Get Out: racismo, terror y confrontación entre el cliché y la renovación

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Gracias a una efectiva campaña publicitaria, la opera prima del conocido actor y comediante Jordan Peele se convirtió en la película más rentable del 2017, recaudando hasta el momento 50 veces lo que costo su realización. Los riesgos asumidos con la estrategia de marketing de Get Out valieron la pena, pues raras veces filmes de bajo presupuesto han alcanzado un éxito semejante. Entre las acciones específicas de la campaña, destacan la creación de trailers y posters que enfatizan los elementos típicos del cine de terror sádico de bajo presupuesto; la transmisión de anuncios con aclamaciones de la crítica durante programas de televisión con audiencias más convencionales; la programación de alrededor de 200 proyecciones previas al lanzamiento comercial y su estreno “secreto” a medianoche en Sundance.

Pero, más allá del factor publicitario, Get Out (¡Huye! 2017),  es una asombrosa película que se apropia de elementos comunes, valdría la pena decir clichés incluso, del thriller y el terror, planteando además varias lecturas posibles, lo que resulta en una película de gran complejidad temática y notable calidad formal. Lo anterior se hace patente en el reconocimiento obtenido no sólo por el público, sino por la crítica y es que Get Out, entre premiaciones y festivales, lleva ya más de 100 nominaciones y 50 galardones, éxito monstruoso que podría consagrarla si próximamente obtiene los premios de Mejor Película, Mejor Director o Mejor Guión Original en la Ceremonia de los Óscar.

Fuente: athenacinema.com

Entre el cliché y la renovación

Lo primero que noté al ver Get out es que me encontraba ante una producción de calidad superior para los estándares acostumbrados en el cine de terror de bajo presupuesto. Al inicio estaba algo escéptico por ver que la película tropezaba con algunos clichés del género que creí la volverían predecible; pero, mientras avanza trastoca de tal forma esas convenciones que acabé por creer que esos clichés son instalados a propósito para conducir al espectador por un supuesto camino y sorprenderlo. Lo mismo pasa con las actuaciones irregulares que son subsanadas por el alcance de una historia abierta a distintas interpretaciones; una película desafiante que sorprende más aún por ser el debut de Peele como director.

Desde lo formal, hay que destacar también el atinado ritmo que lleva al público a experimentar la catarsis, despertando un sentimiento de terror e incomodidad análogo al experimentado por el protagonista; así como algunas escenas en las que la cámara gira en 360º, permitiéndonos conocer escenarios tan meticulosamente preparados con el fin de realizar tomas simétricas encantadoras o las secuencias oníricas en las que Chris es hipnotizado, encuadres profundos que presentan el mundo desde el “lugar hundido” al que es arrojado (me sorprende que nadie las haya relacionado con Trainspotting aún) que pasarán a la historia por su preciosismo hipnótico y perturbador.

Fuente: gsascolumbia.edu

Riqueza polisémica

Sin embargo, y pese a su interesante apuesta formal, la fortaleza de Get out se ubica en su dimensión temática. El exquisito guión, escrito por el mismo Jordan Peele, posee una profundidad crítica reflexiva poco común dentro del cine de terror. Lo anterior se debe, en parte, a que Get Out dista de quedarse en una simple película de miedo, combinando con inteligencia el terror y la comedia, lo que resulta en una obra tan divertida como inquietante, una sátira política que analiza serios problemas culturales adoptando el estilo de una película de terror.

Desde sus primeras proyecciones, la película generó debates y discusiones por las distintas lecturas que de ella se han hecho. Esto se debe a que Peele no restringe las dimensiones simbólicas, para construir con Get Out una obra espesa que se asienta en distintas capas que pueden leerse tanto de manera homogénea, como diseccionarse la reflexión aparte. Lo anterior se vuelve evidente en la posibilidad de leer reseñas que abordan el filme desde muy distintas posturas. A la pregunta ¿Qué es Get Out? habría responder que es cinta de terror y comedia: crítica al racismo y manifiesto contra la hipocresía; sátira política, filme conspiratorio y parábola religiosa.

Fuente: vanityfair.com

Lectura política: racismo y eugenesia en la posmodernidad

No es gratuito que Get Out aparezca el mismo año que Trump llega a la presidencia. Ante el fortalecimiento mundial de movimientos políticos de derecha y conservadores que contradicen la tendencia social al multiculturalismo incluyente de la posmodernidad, Get Out es sobretodo una proclama contra el racismo y una denuncia de la hipócrita tolerancia del hombre liberal blanco.

Aquellos que aseguran que la película plantea los peligros de la “negrofilia” y del “estatus de moda” del afroamericano, están en un error. La familia de Rose, blancos descendientes de europeos, son racistas porque del afroamericano aprecian solamente algunas características físicas, pero nunca intelectuales. Sólo buscan utilizar sus cuerpos para beneficio personal, sin algún escrúpulo, sin dar ninguna clase de valor a la dimensión mental o emocional del individuo, básicamente lo mismo que hacían sus ancestros con los esclavos.

El racismo persiste con la misma intensidad, pero es peor en tanto que ha encontrado la manera de ocultarse. Los liberales blancos que subastan a Chris como si fuese un esclavo, son los mismos que se esfuerzan en dejar muy claro que no son racistas por medio de comentarios políticamente correctos o manifestando su apoyo al ex presidente Barack Obama, aunque en realidad siguen siendo los mismos burgueses racistas de siempre, velados bajo una bandera de hipocresía.

Fuente: bloodydisgusting.com

Lectura conspirativa: illuminati shit

Se adivina pronto que Chris tendrá problemas con la familia de su novia blanca, eso resulta evidente: la banda sonora y las expresiones corporales de los personajes lo grita; lo que sorprende es que Peele no se queda al nivel del guionista básico del cine de terror, que se regodea en la creación de una historia simple con el mero objetivo de representar sadismo mórbido, sino que entrelaza dos de los planes de acción más oscuros del nazismo: la eugenesia y el control mental. Lo anterior hace más perversos los motivos de los personajes y dota la trama de mayor oscuridad al referir de paso a cultos satánicos y proyectos gubernamentales secretos,

Chris no será torturado sólo por ser el novio negro de una chica blanca, Chris será víctima de un complejo plan de negocios que consiste en la subasta de personas afroamericanas a blancos ricos que desean un cuerpo nuevo y fuerte en el cual trasplantar su cerebro. El proceso es conocido como “coagula”, un concepto importante para la alquimia que aparece dibujado en el brazo izquierdo del Baphomet de Eliphas Levi. Los dos términos del latín que ocupan los brazos de Baphomet “solve” y “coagula” forman una antigua máxima de la alquimia, “disolver y coagular” que significa que algo debe ser primer destruido para recomponerse en algo nuevo, así como las personas subastadas deben ser despojadas de su “mismidad” para dejar paso al ocupante. Para ello es necesario desarrollar un trastorno disociativo por trauma similar a los que, dicen, se provocaban a las víctimas de experimentos como el MK ULTRA o el Control Mental Monarca.

Más allá de la lectura en la que puedas estar interesado, te aconsejo ampliamente no perderte Get Out, la cual se rumora volverá a los cines comerciales tras la Premiación de los Óscar, porque esta película es uno de esos clásicos instantáneos que, estoy seguro, adquirirá con el tiempo la categoría de filme de culto. Así que, tanto si no la has visto como si ya lo hiciste, pero quieres darle una repasada, hay que estar atentos a las carteleras y no perder de vista a Jordan Peele, director revelación del año, porque estoy seguro que Get Out es sólo el comienzo.