La evolución cinematográfica de Keanu Reeves
Un hombre multifacético, al que no le importa comer un aperitivo en un parque sin ningún resguardo. Al que le gusta pasar su tarde hablando con un mendigo sobre la vida, sin otra razón adicional que la de compartir. Al que no le viene la arrogancia de la fama, a pesar de ser el rostro de largometrajes que marcaron nuestra memoria cinéfila.
Keanu Reeves es, sin dudas, un enigma de persona. Un artista versátil que con más de 30 años en la industria ha cultivado un estilo polémico y auténtico. Un carisma que logró que los directores Bernardo Bertolucci, Kenneth Branagh y Francisco Ford Coppola lo quisieran en sus producciones.
Luego de pasar por papeles menores en series de televisión como Hangin’ In (1984), Tensión en la noche (1985) y Comedy Factory (1985), el actor consiguió su gran debut en One Step Away (1985) como el problemático Ron Petrie. Un adolescente con su vida pendiente de un hilo al estar peligrando la suspensión escolar y el ser arrestado por robo de propiedades.
Desde esa interpretación, Reeves cultivó una prolífica carrera que repasamos aquí, con algunos de sus mejores exponentes.
Las alucinantes aventuras de Bill y Ted (Bill & Ted’s Excellent Adventure, 1989)
Después de demostrar su mutabilidad como un adolescente que debe lidiar con el suicidio de su mejor amigo —Recuerdo permanente (Permanent Record, 1988) —, y como un hijo que secuestra a su padre para evitar su destino —Un príncipe en América (The Prince of Pennsylvania, 1988) —Keanu participó en la franquicia que lo catapultaría al éxito.
El impacto de la historia de dos adolescentes que utilizan una máquina del tiempo para realizar su presentación de Historia marcó tanto al actor que, durante años, lamentó el hecho de que su epitafio pudiera ser «Aquí yace Keanu Reeves. Él interpretó a Ted».
La trama, dos años más tarde, se convertiría en una serie de televisión protagonizada tanto por Reeves como por Alex Winter.
Idaho, el camino de mis sueños (My Own Private Idaho, 1991)
Acompañado del fallecido River Phoenix en el drama escrito y dirigido por Gus Van Sant, Keanu dio vida a un joven dedicado a prestar servicios sexuales a hombres en las calles de Portland. La relación de los dos amigos resulta en un viaje de rebeldía en que los altibajos se determinan por la búsqueda de la madre de Mike (Phoenix).
La película se transformó en una joya icónica para una generación, en donde vivir a la deriva, las drogas y el descubrimiento sexual constituyeron una bandera de identidad para los jóvenes de la época. Asimismo, la forma en que los personajes encuentran su lugar en el mundo, viniendo de realidades opuestas, fue parte de un potente mensaje cinematográfico que marcó la trayectoria de Reeves.
Para preparar su rol como Scott, el actor se reunió con niños callejeros de Toronto. El hecho de que la gran mayoría escogiese ese estilo de vida por tranquilidad, antes de un problema socioeconómico, le ayudó a perfilar la historia que veríamos más tarde.
Punto de quiebre (Point Break, 1991)
En el presente largometraje, el canadiense personificó a un agente encubierto del FBI que sigue la pista de una banda de ladrones. El thriller de acción contó con un gran número de aficionados, sin importar que muchos criticaran la dirección de Kathryn Bigelow, o consideraran que la producción era un “placer culpable” antes que una buena muestra del género.
Point Break también fue un arma de doble filo para Reeves. Si bien fue la primera producción de gran presupuesto en que tuvo un protagónico, también le brindó la reputación de no ser muy buen actor por su poca “expresividad”. Esto se vio intensificado con el premio recibido al Actor más atractivo en los MTV Movie Awards, galardón que aportó una noción de superficialidad que, con el paso de los años, sabríamos errónea.
A modo de trivia: para el personaje de Reeves, también estuvieron considerados y audicionaron actores como Matthew Broderick, Val Vilmer, Johnny Depp y Charlie Sheen.
Máxima velocidad (Speed, 1994)
Después de ser arduamente criticado por su desempeño en Drácula (1992) de Francis Ford Coppola, Reeves apostó nuevamente por la acción al vestir la piel de un policía que debe evitar que una bomba explote en un bus, manteniendo la velocidad de éste sobre los 50 km/h.
Aunque en un comienzo rechazó el protagónico por encontrar que el guión de Graham Yost se parecía demasiado a Duro de Matar (Die Hard, 1988), el actor firmó cuando el director, Jan de Bont, accedió a cambiar la historia junto a Joss Whedon.
Para el papel, Reeves recibió entrenamiento con personal real del S.W.A.T. para perfeccionar sus movimientos en cámara.
Reacción en cadena (Chain Reaction, 1996)
Cuando un equipo de investigación está a punto de demostrar que su nueva técnica permitirá que el agua se use como combustible, el laboratorio donde trabajan es saboteado. Reeves, interpretando a Eddie Kasalivich, no sólo presencia la escena, sino que logra escapar de una muerte segura. Acompañado del legendario Martin Freeman en el filme, el actor deberá demostrar ante las autoridades que él y otros sobrevivientes no son responsables del crimen, sino que lo ocurrido es un complot armado por un grupo de compañías de energía descontentas con el descubrimiento científico.
Antes de iniciar el rodaje, Keanu se lastimó jugando hockey en Canadá. Sus lesiones en el cuello y espalda hicieron que subiera peso y, por tanto, que sorprendiera con su cambio de imagen en ese período.
El abogado del diablo (The Devil’s Advocate, 1997)
Sin dejarse amedrentar por el frente crítico que la tildó de «pretenciosa» y de ser una versión más de la clásica leyenda de Fausto, la producción logró cosechar aplausos por el desempeño del reparto. En ella, vemos cómo Reeves encarna a un exitoso abogado que es invitado a la capital estadounidense para trabajar en una prestigiosa firma. Sin embargo, esta travesía obtendrá matices intrigantes cuando su esposa (Charlize Theron) experimente fenómenos sobrenaturales. Esto, junto a otros sucesos, harán que Reeves sospeche cada vez más sobre la naturaleza de su jefe (Al Pacino) quien es, en realidad, el mismísimo Diablo.
Una particularidad del filme: el traje del actor se hace cada vez más oscuro a medida que avanza la cinta. En un comienzo, Reeves viste colores claros que van transformándose paulatinamente en tonalidades grises. Al final de la película su traje es negro. Esta metáfora indica cómo la moral del personaje va disminuyendo, según los incidentes. Como es usual en la dedicación que Keanu da a sus papeles, para éste se reunió con abogados de defensa de Nueva York en varias ocasiones.
The Matrix, trilogía (1999 — 2003)
Esta saga de culto estableció un antes y un después en el rubro cinematográfico. Gracias a sus efectos especiales y a su mescolanza de conceptos filosóficos, religiosos e ideológicos, el filme originó un sinfín de exponentes audiovisuales, videojuegos, cómics y referencias en el séptimo arte. Asimismo, le brindó a Keanu una de sus actuaciones más significativas, la cual fue guardada en 2012 —junto a toda la producción— en el Registro Nacional de Películas de Estados Unidos. Esto parece irónico al saber que en la primera película, Reeves no tiene más de cinco frases continuas hasta que vemos su discurso final.
En síntesis, la imaginación de las hermanas Wachowski nos presenta a un pirata informático (Reeves) que descubre la naturaleza de su realidad, gracias a unos rebeldes. En búsqueda de la verdad, comprenderá su papel en la guerra establecida contra quienes controlan su existencia en un mar de tecnología, claustrofobia y persecución.
Pese a la creencia común, éste no fue el papel debut de Keanu en lo ciberpunk, sino su protagónico en Fugitivo del futuro (Johnny Mnemonic, 1995).
Constantine (2005)
Definida en la revista Time como exponente de un “teológico cine negro de acción”, la película se suma a la lista de trabajos más underground del actor o que pertenecen a un nicho menos popular en lo típicamente yankee.
Aquí es acompañado por Rachel Weisz y un montón de lujosos efectos audiovisuales para contarnos la historia de John Constantine, un detective sobrenatural que ayuda a una agente de policía a demostrar que la muerte de su hermana no fue un suicidio.
En la batalla que mantendrá con seres demoniacos, conoceremos más del misterioso personaje y de las reales intenciones de cada bando; todos enfrentados dentro de una puesta en escena lóbrega e inspirada en imágenes antiguas de pruebas nucleares.
Una mirada a la oscuridad (A Scanner Darkly, 2006)
Cuando Estados Unidos pierde la guerra contra las drogas, un agente encubierto llamado Bob Arctor (Reeves) es asignado para entrar en el submundo del narcotráfico, sin que los demás sepan que ya está más que familiarizado con él en su día a día.
Para no mostrar su real apariencia, Arctor utiliza un “traje mezclador” que le hace ser conocido sólo como “Fred”. No obstante, cuando aparezca una nueva sustancia llamada “D”, los acontecimientos provocarán que pierda cada vez más su identidad.
Destacamos este filme en que figura Keanu, por su animación especial a través de la técnica del rotoscopiado, la cual dibuja sobre imágenes reales ya filmadas. Si bien el rodaje tomó tan sólo veintitrés días en llevarse a cabo, la animación tardó dieciocho meses en estar preparada para su estreno.
La casa del lago (The Lake House, 2006)
Dando un vuelco al romance, el actor interpreta a un médico solitario que vive en una inusual casa junto al lago. En la vivienda intercambia cartas de amor con su antigua residente. ¿La gracia? El hombre deberá desentrañar el misterio detrás de esta conexión sentimental antes de que sea demasiado tarde, desafiando la barrera temporal que los separa.
Esta es la tercera cinta en que Reeves se involucra en un viaje en el tiempo, después de Las alucinantes aventuras de Bill y Ted (Bill & Ted’s Excellent Adventure, 1989) y El viaje alucinante de Bill y Ted (Bill & Ted’s Bogus Journey, 1991).
Asimismo, la producción reúne a Keanu con Sandra Bullock, quienes no habían trabajado juntos desde 1994 en Máxima Velocidad (Speed).
Dueños de la calle (Street Kings, 2008)
Reeves tiene un gusto casi fetichista por llevar policías. Un argumento que lo demuestra es éste rol como un oficial veterano del departamento de Los Ángeles, Tom Ludlow, quien enfrenta enormes dificultades a raíz de la muerte de su esposa.
Ludlow tocará fondo cuando se vea involucrado injustamente en la ejecución de un compañero, lo que le llevará a transformar sus criterios y proceder de forma radical, yendo en contra de todo lo que conocía como correcto. En el vaivén de los sucesos, dudará sobre la lealtad de quienes le rodean a la hora de limpiar su nombre.
Este éxito de taquilla esconde un detalle curioso e identificable para los más observadores: la alarma que despierta al detective Ludlow al comienzo de la película, coincide con el mismo sonido utilizado en Matrix donde Keanu encarnó a Neo.
La leyenda del samurái: 47 ronin (47 Ronin, 2013)
Tras participar en Ultimátum a la Tierra (The Day the Earth Stood Still, 2008), El robo de tus sueños (Henry’s Crime, 2010) y El poder del Tai Chi (Man of Tai Chi, 2013), Reeves optó por más diversidad en su repertorio al acercarnos a una de las leyendas más antiguas de Japón.
Bajo el nombre Kai, un mestizo que vive en la aldea de Ako, el actor nos sumergirá en la venganza de la emblemática banda samurai contra el fiero shōgun que deshonró a su maestro.
Esta adaptación es la séptima que se hace sobre los 47 Ronin en la historia. Aun así, es la primera vez que se realiza una entrega proveniente de Hollywood.
John Wick 1 y 2 (2014-2017)
Sin dudas, el papel más célebre de Reeves en la actualidad. Pocos deben ser los que no recuerden al ex-sicario que busca vengar la muerte de su perro, víctima de mafiosos rusos que ignoraban con quién se estaban metiendo.
Un sector importante de la crítica asegura que este filme revolucionó la acción moderna gracias a su estética, al guión más contundente que los acostumbrados del género, a la fresca dirección de los antes dobles Chad Stahelski y David Leitch, y a la construcción de un universo elegante y lejano a la decadencia usual de las producciones ya conocidas. El legado de John Wick puede notarse especialmente en su estilo de lucha, el cual ha inspirado películas como Atómica (Atomic Blonde, 2017), Robin Hood: Orígenes (Robin Hood, 2018) y la nueva versión del clásico HighLander: El inmortal, que llegaría en 2019.
Reeves se preparó durante meses para su papel, donde llevó a cabo un entrenamiento táctico que incluyó disparo con armas cortas y rifles de asalto, y combate cuerpo a cuerpo (judo y jiu-jitsu brasileño). De hecho, el actor realizó el 90% de sus propias acrobacias.
¿Un detalle adorable? Keanu tuvo que colocarse grasa de tocino en la cara para atraer al cachorro Wick en la escena cuando despierta en su cama.
El lado oscuro del deseo (Knock, Knock, 2015)
Una cinta que nos enseña que ayudar al prójimo no es siempre lo más prudente. En una sucesión de escenas suspense-eróticas, conoceremos a un padre devoto que socorre a dos adolescentes que llaman a su puerta. Ese gesto, sin embargo, le costará ser presa de un juego mortal.
El director Eli Roth aseguró que soñaba grabar la película en Chile con una gran estrella como Reeves. El actor, caracterizado por participar tanto en mega producciones, como en cintas de bajo presupuesto, aceptó gustoso la idea.
La moraleja del filme ha sido comparada con la de Hardy Candy (2005). Mientras en ésta se busca condenar la pedofilia mediante la tortura de un abusador de niños, en Knock Knock las jóvenes hacen de verdugo para que los hombres a los que atacan sepan valorar la familia y buena vida que poseen (situación que no incluye acostarse con menores de edad).
En los años siguientes, Reeves no descansó. Sus roles en El abogado del mal (The Whole Truth, 2016), Amores caníbales (Bad Batch, 2016), Hasta los huesos (To The Bone, 2017) y Siberia (2018) continuaron sumándole recortes variopintos en su caleidoscópica carrera. En dichos metrajes dio vida a un abogado, a un excéntrico líder de una distopía en el desierto, a un doctor que lucha contra la severa anorexia de una joven y a un traficante de diamantes.
Los planes futuros de Reeves
Reeves está pronto a sorprendernos en salas con su regreso a la ciencia ficción en Réplicas, largometraje en el que personificará al Dr. Will Foster, un neurocientífico que hará lo imposible para transferir la conciencia de su familia fallecida a clones para crear réplicas de ellos.
También, en un rol opuesto en su totalidad, será acompañado por Winona Rider en la comedia romántica La boda de mi ex (Destination Wedding, 2018) donde ambos serán los invitados miserables de un matrimonio en que, pasando por alto sus particularidades, crearán una atracción por el otro.
A pesar de lo anterior, y de haberse confirmado su participación como actor de voz en Toy Story 4, lo más esperado del canadiense es la última entrega de la trilogía de John Wick. En el estreno veremos cómo el protagonista huirá por dos razones: la millonaria suma que se ofrece por su cabeza y su violación a la norma principal del Hotel Continental sobre no matar en dicho terreno. Sólo queda esperar hasta mayo del próximo año para descubrir las andanzas del asesino que ahora tendrá al mundo persiguiéndole la sombra.
Lo que está clarísimo con todos los proyectos en el tintero y en postproducción: Keanu no piensa bajar su ritmo en la industria.