“Los pájaros”, una siniestra batalla del hombre contra la naturaleza
Si en este mundo hubo alguien capaz de explorar los límites del miedo entre lo conocido y lo desconocido, ese fue Alfred Hitchcock, el primer y único amo del suspenso. El ingenio de este director fue tan grande que logró aterrorizar al espectador, haciéndole saber que los peores monstruos no son los que provienen del espacio exterior o de un experimento fallido y ni siquiera aquellos que se levantan del mismo infierno, sino los que se encuentran dentro del mismo hombre, en lo más profundo de su trastornada mente, como lo plantea su obra maestra Psycho (Psicosis, 1960). Sin embargo, también demostró que cuando el mal proviene de fuera (es decir, que no pertenece a la sociedad), éste siempre será más terrorífico por cuanto más natural y cotidiano sea, tal y como quedó plasmado con The Birds (Los pájaros, 1963), cinta basada en la novela de Daphne du Maurier y que será el principal motivo de este texto.
La historia comienza en una pequeña pajarería de San Francisco, donde una rubia y adinerada Melanie (Tippi Hedren) tiene un inesperado encuentro con Mitch (Rod Taylor), un desconocido y atractivo hombre con quien comenzará un seductor juego del gato y el ratón. Es por ello que la mujer decidirá seguirlo hasta un pueblo, valiéndose de todas las triquiñuelas posibles, sin embargo, una vez que llegue a la pequeña localidad donde se encuentra su “amante soñado”, los habitantes de aquel lugar comenzarán a ser atacados de una inexplicable y despiadada manera por enormes parvadas de diferentes razas de aves.
El filme presenta todos los elementos característicos de Hitchcock: tenemos su fetiche con las rubias (representado esta vez por Tippi Hedren), un romance con tintes catastróficos y una historia con giros bastante retorcidos, como sólo el amo del suspenso es capaz de crear, valiéndose de magníficos encuadres y una estupenda banda sonora que, en conjunto, son capaces de generar una atmósfera llena de suspenso, misterio y miedo.
Una de las principales fortalezas de The Birds es presentarnos al inicio “algo que no esperamos que sea”, es decir, se nos comienza a narrar lo que aparenta ser una historia de amor, en donde vemos a Melanie y Mitch flirtear de una forma más «atrevida» que romántica, pero funcional. Esto lo vemos durante casi la mitad de la cinta, comenzado en la pajarería, pero llevando el romance hasta el pequeño pueblo donde radica Mitch junto con su madre (Jessica Tandy), una mujer tan posesiva con su hijo, que conforme avance la trama muestra tener una relación bastante paralela a la de Norman Bates con su progenitora en Psycho.
Conforme se va dando un mayor acercamiento entre los personajes de Melanie y Mitch, el director se preocupa por introducir el suspenso y el misterio de manera gradual, pues mediante sutiles referencias a las aves, reflexiones sobre al enjaulamiento de éstas, y sobre todo, presentando un extraño comportamiento en las gaviotas que sobrevuelan el pueblo, así como uno que otro ataque de estos pájaros hacia la gente. De esta manera paulatina se va preparando el terreno para que, de forma explosiva, surja el terror en la historia.
Así, lo que en un principio se muestra como un comportamiento extraño pero inofensivo de las aves, pasa a ser una situación totalmente siniestra, donde decenas de parvadas de distintas aves –que se miran más tétricas por la aparición de grandes cuervos en ellas como sinónimo de muerte- pasan a convertirse en la representación de lo externo atacando a lo interno, es decir, de lo natural (los pájaros) revelándose contra lo antinatural (una sociedad destructiva).
Así son dos los elementos que ayudan a incrementar el terror en esta cinta. El primero es el comportamiento de las aves, mismo que Hitchcock supo planear de manera excelsa, mezclando el temor con el suspenso. Los ataques de los pájaros por ejemplo no llegan en un solo oleaje, sino que entre una y otra agresión hay grandes espacios de tiempo que, lejos de calmar al espectador, logran ocasionar en él una gran tensión, al no saber en qué momento las parvadas volverán a atacar. Por otro lado, la violencia en sus embestidas va en aumento cada vez que aparecen en pantalla.
Sumado a la incertidumbre de no saber cuándo los pájaros volverán a arremeter, hay un segundo elemento que contribuye a intensificar el terror de esta cinta: Hitchcock no se preocupa ni le interesa introducir una explicación sobre el porqué las aves se comportan de manera tan violenta. Sin embargo, sí hay una secuencia en donde los lugareños junto a los protagonistas se encuentran encerrados –cual si fuera una jaula- dentro de una cafetería, en donde algunos de ellos dan sus posibles teorías sobre la razón de que los pájaros estén intentando asesinarlos. Por supuesto, algunas de ellas son más descabelladas que otras y, sin embargo, todas posibles.
Además, si ya es demasiado temor el saber que las aves se rebelan contra la sociedad sin razón ni lógica alguna, Hitchcock goza también de torturar psicológicamente tanto a los personajes, como al espectador, cuando decide no introducir música en esta cinta. La banda sonora corre a cargo de los graznidos de los pájaros, por lo que aunque ningún ser alado aparezca en cámara, el sólo hecho de escuchar sus sonidos fuera de cuadro (muy parecidos a gritos desgarradores) contribuye a intensificar el miedo del espectador al pensar que las aves se han vuelto “locas” y están allá afuera, en la enormidad del mundo, esperando a que la humanidad salga de sus pequeñas jaulas de cuatro paredes para erradicarla.
La cinta no está tampoco exenta de crudeza visual y sustancial, pues en la parte visceral se nos presentan algunas escenas de los ataques de las aves que pueden llegar a ser un tanto explícitas, como aquella en donde la madre de Mitch encuentra un cadáver casi en su totalidad carcomido; o en donde Melanie es atacada por decenas de pájaros, en una toma violenta y claustrofóbica. Ahora bien, respecto a lo sustancial, no sólo está el hecho de que los animales ataquen indiscriminadamente a niños, adultos y ancianos, sino que la cumbre de la película es, sin duda alguna, ese final abierto que deja a más de uno con un sentimiento de total desolación.
En resumen The Birds es una muestra más del ingenio del amo del suspenso, Alfred Hitchcock, quien se arriesga a plasmar una historia en la que demuestra que con las dosis necesarias de misterio, suspenso y terror un romance entre dos personas puede retorcerse hasta convertirse en una batalla por la supervivencia del hombre contra la naturaleza y una eterna lucha entre lo normal y lo anormal.