Aileen Wuornos, un monstruo que sólo quería amar y ser amada
El mundo es un lugar injusto, pero a fin de cuentas, ¿quién podría decir qué es y qué no es justo? Después de todo hay veces que sin importar los esfuerzos que se hagan por ser una buena persona, la vida simplemente te devora, te asfixia, te maltrata y te hace cometer actos tan atroces que termina por convertirte en un monstruo. Tal es el caso de Aileen Wuornos, una mujer que tras ser violada desde niña, apartada de un seno familiar en su adolescencia y abusada física y sexualmente durante toda su adultez, se convirtió en una de las asesinas en serie más brutales de los Estados Unidos.
Wuornos nació el 29 de febrero de 1956 en Rochester, Michigan, en un lugar que no podría ser llamado propiamente como un cálido hogar, sino apenas un remedo de éste. Su madre fue Diane Wuornos, una mujer dolida con la vida tras haber huido con su amante Arthur Pittman –un hombre mucho mayor que ella y presunto pederasta que se suicidó en la cárcel–, con quien tuvo dos hijos a la corta edad de 15 años.
Llamaron a los niños Keith y Aileen, aunque no se tomaron la molestia de criarlos, sino que en 1960, cuando los pequeños sólo tenían cuatro años de edad, prefirieron dejarlos al cuidado de sus abuelos maternos, Laurie y Britta Wuornos. Sin embargo esto no hizo más que arruinar las cosas, pues resultó que la abuela era alcohólica y el abuelo un pedófilo que abusó sexualmente de Aileen durante varios años.
En pocas palabras, habían pasado de una familia grotesca para llegar con otra más infernal, donde no recibieron cariño, sino maltratos de todo tipo. Incluso, la abuela llegó a quemar el rostro de Aileen con un líquido inflamable, desfigurándola en parte. Todo esto ocasionó que la pobre niña comenzara a prostituirse desde la tierna edad de 11 años, desarrollando desde pequeña una sexualidad promiscua y un carácter violento y destructivo.
El futuro comenzó a pintar un poco mejor para ella (o al menos eso pensó) cuando a los 15 años se enamoró de un hombre mayor con quien pensó que podría mejorar su situación, aunque lo único que sucedió es que Aileen quedó embarazada y se vio obligada a dar en adopción a su hijo, de quien nunca más volvió a saber algo. Poco tiempo después se separo del hombre.
Fue así que ambos hermanos decidieron marcharse de casa de sus abuelos, tomando rumbos separados. Aileen viajó por todo el país ejerciendo la prostitución como único medio de ganarse la vida, aunque su carácter se tornó más violento, motivo por el que protagonizó varios arrestos.
En 1974 fue detenida por conducir ebria y disparar desde un vehículo; en 1976 fue la arrestaron tras golpear la cabeza de un hombre con una bola de billar; en 1981 robó a mano armada; en 1984 falsificó cheques y continuó hurtando vehículos, oponiéndose a la autoridad y desobedeciendo las órdenes de presentarse ante los citatorios.
Sin embargo no fue sino hasta finales de 1986 que su vida cambió (casi) por completo tras conocer a Tyria Jolenne Moore, la mujer que se convirtió en su amante y compañera en el crimen. Así, si bien se enamoraron también comenzaron a delinquir en pareja bajo nombres falsos, siendo los camioneros las víctimas más constantes de sus asaltos.
Por otro lado, a la par que ambas se conocieron, la policía de Estados Unidos quedó totalmente desconcertada tras el hallazgo de varios cadáveres de hombres que aparecieron a lo largo y ancho del país:
El 30 de noviembre de 1989 desapareció Richard Mallory, de 51 años y aficionado al alcohol y las prostitutas, así como presunto violador en serie. Su cadáver fue hallado a la mañana siguiente con tres disparos en el pecho realizados con una pistola calibre 22.
El 1 de junio de 1990 encontraron los restos de David Spears en el condado de Citrus, asesinado con arma de fuego del mismo calibre; el 6 de junio encontraron el cadáver de otro hombre de 40 años de edad.
El 4 de julio de 1990 se reportó el asesinato de Peter Siems, de 65 años. Testigos lo vieron subir a dos mujeres a su auto, mismo que fue encontrado un mes más tarde. La descripción de quienes lo miraron por última vez sirvió para generar retratos hablados del par de sospechosas, bastante parecidas a Aileen y Tyria.
Al mes siguiente, el 4 de agosto, Troy Burress, de 50 años, fue hallado muerto en un camino sobre la carretera; siguieron los cadáveres de Dick Humphreys, el 12 de septiembre, y Walter Jeno Antonio, el 19 de noviembre del mismo año. Todos asesinados de la misma manera y con el mismo calibre de arma.
Tras estos crímenes y siempre bajo las mismas descripciones de dos sospechosas, la policía ya no tenía dudas de quienes eran las responsables, por lo que comenzaron a rastrear a Aileen y Tyria, quienes descuidadamente vendían las pertenencias de sus víctimas en casas de empeño y dejaban así un rastro tras de ellas.
Sin embargo no fue tan fácil encontrarlas luego de que, tras una pelea de pareja, las mujeres se separaron e intentaron hacer su vida alejada una de otra, lo cual tal vez hubiera salido perfecto de no ser porque ese año atraparon a Tyria por robar un auto, a quien reconocieron y acusaron de ser una de las dos asesinas, aunque ésta llegó a un trato con la policía al entregar a Aileen con tal de salvar su vida, confesando que está última la había obligado a participar en los crímenes.
Fue así, bajo una confesión por miedo y despecho, que las autoridades finalmente pudieron dar con la asesina de los siete hombres. De esta manera lograron capturar a Aileen tras un operativo especial en el bar que ella solía frecuentar; la mujer estaba totalmente ebria y desorientada cuando todo ocurrió.
Tras su arresto y con tal de salvar a su ex pareja, Wuornos confesó haber matado ella sola a todas las víctimas de las que se le acusaba, aunque aseguró que todo se trató de casos de legítima defensa, pues dijo que únicamente ofreció a esos hombres sus servicios como prostituta, pero fueron ellos quienes intentaron atacarla sexualmente. Siempre sostuvo que sus víctimas habían sido las que la habían elegido a ella en todos los casos y no al revés.
Cabe destacar que si bien se declaró culpable, durante su juicio hubo varias fallas que quizá pudieron significar otro resultado en la sentencia, pero la cantidad de víctimas, su condición de lesbiana, el testimonio de Tyria y un jurado sumamente puritano, terminaron por enviarla a la cárcel.
El 27 de enero de 1992 fue declarada culpable y el 30 de enero sentenciada a la pena de muerte por inyección letal, pena capital que se efectuó hasta 10 años más tarde, el 9 de octubre de 2002, día en que el Monstruo, como la apodaron, murió.
“Monster”, el retrato de una victima
En el año 2003, la cineasta Patty Jenkins llevó la historia de esta asesina a la pantalla grande, con una magnífica Charlize Theron dando vida a Aileen Wuornos y con una no menos impresionante Christina Ricci como su amante, a quien se le cambio el nombre Selby en vez del de Tyria.
Cabe destacar que la actuación de Theron, así como su caracterización, fue tan impresionante que le valió ser ganadora de un Oscar.
Por otro lado la historia que Jenkins presenta se mira bastante romantizada en varios aspectos, al igual que se olvida de retratar la cruda infancia de Wuornos para en lugar de ello despegar desde el momento en que las amantes se conocieron y, sobre todo, desde las circunstancias que orillaron a Aileen a convertirse en la primera asesina serial de Estados Unidos.
De esta manera la directora pone la balanza en un punto medio en el que nos presenta a Wuornos como una víctima pero también como un despiadado ser humano, por lo que la cinta no deja de ser una excelente historia que retrata los crueles crímenes de Aileen pero sin olvidarse de la parte sensible de un monstruo que sólo buscaba amor.
Se puede apreciar otra mirada más profunda al caso en el documental “Aileen Wuornos: The Selling of a Serial Killer” del año 1992.