencia de Neo en Matrix, la persona dramática decide continuar dormido.

Una vez que el sujeto asume un punto de vista, instaurará el mundo para sí. La estrategia adoptada por el sujeto consiste en optimizar la captación al elegir el aspecto más típico para reorganizar el mundo alrededor de él: Quaid se entrega a la ficción completamente. Elige ser el héroe de la resistencia marciana que salva al planeta en lugar del villano que busca el control del mundo y, más aún, del simple obrero.