Euskara Munduan: El viaje de una lengua milenaria

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Hablar del País Vasco es hablar de un tema complejo. Es referirse a una región de aproximadamente siete mil 234 kilómetros cuadrados, situada en el norte de España y sur de Francia, y dividida físicamente por los Pirineos. Un territorio ancestral que cuenta con 2.2 millones de habitantes, de los cuales poco más del 50 por ciento habla la lengua madre de la región: el euskera, compuesta de seis dialectos.

Esta lengua milenaria, de las más antiguas de Europa, fue prohibida en España durante la dictadura de Francisco Franco. A pesar de su antigüedad, la ideología centralista la consideró por muchos años como una lengua rural. Después de la caída del Franquismo, en 1978 recibió un aliciente al ser reconocida por la Constitución Española como un derecho lingüístico para los vascos.

En 1979, el Estatuto Vasco de Autonomía declaró al euskera, junto con el castellano, como lengua oficial de la región también conocida como Euskal Herria. Actualmente, el Gobierno Vasco aboga por la inclusión del euskera en su sistema educativo. Otro fenómeno es que, a pesar de los obstáculos, el euskera ha conseguido cruzar las fronteras de su propia tierra.

Ante esto, el joven vascohablante Iñigo Asensio decidió realizar un documental que tratase sobre el papel del euskera en latitudes fuera del País Vasco. A dicha obra la título Euskara Munduan (2014), que en español se traduce como “El euskera en el mundo”.

El pasado 13 de diciembre, Asensio estuvo en México para proyectar su documental en un conocido bar de la ciudad norteña de Torreón. En entrevista, compartió los detalles de la realización de su trabajo, mismo que ya se ha proyectado en varios países como Australia, Estados Unidos, Alemania, España, Colombia y, Guatemala.

Una aventura vasca

En 2013, Asensio recorrió 12 países para grabar este documental. Su primera escala fue México, donde años antes había vivido en la región norte. Recuerda que, en aquellos primeros viajes por América Latina, se percató de toda la presencia de migrantes vascos que había en la región y de cómo estas personas mantenían consigo al euskera.

Se me ocurrió hacer un documental que contara cómo diferentes personas, por diferentes motivos, de diferentes edades y diferentes posiciones económicas, habían decidido emigrar. Y cómo en el extranjero mantenían consigo el idioma porque les parecía un vínculo emocional con su lengua, con su origen, con su infancia, etcétera”, recuerda.

Ya en Norteamérica y sin ningún apoyo económico, Asensio rodó lo necesario para hacer un primer montaje y ofrecérselo a la televisión vasca. El medio de comunicación aceptó su idea y le otorgó un presupuesto para seguir grabando el documental por varias partes de África, Europa, Asia y Oceanía

Asensio se aventuró sólo, cámara en mano, por todas estas latitudes en busca de testimonios vascos que enriquecieran su historia. Narra que cada que tenía oportunidad de conectarse a internet subía las tomas a una nube para que sus compañeros en Euskal Herria las recopilasen.

El zagal director consiguió que Euskara Munduan fuese un abanico de historias interesantes, donde los personajes muestran su lado más apegado a su cultura que los dignifica como seres humanos. Una de estas conmovedoras historias es la narrada por una profesora de la UNAM en México, quien comenta que una alumna decidió aprender euskera únicamente para comunicarse con su abuela vasca, la cual padecía alzheimer y sólo hablaba euskera porque había olvidado el español, así que necesitaba comunicarse de alguna forma con ella.

Ya sea por trabajo, por tareas de misioneros o por labor social, los migrantes vascos entrevistados en este material audiovisual presentan una constante: la necesidad de hablar euskera con otras personas en una tierra desconocida.

El testimonio de las personas mayores que me encontré era muy emotivo. Dos de ellos habían ido a África y a la India a misiones religiosas, y habían tomado una posición de apoyo internacional hacia las poblaciones desfavorecidas que ahí estaban. De modo que eran historias muy bonitas desde la perspectiva humana, pero a la vez muy nostálgicas en la medida de que ellos aceptaban que su lugar ya estaba allí, que no iban a volver a su casa. Sin embargo, ese vínculo idiomático, relacionado con su origen, sí estaba a través del idioma. Además, en el caso de uno de ellos le emocionaba que una persona joven hubiera viajado hasta allí para hablar con él en euskera, el cual no había hablado en bastante tiempo. Eso despertó muchas cosas en su interior”, relata.

Otro momento destacado es la aparición de dos profesores japoneses que hablan euskera y que además sienten una identidad con la cultura del País Vasco. Estos docentes asiáticos (que actualmente imparten clases de idioma vasco en universidades niponas), fueron alumnos de Susuku Tamura, una lingüista japonesa que viajó al País Vasco en 1977 y aprendió la lengua para posteriormente impartir clases de euskera en Tokio. Lo que denota un interés de los extranjeros hacia este idioma.

A pesar de que Asensio asegura que su trabajo busca retratar una realidad y no dar una cátedra, el documental no sólo versa sobre el euskera y la cultura vasca alrededor del mundo; también incita a reflexionar sobre el papel del idioma para el ser humano, el cómo una lengua construye todo un imaginario colectivo para una comunidad y cómo dicho elemento contribuye a dotar de un sentido de existencia a la vida de sus hablantes.