Tras las fronteras del miedo: 15 películas mexicanas de terror
Cuando de cine de terror hablamos, solemos pensar que el único de calidad en su tipo es aquel que se filma en el extranjero (sobre todo en EU y Japón), por lo que no es raro que se dejen olvidadas grandes cintas de otros países e, incluso, también aquellas que se producen en nuestra propia nación…sea cual sea el país al que pertenezcamos. Por ello, en esta ocasión volteamos a otras fronteras y te presentamos 15 películas mexicanas de terror que valen la pena ser vistas.
La Llorona (1933)
Hablar de cine de terror mexicano es hablar de leyendas, y una de las mejores y más tradicionales es la de La Llorona, por ello, el director Ramón Peón trae esta cinta que adapta de forma “moderna” (en aquella época claro está), la historia de esta mujer que, tras haber asesinado a sus hijos, su alma queda condenada a vagar por la eternidad lamentándose por la pérdida que ella misma provocó.
El vampiro (1957)
Cinta que ocupa el puesto número 35 dentro de las 100 mejores películas mexicanas. En esta versión del conde Drácula, una extraña caja llena de tierra llega desde Hungría, la cual es transportada en un carruaje donde también viaja Marta (Ariadne Welter) y un agente viajero llamado Enrique (Abel Salazar), quienes más pronto que tarde deberán hacer frente al diabólico Conde Karol de Lavud (Germán Robles).
El esqueleto de la señora Morales (1959)
Más que terror, esta cinta presenta un humor negro como muy pocos filmes lo han conseguido en el cine mexicano; tan es así, que esta película del director Rogelio A. González se posiciona en el número 19 de las mejores películas nacionales.
En ella, Gloria y Pablo Morales (Amparo Rivelles y Arturo de Córdova, respectivamente) son un matrimonio disfuncional debido a los extremos celos de ella hacía su esposo, además, claro, de que resulta ser una mujer en extremo puritana. Las cosas se salen de control cuando Gloria desaparece, y aunque su esposo asegura que ésta se encuentra de viaje en Guadalajara, sus amigos pronto comienzan a percatarse que el hombre guarda un esqueleto al que trata como si fuera su mujer.
Hasta el viento tiene miedo (1968)
Inicio de la tetralogía del Duque del Terror, de Carlos Enrique Taboada. Aquí, varias amigas que residen en un internado de mujeres infringen las reglas del lugar para entrar a una torre abandonada en la que, según se dice, se suicidó una alumna años atrás. Esta acción provocará que sean castigadas por la directora al no dejarlas visitar a sus familias durante sus vacaciones, así que decide dejarlas encerradas en el instituto; ahora, todas ellas deberán permanecer sus días y noches dentro del desolado internado, donde al parecer, el fantasma de la joven mujer se pasea libre por las noches.
El libro de piedra (1969)
Cuando el millonario Eugenio Ruvalcaba (Joaquín Cordero) y su segunda esposa, Mariana (Norma Lazareno), se mudan a una mansión apartada de la ciudad, su hija Silvia (Lucy Buj) comienza a tener extraños comportamientos, entre los que se incluye el jugar con Hugo, que no es más que la estatua de piedra de un niño. Lo que inicia como un juego inofensivo por parte de la niña, pronto se vuelve una peligrosa obsesión, así que el matrimonio decide contratar a Julia Septién (Marga López), una reputada institutriz que tiene como objetivo ayudar a Silvia, sin embargo, pronto descubrirá que todos allí están en grave peligro. ¿Se trata sólo de una inofensiva imaginación infantil, o en verdad hay algo sobrenatural en esa escultura?
Más negro que la noche (1975)
Cuando Ofelia (Claudia Islas) hereda la enorme casa de su tía Susana (Tamara Garina) tras la muerte de ésta, ella y otras tres amigas se mudan a la casona con la intención de vivir allí sin tener que preocuparse por la renta y otros gastos (además de la libertad que les daría tener su propia casa). Sin embargo, la única condición que se la ha puesto a Ofelia para conservar su herencia es que cuide de Becker, el gato negro de la fallecida tía. Y aunque la encomienda pareciera fácil, no lo es tanto cuando extraños sucesos comienzan a ocurrirles a las jóvenes cada vez que el gato se mira en peligro.
Veneno para las hadas (1984)
Término de la famosa tetralogía, pero aunque última, es considerada por muchos como la mejor de estas cuatro películas (y quizá también la más hermosa de ellas). En este filme, Flavia (Elsa María Gutiérrez) y Verónica (Ana Patricia Rojo) son dos inocentes niñas que juegan a ser brujas y así preparar una poción que sea capaz de asesinar a las hadas; sin embargo, la segunda de ellas parece tomarse muy en serio su papel, obligando a la primera a cometer actos cada vez más espeluznantes. La pregunta es, ¿hasta dónde llegarán estas niñas con tal de seguir con su juego? Una película que mezcla de forma perfecta el terror y la fantasía.
El escapulario (1968)
El director Servando González presenta otra de las películas mexicanas de terror de culto. En ella se nos vuelve a presentar un objeto maldito (¿o bendito, quizá?) bajo la forma de un escapulario, el cual pertenece a una mujer moribunda quien, antes de fallecer, decide contarle a un sacerdote el secreto de dicha reliquia: aquel que lo posea tiene el poder de proteger su vida sin importar cuáles sean los peligros a los que se está expuesto pero, ¿a qué costo?
La tía Alejandra (1979)
Una millonaria anciana se muda a casa de sus familiares, donde en vez de ayudarlos con su fortuna comienza a enseñarles brujería a sus sobrinos. Y aunque esto ocasionará que la mujer muera de una forma bastante brutal, no así sus enseñanzas, pues todo parece indicar que una de las niñas ha aprendido bastante bien los secretos de la tía Alejandra.
Alucarda (1978)
Justine (Susana Kamini) es una inocente joven enviada a un convento para ser recluida allí, aunque por fortuna logra hacerse de la amistad de Alucarda (Tina Romero), una mujer que a simple vista pareciera encantadora pero cuya aura despide una increíble maldad. Y aunque ambas comienzan una relación de amigas inseparables, pronto el sentimiento se convierte en un amor que las hará jurarse lealtad eterna. Ahora, lo que parecía ser un tierno romance pronto se transformará en una historia llena de paganismo, aquelarres, herejías y posesiones demoníacas.
Vacaciones de terror I y II (1988, 1989)
Una bruja es quemada viva y jura vengarse de todos aquellos que le hicieron daño, aunque para consumar su ira tendrán que pasar varios siglos, al menos hasta que años más tarde de su ejecución, una familia común y corriente se muda a una casa en donde encuentran una muñeca por demás extraña. Por supuesto, no pasa mucho para darse cuenta que este juguete no es sino el receptáculo que la bruja eligió para guardar su espíritu.
Miedo extra: Película que funciona mejor cuando se mira con su segunda parte, Vacaciones de terror 2: cumpleaños diabólico (1989), donde la misma muñeca vuelve para vengarse pero, ahora, desatando toda su verdadera furia y magia negra. En esta secuela se muestra una de las mejores transformaciones (con la calidad que el bajo presupuesto lo permitió, claro está) del cine de terror mexicano y en general.
Aunque estas dos cintas no cuentan con grandes actuaciones ni efectos, con el paso del tiempo han llegado a convertirse en dos obras de culto que se han ganado con fuerza el corazón de los fanáticos mexicanos. Cabe destacar la exagerada pero graciosísima actuación de Pedrito Fernández y de Tatiana.
Santa Sangre (1989)
Filme dirigido por Alejandro Jodorowsky, donde Fénix (Axel Jodorowsky) ayuda a su madre sin brazos a realizar increíbles trucos de cabaret. Esto provoca que la relación entre madre e hijo sea tan fuerte que no se sabe hasta dónde acaba uno y comienza el otro. Por desgracia, más temprano que tarde comienzan a ocurrir una serie de crímenes, por lo que ahora se deberá descubrir quién es el verdadero asesino en esta relación familiar.
Cronos (1993)
Guillermo del Toro hace gala de su talento para mezclar el terror con la fantasía en su ópera prima. Aquí, Jesús Gris es un anticuario que descubre un magnífico artefacto en forma de escarabajo y en cuyo interior se oculta el secreto de la vida eterna. Por supuesto todo tiene un precio, pues a cambio de que el vigor y la salud del anciano aumenten, la reliquia pide un pequeño sacrificio: sangre humana.
Atroz (2015)
Autonombrada por sus creadores como “la película más violenta en la historia del cine mexicano”, Atroz cuenta la historia de un par de asesinos seriales que gustan de grabar en video sus violentos asesinatos y perversiones. Sin embargo, luego de que se ven envueltos en un accidente automovilístico, sus crímenes quedan al descubierto cuando la policía encuentra uno de los videocasetes.
Aunque la historia de esta película pareciera más un simple pretexto para presentar escenas gore en vez de contar una buena trama, la extrema crudeza y violencia que muestra la convierten en un producto sobresaliente e incluso ofensivo que, sea o no del agrado del espectador, no lo dejará indiferente ante lo que está mirando, pues contiene ciertas imágenes que seguro quedarán grabadas en su mente por mucho tiempo (quizá de por vida).
Vuelven (2017)
Estrella (Paola Lara) es una niña de 10 años que queda huérfana tras el asesinato de su madre por parte de un peligroso cártel de la droga. Sin esperanzas de vivir, la joven huye con un grupo de niños liderados por Shine (Juan Ramón López), quienes deberán enfrentarse a los narcotraficantes luego de que roban un celular cuyo contenido pone en riesgo la carrera política del jefe de los criminales. Sin embargo, este no será el único problema para los infantes, pues el espectro de la mamá de Estrella parece no querer irse de este mundo.
Miedo para llevar:
Aunque te hemos presentado 15 películas mexicanas que debes mirar si lo que deseas es conocer un poco más del cine de terror de este país, no podemos dejar fuera un filme que si bien no es propiamente de este género, sí se ha convertido en todo un referente para la filmografía nacional y, por qué no, totalmente recomendable para ver en Día de muertos, una de las festividades más importantes y bellas de México; su nombre: Macario (1960).
El director Roberto Gavaldón nos presenta esta adaptación cinematográfica del relato escrito por B. Traven que cuenta la historia de Macario (Ignacio López Tarzo), un hombre a quien la muerte le ha entregado un “remedio” capaz de curar cualquier enfermedad. Por desgracia, poco a poco este don se vuelve la perdición del hombre, enseñándole que a la muerte se le puede engañar, pero nunca vencer.