El universo de Kim Ji-woon en 7 películas
Hace dos décadas, un grupo de directores surcoreanos decidió darle un nuevo aire al cine de su país, echando mano a la aparición de productores dispuestos a tomar el rol de mecenas. Fue así como la industria filmográfica descubrió la versatilidad de Bong Joon-ho, Park Chan-wook y, a quien nos atiene en el artículo, Kim Ji-woon.
Demostrándose reacio a etiquetas y audaz a la hora de mezclar con vanguardia los géneros que tocan su pluma o dirección, el cineasta ha desarrollado su estampa cruel, ágil e irónica por medio de tramas que juegan constantemente con la dignidad humana y los ecos que eso genera en la audiencia.
A continuación, te enumeramos sus producciones más destacadas.
The Quiet Family (Choyonghan kajok, 1998)
La ópera prima de Kim, que también inspiró a su paralela nipona The Happiness of the Katakuris (2001) a manos del emblemático Takashi Miike, resulta un experimento entre la tragicomedia y el thriller en que se nos presenta a la disfuncional familia Kang.
La excentricidad de sus miembros se nos revelará luego de que aparezca el cadáver del primer huésped que visita el albergue que regentan, tras días de no tener ningún visitante. Este suceso desencadenará una sucesión de eventos desafortunados, como muertes involuntarias y desapariciones.
Con un estilo mordaz y la invitación a reflexionar sobre «el lado perdedor de la sociedad», el director nos regala un juego de atmósferas lóbregas y cargadas de los vergonzosos defectos del hombre, hito siempre presente en su trabajo.
The Foul King (Banchikwang, 2000)
El personaje del hombre derrotado tiene su máximo esplendor en Dae-Ho, un banquero poco productivo y sin confianza en sí mismo que resulta ser el centro de todas las frustraciones de su jefe. La vida personal del protagonista también deja mucho que desear, por lo que su escape viene de la mano de una fantasía de infancia: la lucha libre.
Con la nueva profesión de Dae-Ho, donde será conocido como el villano tramposo Foul King, Kim Ji-woon nos deja claro que no requiere de cursilerías narrativas o ángulos dramáticos para hacernos entender que en lo ridículo también está lo admirable y viceversa. Y que, dentro de lo deprimente que resulta la vida del prototipo del antihéroe coreano, existen más carcajadas que otra reacción.
A Tale of Two Sisters (Janghwa, Hongryeon, 2003)
Atrás queda la comedia delirante de los filmes anteriores de Kim con este exponente que aporta una arista esquizofrénica y macabramente volátil del horror coreano. La que no sólo incluye suspenso y drama familiar, sino que un manejo muy elaborado de cómo mantener la esencia del miedo «a la antigua». Lo anterior, sin volverse predecible, ni desesperante para el espectador que no cuenta con paciencia para ritmos narrativos excesivamente sosegados.
En A Tale of Two Sisters, vemos a una joven paciente que regresa a casa con su hermana tras ser dada de alta de una institución mental. Sin embargo, el retorno a su vida estará exento de alivio en la medida que se enfrenta a siniestros sucesos, a su madrastra y a la confusión onírica que se respira en cada escena.
La cinta cumple con los parámetros necesarios para considerarse un clásico del área, siendo el resultado maestro después de que Kim ensayara con Coming Out (2000) y Memories, el fragmento de la película Three (2002) de su autoría.
A Bittersweet Life (Dalkomhan insaeng, 2005)
No es novedad que un director en algún punto de su carrera desarrolle una preferencia, o fetiche, por un intérprete en específico. En este caso, el actor Lee Byung-hun se robará la película presente y el resto que completa el listado. De paso, consagrará aun más la idiosincrasia y estilo de quien le dirige, comenzando por mostrarnos a Sun-woo, un mafioso que arruina su vida al no seguir las órdenes de su superior.
Con cada intento del hombre por cambiar su situación, incrementa el estrés y la desesperante realidad de cuán frágiles son los vínculos entre las personas. También se intensifica la tendencia de Kim a situarnos en escenarios sombríos y crear secuencias con una tensión agobiante.
The Good, The Bad, The Weird (Joheunnom, nabbeunnom, isanghannom, 2008)
Un ambicioso ladrón, un asesino a sangre fría y un enigmático cazarrecompensas compiten por encontrar el mapa que les llevará al tesoro de la dinastía Qing. En esta adaptación de la cinta de Sergio Leone, Kim Ji-woon homenajea el spaghetti western con su elocuencia característica y habilidad para fragmentar la dirección lineal de la historia.
El humor negro reina a través del lente del cineasta en esta ocasión, junto a panorámicas alocadas y desenfrenadas ocurrencias que refrescan al cine de espectáculo. Sin embargo, la cinta no logra obtener la violencia cruda, ni el impacto del siguiente largometraje.
I Saw the Devil (Angmareul boattda, 2010)
A diferencia de sus predecesoras, Kim Ji-woon no fue el encargado de escribir esta historia. Con un tinte brutal que sacó a relucir todos los monstruos poéticos y literales de su ocupación, el proyecto se concretó luego de que el actor Choi Min-sik (Old Boy, The Quiet Family) le presentara el libreto, después de la incesante búsqueda de un director que se animara a dirigirle como el inhumano asesino en serie que más tarde nos sobrecogería en un thriller imprescindible de la industria.
En la cinta apreciamos a un psicópata que mata por mero placer, sin justificaciones de su actuar para que empaticemos con él (como tanto han intentado un sinfín de exponentes que juegan con el límite moral). En I Saw the Devil la encarnación del mal es directa e inquietante, en la medida que el protagonista se obsesiona con vengar el homicidio de su prometida sin reparar en que, dentro de una vorágine sin retorno, terminará convirtiéndose en todo lo que juró combatir.
The Age of Shadows (Mil-jeong, 2016)
En su penúltima producción (la más reciente estrenada), el director nos presenta a un capitán de policía que trabaja para las fuerzas japonesas durante la ocupación de Corea. Al protagonista se le encarga rastrear a los líderes de la resistencia organizada y desmantelar sus planes para recuperar la independencia.
Con este thriller de acción ambientado en los 20 obtendremos un nuevo juego de la ética de los personajes, en donde deberán debatirse entre lo correcto, lo deseado y las consecuencias de ambos. Todo aquello, con el innato frenesí de las escenas de Ji-woon, orquestadas con una elegancia tan vehemente como astuta.