Las 11 películas que Guillermo del Toro considera esenciales

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Durante más de dos décadas la Criterion Collection ha editado y curado una de las listas de filmes más cuidadas. Desde clásicos del siglo hasta el cine contemporáneo, la Criterion se las ha ingeniado también para atravesar los cambios tecnológicos, desde el disco láser, pasando por el disco digital, o DVD, hasta el BluRay o el más reciente streaming.

La tarea principal de la Criterion es acercar los hilos más fines del séptimo arte a las audiencias mayores; y una de las estrategias que ha adoptado últimamente, es la de contar con un director de renombre, para que elija diez películas de la curación Criterion que considera esenciales, imperdibles, y las comente.

El invitado más reciente fue el tapatío Guillermo del Toro: uno de los directores más queridos de México, y ahora también de la comunidad cinematográfica mundial, que aguarda 13 nominaciones a los premios Óscar. Aunque el 2017 fue un año ocupado para él, en algún punto del calendario se reunió con Adam Savage, conductor del afamado programa MythBusters para charlar sobre las 11 películas que del Toro considera esenciales en su propia formación como cineasta.

Desde Felipe Cazals, pasando por Jean Cocteau, hasta los hermanos Joel e Ethan Coen, el tapatío revisa y comenta las razones específicas de su elección, y los motivos por los cuales estos filmes transformaron su vida. Así que, si quieres aumentar tu cinéfilo, revisa estas 11 películas imperdibles de acuerdo a la siempre afortunada opinión de Guillermo del Toro.

Beauty and the Beast, Jean Cocteau, 1946

Sostiene del Toro que es una de las películas más fascinantes de todos los tiempos: “una que está en verdadero amor con lo sublime, lo sofisticado y lo freudiano que todo cuento de hadas tiene que tener”. Los medios, además, de los que se vale Cocteau para conseguirlos, “son los más viejos y esenciales del libro: la cámara lenta, la cámara en reversa, la luz… Además, cuenta con uno de los maquillajes más hermosos y complejos de la historia del cine”.

Blood Simple, Joel e Ethan Coen, 1984

En palabras del tapatío, Blood Simple contiene ya la mayoría, sino es que todas las preocupaciones que los Coen articularán en el resto de su filmografía. “Lo que la hace tan perfecta, es que augura la carrera brillante que los Coen tendrán: la inteligencia, la profundidad, con la peculiaridad de que Blood Simple se acerca más al género noir”.

Canoa: memoria de un hecho vergonzoso, Felipe Cazals, 1976

“Canoa forma parte de la generación de filmes que transformaron el cine mexicano. El guion es uno de los más brillantes que se han hecho en México. Formalmente y temáticamente, cambió por completo lo que un filme mexicano de la época podía retratar: le dio vuelta a la censura, a la rigidez formal, y todo aquello que industria cinematográfica financiada por el estado consideraba sancionable”, afirma del Toro en la charla con Savage. Para él, Canoa es uno de los filmes esenciales de la segunda mitad del siglo XX en México.

Eyes Without a Face, Georges Franju, 1960

“En el centro de toda película de terror que me fascine, hay siempre un poema, un acto de amor. En esta película lo hay: una mezcla impactante de belleza, brutalidad y crueldad. El personaje es como una Audrey Hepburn muerta viviente; contiene unas de las escenas más poéticas y formidables que el género de horror nos haya brindado. De hecho, de una forma oblicua, en Cronos retrato una de las escenas de esta película: cuando Jesús Gris llama a su esposa por teléfono y no puede hablar porque esta… muerto”.

Vampyr, Carl Th. Dreyer, 1932

“Es una meditación sobre la sombra ineludible de la muerte sobre la vida. La cámara aquí se convierte en un punto de inflexión en la narrativa, es de hecho otro personaje de la historia, la cinta, por lo tanto, es altamente cinemática, a diferencia de otros autores que se encuentran en la transición del cine mudo al sonorizado. Vampyr es lo más cercano que hay a un poema en el cine. Aquí el vampiro no es un personaje físico con colmillos y una capa, sino un espectro que amenaza la inocencia”.

The Man Who Knew Too Much, Alfred Hitchcock, 1934

Para muchos cinéfilos, la versión americana de este filme es la mejor; uno de los puntos más altos de Hitchcock, pero para Guillermo del Toro es lo contrario: es el periodo inglés lo que realmente soporta al periodo americano de Hitchcock, y este filme es el ejemplo. Él dice: “muchos de los motivos de sus demás películas: las persecuciones en techos, la rubia en apuros, ya están presentes aquí. Mi escena favorita es la de la pelea en la estación de policía, donde ponen a sonar a un órgano para disimular el ruido”.

La chienne, Jean Renoir, 1931

“Cuando yo era joven”, revela del Toro, “yo era un proyeccionista en un cine, y proyecté esta película muchas veces, y siempre me fascinó la profundidad humana de este filme. Renoir, ante todo, era un humanista. Se acercaba al fenómeno humano con muchísima bondad, no juzgaba ni a bueno ni malos, sabía que todos en algún momento cometeremos actos horribles, y que las bestias también tienen actos de amor”.

Viridiana, Luis Buñuel, 1961

“Yo soy de la idea de que el periodo en México de Luis Buñuel es el más importante, pero Viridina marca su regreso a España, a una España en donde todavía estaba Franco. Y hacer lo que hizo él en Viridiana, meterse así con la religión, con los supuestos morales, no tiene nombre. Creo que esta película reconstruye Buñuel en muchas maneras, y lo acerca de nuevo a su identidad de cineasta español”.

Kwaidan, Masaki Kobayashi, 1965

“Este filme es tenebroso y hermoso en igual medida. Está basado en una de las obras de Lafcadio Hearn, uno de mis autores favoritos. Se trata de historias de fantasmas del Japón antiguo. Creo que Hern tradujo a occidente mucha de la riqueza del Japón, y Kobayashi en este filme hace lo equivalente: recrea estas historias tenebrosas con una carga importante de los valores tradicionales japoneses, y las dota de una inmensa belleza y amor. El tratamiento del color, de los paisajes, es absolutamente fantástico”.

Time Bandits, Terry Gilliam, 1981

“Es una película para niños, pero sólo en apariencia. En el fondo parece ser una historia que ha estado entre nosotros desde hace siglos: posee un increíble humor, una increíble crueldad, y una necesidad inalienable de ser divertido y creativo al mismo tiempo. Para mí, así es como debe ser una película para niños”.

El espíritu de la colmena, Víctor Erice, 1973.

Uno de los filmes trascendentales para la voz icónica de Del Toro, quizá su influencia más poderosa se deja sentir en El espinazo del diablo (2001). Acerca de ella, del Toro dice: “Erice debe ser uno de los directores más misteriosos de España. Esta película para mí fue uno de los encuentros espirituales más poderosos que tuve. Marcó por completo mi carrera, y aún la forma en que recluto actores hoy día, sobre todo niños. Cada vez que trabajo con actores niños, lo que me interesa es ver en su mirada, lo mismo que vi en la mirada de la niña de este filme”.