Más allá del CGI: La presencia de la animación tradicional en los Oscar
Hace 26 años, los premios de la Academia situaron a Beauty and the Beast (La bella y la bestia, 1991) entre los nominados a la Mejor Película. La historia adaptada desde el folclore francés marcó un hito sobre cómo esta expresión del séptimo arte merecía tener una categoría que la premiara de forma específica.
Una década más tarde, los organizadores de la ceremonia dieron reconocimiento a la animación en todas sus variantes. La producción que se llevó el honor de estrenarlo en 2001 fue Shrek, un exponente que contribuyó al auge de largometrajes realizados por computadora bajo estudios como Pixar, DreamWorks y Disney.
A pesar de que galardonadas como Finding Nemo (Buscando a Nemo, 2003), The Incredibles (Los increíbles, 2004), Ratatouille (2007) o Up (2009) hicieron eco en una actualidad cada vez más modernizada, la animación tradicional ha insistido en presentar obras dignas de una valoración igual o mayor que las cintas que se llevaron el Oscar a casa. Aquí enumeramos las candidatas.
El viaje de Chihiro (Spirited Away), Hayao Miyazaki, 2001
Hasta la fecha, la travesía de la pequeña Chihiro ha sido la única animación tradicional y extranjera ganadora de una estatuilla. El mundo onírico y cargado de metáforas en que la protagonista intenta encontrar el camino de regreso a casa y la libertad de sus padres, se considera la película más taquillera en la historia del cine japonés. Para esta decimotercera producción del Studio Ghibli, Miyazaki se inspiró en la hija de un amigo suyo que visitaba su casa cada verano.
Lilo & Stitch, Dean DeBlois y Chris Sanders, 2002
Junto con El planeta del tesoro (Treasure Planet, 2002), este mix de drama familiar y ciencia ficción logró ser el primer clásico de Disney en estar nominado a la Mejor Película de Animación. La audiencia acogió con buenos números la atípica relación entre un alienígena agresivo y la amable niña hawaiana que lo adopta con el fin de demostrarle que posee un buen corazón.
El planeta del tesoro (Treasure Planet), Ron Clements y John Musker, 2002
Esta obra steampunk de la animación, basada en el cuento Treasure Island de Robert Louis Stevenson, es considerada una de las apuestas más subvaloradas de Disney. Al ser poco aclamada por la crítica y la industria al momento de su estreno, el universo de planetas (en vez de islas como describe la novela) y el trasfondo de la evolución personal del protagonista fueron casi pasados por alto. Sin embargo, la mayoría de la audiencia –como puede apreciarse en Rotten Tomatoes e IMDb – la considera una apuesta refrescante a la fórmula Disney, capaz de entretener a público de toda edad.
Spirit: El corcel indomable (Spirit: Stallion of the Cimarron), Kelly Asbury y Lorna Cook, 2002
Al igual que la producción anterior, Spirit es uno de los híbridos –en este caso de DreamWorks –que mezcla lo tradicional con elementos digitales. La trama nos muestra a un caballo salvaje que lucha por su libertad tras ser capturado en más de una ocasión a finales del siglo XIX en el Viejo Oeste. Aunque no se jacta de ser especialmente complejo, el filme tiene elementos que le aportan algo más de seriedad (al contrario de la tendencia exageradamente infantil de tantos otros del rubro): los animales no hablan, ni cantan para expresarse.
Tierra de osos (Brother Bear), Aaron Blaise y Robert Walker, 2003
Tras la muerte de su hermano en un enfrentamiento con osos, Kenai toma venganza asesinando al que cree responsable de su pérdida. Por su acto innecesario, a modo de castigo, los Grandes Espíritus lo convierten en uno de estos enormes mamíferos. El relato audiovisual invita al público a seguir un viaje cargado de emociones, provocadas por el cambio de perspectiva que experimenta el protagonista frente a la vida y su actuar.
Las trillizas de Belleville (The Triplets of Belleville), Sylvain Chomet, 2003
Con el efecto colateral de servir como balance en el apogeo de la «era Pixar», esta película logró distinción internacional con alrededor de 40 nominaciones y 19 premios. El concepto de amor incondicional que se presenta en la historia, lo recibimos a través de la búsqueda que emprende Madame Souza para encontrar a su nieto ciclista Champion, quien fue secuestrado durante el Tour de Francia. Para lograr su cometido contará con la ayuda de su perro Bruno y de tres viejas celebridades del music-hall. La exquisita banda sonora y la exagerada animación de la cinta acentúan la crítica social que puede apreciarse en cada escena.
El castillo ambulante (Howl’s Moving Castle), Hayao Miyazaki, 2004
A pesar de ser derrotada por Wallace & Gromit: The Curse of the Were-Rabbit (Wallace y Gromit: la batalla de los vegetales, 2005) en los Oscar, la historia de la joven sombrerera Sophie y el enigmático mago Howl ha marcado generaciones con su mensaje de pacifismo, feminismo y respeto compasivo hacia la vejez y el prójimo. Esta impronta surgió del rechazo que Miyazaki demostró hacia la Invasión de Irak por parte de Estados Unidos en 2003. El director japonés afirmó que, además de ser su obra favorita, con ella “quería transmitir el mensaje a los niños de que la vida vale la pena vivirla”.
Persépolis, Vincent Paronnaud y Marjane Satrapi, 2007
Una fotografía muy íntima de la revolución islámica es lo que se nos ofrece gracias a la protagonista, Marjane Satrapi, una chica iraní que crece en un mundo de opresión donde los fundamentalistas toman el poder del país. Mientras ella anhela las ventajas del mundo occidental, también intenta sobrevivir a los horrores de la violencia y persecución de su entorno. Esta película, que cumple con ser una bitácora autobiográfica que aproxima lo vivido en Medio Oriente al espectador, obtuvo el Premio del Jurado en el Festival de Cannes.
La princesa y el sapo (The Princess and the Frog), Ron Clemens y John Musker, 2009
Disney, tras una larga racha de animación digital y secuelas que pasaron sin pena ni gloria, decidió hacer su regreso al 2D. Una historia cálida construida con humor, buenos efectos y una banda sonora digna de los clásicos, hizo que una porción considerable de la crítica hablara sobre “el renacer” de la compañía. Sin embargo, los menos adeptos al filme aseguran que se trataría de un intento del estudio por mantenerse a flote, luego de que Pixar se adjudicara el primer puesto en CGI de la industria.
El secreto del libro de Kells (The Secret of Kells), Tomm Moore y Nora Twomey, 2009
En Irlanda del siglo IX, el joven monje Brendan ayuda a construir un muro para proteger la abadía donde vive de los ataques vikingos. Con la influencia de la mitología celta e irlandesa, la película presenta de forma sofisticada la contraposición del mundo cristiano y pagano medieval, en paralelo a los intentos del protagonista por completar un excepcional libro de miniaturas.
El ilusionista (The Illusionist), Sylvain Chomet, 2010
Basada en un guión no publicado del director francés Jacques Tati, la historia narra la vida de un viejo ilusionista que debe enfrentarse al poco éxito del final de su carrera. En el vaivén por distintas ciudades para realizar espectáculos, llega a un pueblo de Escocia donde conoce a Alice, una chica que cree que es un mago de verdad. La relación de padre e hija que se desarrolla entre ambos alimenta la polémica que rodeó al escrito de Tati, el cual fue redactado como una carta personal a su descendiente Helga Marie-Jeanne Schiel.
Un gato en París (A Cat in Paris), Alain Gagnol y Jean-Loup Felicioli, 2010
La dualidad de este filme, entre thriller policíaco y entretenimiento para niños, conquistó a la crítica francesa e internacional en su estreno. Este dimorfismo se da en el encanto de su estructura dramática, al presentarnos a Dino, un gato que durante el día pasa el tiempo con la hija de una detective, mientras que por la noche acompaña a un ladrón por las calles parisinas. Ambas aristas del felino se unirán en la búsqueda de su pequeña amiga cuando es secuestrada por gángsters.
Chico & Rita, Tono Errando, Javier Mariscal y Fernando Trueba, 2010
La historia de los amantes Chico Valdés y Rita La Belle constituye un homenaje al jazz latino y a otros largometrajes como Casablanca (1942), The Godfather (El Padrino, 1972) y distintas obras de Woody Allen. El romance relatado en un racconto se entrelaza con períodos políticos conflictivos, como la revolución cubana que llevó a Fidel al poder, y con las consecuencias de la venta de drogas, que marcan la separación más significativa de la pareja.
Ernest & Célestine, Stéphane Aubier, Vincent Patar y Benjamin Renner, 2012
La animación ha sido elogiada por su estética suave de acuarelas y por mantener esa nostálgica apariencia de libro infantil perteneciente a la ilustradora belga Gabrielle Vincent, autora de la serie de cuentos que dio vida a la película. El encanto de los personajes conquista al espectador con su sencillez, sin importar cuán distinta sea la realidad a la que pertenece cada uno.
Se levanta el viento (The Wind Rises), Hayao Miyazaki, 2013
Nuevamente una pieza de Miyazaki se hace espacio en la lista de nominados. Este drama histórico es un biopic de Jiro Hirokoshi, diseñador del Mitsubichi A5M y el Mitsubishi A6M Zero, aviones de combate que utilizó el Imperio de Japón durante la Segunda Guerra Mundial. Esta última película dirigida por el cineasta antes de su retiro en 2013, obtuvo 26 premios y es considerada una de sus ficciones más maduras.
El cuento de la princesa Kaguya (The Tale of the Princess Kaguya), Isao Takahata, 2013
El Studio Ghibli adaptó uno de los relatos más antiguos de Japón dándole un matiz más humano y conmovedor, representado por una animación semejante a un lienzo antiguo. La historia de la enigmática princesa resulta tan arquetípica como desoladora a medida que se va descubriendo el destino que deberá enfrentar. El encargado de esta entrega es Isao Takahata, quien también sorprendió en su momento con Grave of the Fireflies (La tumba de las luciérnagas, 1988) y la serie de televisión Heidi (1974).
La canción del mar (Song of the Sea), Tomm Moore, 2014
Otra obra dirigida por el irlandés Tomm Moore, quien retoma elementos de la mitología de su país para cautivar al público en una conjugación de color y música característicos de su trabajo. Aunque la historia podría confundir al público ajeno a las criaturas tradicionales de Irlanda (las selkie en este caso), también despierta curiosidad sobre futuras entregas de esta corriente de animación.
El recuerdo de Marnie (When Marnie Was There), Hiromasa Yonebayashi, 2014
La enorme presión que quedó para el próximo sucesor de Ghibli tras el retiro de Miyazaki, no impidió que Hiromasa Yonebayashi agregara otra joya de la animación al estudio. La historia de la solitaria Anna y su encuentro con la enigmática Marnie mantienen al espectador confundido sobre los límites de la realidad y el sueño. Gracias al éxito de la adaptación, el libro original de Joan G. Robinson fue lanzado otra vez, aumentando su venta en el mundo.
El niño y el mundo (Boy and the World), Alê Abreu, 2013
Nominada dos años después de su estreno, el filme cuenta la historia de un pequeño que sale del pueblo donde reside para buscar a su padre. En este recorrido lleno de autodescubrimiento y exposición de la desigualdad que viven las personas, se utilizaron sonidos y técnicas específicos para recrear la percepción de un niño frente a lo desconocido que le rodea.
La tortuga roja (The Red Turtle), Michaël Dudok de Wit, 2016
La ópera prima de Dubok de Wit está cargada de una narrativa visual intrigante, donde los conceptos juegan en una trama que abarca un solo tema, pero que no debe ser subestimada por su simpleza. Coproducida por Studio Ghibli y Wild Brunch, la animación nos relata los intentos de un náufrago por salir de la isla desierta en la que queda varado y cómo esto es impedido por una enorme tortuga roja, la que dará un vuelco completo a su vida.
El pan de la guerra (The Breadwinner), Nora Twomey, 2017
Para los premios de la Academia que están próximos a celebrarse, entre los nominados se encuentra este filme irlandés-canadiense a manos de Twomey, que competirá codo a codo con las digitales Coco (2017), The Boss Baby (Un jefe en pañales, 2017), Ferdinand (2017) y la ya ganadora a Mejor Película de Animación en los Premios del Cine Europeo, Loving Vincent (2017).
Sólo queda esperar si The Breadwinner es capaz de conquistar al jurado con el relato de una joven afgana que se viste de niño para poder proveer a su familia, después de que su padre fuera injustamente encarcelado.